miércoles, 30 de mayo de 2018

Días de violencia

"Vienen días complicados, la ola de violencia no se va a terminar"
Así habló Aristóteles Sandoval, gobernador del estado de Jalisco, el pasado siete de marzo, mientras entregaba equipo a diferentes cuerpos policiacos de 112 municipios. Durante las doce horas anteriores, se habían reportado 17 muertes con violencia en la entidad. Y no mintió. En los últimos tres meses Jalisco se ha vuelto un campo de batalla con los ciudadanos en medio del fuego cruzado.



La versión oficial, al menos así como la contaba a principios del trimestre Raúl Sánchez, fiscal general de la entidad, era que había ocurrido un cisma en el Cartel Jalisco Nueva Generación que había separado la agrupación criminal en dos. Ambas facciones estaban peleando entre sí por la hegemonía sobre la plaza. La cosa se complicaba, sin embargo, porque en medio de esa “guerra civil”, el Cartel de Sinaloa vio la coyuntura ideal para ampliar su espacio de influencia y empezó a disputarles territorio.

Sea como fuere el enfrentamiento entre criminales, los últimos tres meses han sido de terror para la Zona Metropolitana de Guadalajara. Recordar los eventos de manera individual es preocupante, pero empezar a ver el panorama completo es verdaderamente desolador.
Desde los tres estudiantes de la Universidad de Medios Audiovisuales en Tonalá (que al filmar una tarea en una finca con antecedentes criminales fueron confundidos, secuestrados, asesinados y disueltos en ácido), el ataque directo al ex-fiscal del estado, Luis Carlos Nájera, los narcobloqueos y camiones incendiados (que acabaron quitándole la vida a un bebe de 8 meses y dejando a varios heridos de quemaduras graves), la larga lista de cuerpos sin vida encontrados en diferentes partes de la ZMG en estos tres meses, el código rojo emitido por el mismo gobierno del estado… ¿Cuándo se detiene el asunto?

Es trágico que la población haya aprendido rápido a vivir y a normalizar esta nueva (ni tanto) circunstancia. El pasado sábado, se hizo pública la detención de la esposa de Nemesio Oceguera “El Mencho”, líder del Cartel Jalisco Nueva Generación. Yo tenía planes a la mañana siguiente con un grupo de amigos. Fue genuina y natural, pero también una enorme llamada de atención, la reacción de algunos de mis compañeros. “Oigan… ¿Y si estará la cosa como para que salgamos a la calle?” porque cada que hay una detención así, los grupos criminales organizan zafarrancho en la ciudad a manera de represalia.

La escalada de violencia se da también en una coyuntura interesante, el proceso electoral. Jalisco es el cuarto estado con más electores del país, más de 5 millones 260 mil votantes, de los cuales 45% son jóvenes menores de 35 años.
Con todo lo que la entidad está viviendo, sería lógico esperar de parte de los candidatos (nacionales y estatales) una propuesta integral y completa en materia de seguridad para jalar ese voto. Pero, al menos en el último debate, ninguno de los siete (si, siete) candidatos a la gubernatura pudo hacer una propuesta coherente y viable.

Y en la presidencial ya ni les cuento. No solo se quedan cortos, hay quien propone pactar y perdonar a esta gente ¿A qué jugamos pues?

miércoles, 23 de mayo de 2018

Fiasco de Debate



Pues el domingo fue el segundo debate. A fin de transmitir con exactitud mi sentir a mis cuatro lectores, ruego lean esa primera frase de corrido, dejando caer el timbre de voz mientras avanzan y expulsando aire a manera de abatido suspiro. ¡Vaya bodrio se aventaron todos, candidatos, moderadores y organizadores! 

Se agradece al INE la intención de seguir buscando modernizar el formato, de encontrar un esquema dinámico y que permita la confrontación de ideas. Permitirle a los participantes moverse con libertad por el foro fue un cambio interesante. Nos permitió poner atención al aplomo de los diferentes candidatos, su manera de desenvolverse y su seguridad al hablar en un ambiente no controlado. Las preguntas no preparadas también evidenciaron que ninguno de los cuatro está preparado para salirse de su libreto (aunque en algunos fue más evidente que otros) y quién depende de la pluma de su asesor para articular ideas.

Desafortunadamente, ahí acaba lo que puede aplaudírsele al ejercicio del domingo.

La labor de los moderadores fue aceptable. Estamos pasando de la figura del reloj checador y lector de preguntas a un moderador con un rol más activo, más cuestionador. En ese sentido, no me parece mal que intenten sacar a los candidatos de su zona de confort, pero sí que están lejos de ser todo lo que deberían ser en su rol. Idealmente, tendríamos a alguien preparado para señalar y rebatir falacias argumentales así como limitar y condenar ataques ad hominem. Con una figura así en el estrado, casi se forzaría a que la discusión se realizara alrededor de las propuestas y no de penosos intercambios de insultos.

Y es que en cuanto a contenido el debate se quedó muy, muy corto. La discusión, que se supone giraba en torno a la posición de México frente al mundo, básicamente se limitó a problemas internos donde Centroamérica o Estados Unidos tienen algo que ver: migración, el tema Trump, aduanas y seguridad fronteriza. Y las respuestas fueron todas superficiales, mas o menos parecidas, con mayor o menor grado de coherencia.

No, no vi a ningún claro ganador. Hubo diferencias esenciales, sin embargo, entre unos y otros. 

Anaya vuelve a ser el que mejor se desenvuelve en público, haciendo uso correcto del espacio y del tiempo. La estrategia era, otra vez, hacerse el fuerte y presentarse como el opositor natural de Andrés Manuel. Le salió bien, a medias. Casi seguro se vio innecesariamente agresivo, sobre todo con comentarios que tenían poco punch (“Tu hijo estudia en el extranjero”) Tampoco le ayuda que ya carga con la etiqueta de mentiroso. En algunas cosas se la merece.

Meade honestamente me sorprendió. Demostró amplísimos conocimientos de la realidad económica y del funcionamiento interno del gobierno, lo vi más suelto y más libre que el debate pasado. Admiro, aunque creo que es un error, que se quiera morir con la suya y defender cargas que no le tocan, como la invitación a Trump siendo éste todavía candidato. No le va a alcanzar para ganar o mover mucho las preferencias, pero consiguió oxígeno para la parte intermedia de las campañas. Si me apuran a nombrar un “ganador” sería él.

A López Obrador fue al que más le pesó el cambio en el formato. Se le vio estático en su sitio, sigue administrando su ventaja y aunque usó el comentario de la cartera para verse jocoso, la realidad es que se acobardó y echó un par de paso para atrás cuando Anaya lo encaró. También se vio desencajado, con los dientes apretados y molesto por que le increparan. Es normal, él no acostumbra que le lleven la contraria. Protagonizó, eso si, dos de los momentos más incómodos del debate: cuando tardó casi quince segundos para barruntar un insulto de nivel primaria (ojo, descalificando a la persona, nunca al argumento) y cuando terminó su mensaje de cierre. ¿Qué esperaba? ¿Que se pusiera el auditorio de pie y se deshiciera en aplausos por su patriotismo y su mensaje?. 

Total, que de los cuatro (porque no, no me olvidé del Bronco, sencillamente es tan irrelevante que no quise dedicarle líneas) no hacemos uno y que tendremos una fea decisión que tomar el día de la elección, cuando estemos frente a la boleta. Más nos vale pensarla bien.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Alcanzar el primer mundo


Tuve la oportunidad, estas últimas dos semanas que nos quedamos sin editorial en Uno Opina, de visitar dos paises europeos de los llamados “desarrollados” o “primermundistas”: Reino Unido e Italia.
La visita, aunque por motivos de placer, no dejó de ofrecer interesantes oportunidades de hacer comparaciones entre estas dos naciones, sus condiciones sociales y económicas y las de México. La pregunta en mi mente siempre era: ¿Qué nos falta? ¿Qué hacen diferente o qué les distingue de los mexicanos? ¿Cómo es que ellos han podido alcanzar ese nivel de bienestar para sus familias y nosotros nos hemos quedado atrás?
No estaba solo para hacer mis conjeturas, tuve por ahí el apoyo de un familiar que ha vivido en Reino Unido desde hace ya varios años y que ha experimentado de primera mano la cultura, política y circunstancia inglesa no solo como turista, sino como habitante; inmigrante, además.


La diferencia fundamental, discurrimos, no podía estar, por ejemplo en su acceso a recursos naturales. Gran Bretaña es una isla que durante mucho tiempo dependió de sus colonias y aún hoy tiene un deficit comercial cercano a los doscientos mil millones de euros. Y sin embargo, lideró la revolución industrial.
Hay quienes alegan que México, con apenas doscientos años de historia independiente, no ha tenido oportunidad de consolidarse, pero Italia no se unificó como tal sino hasta 1870, luego de varias guerras y revoluciones. Y Rusia y Alemania pasaron por profundas transformaciones en la segunda mitad del siglo XX y sin embargo son protagonistas de la escena mundial. ¿Y qué hay de Japón, o Francia? Ambas naciones fueron destruidas por la guerra (Francia en dos ocasiones distintas) y supieron reconstruirse en tiempo récord. La diferencia tampoco puede estar entonces en el tiempo que han tenido estas naciones para estabilizarse y construirse.

Por ahí andaba la discusión cuando pasamos a recoger a la hija de mi primo a su guardería. La visita me dejó muy sorprendido. Sobre una pizarra de corcho habían colocado una serie de declaraciones sobre el sistema educativo que empleaban y las prioridades de su personal. Les llamaban los “British Values”, una serie de normas simplísimas para que los niños fueran asimilando ciertos valores básicos. Así pues, el valor de la “Democracia” se traduce en respetar las ideas de los demás, favorecer que la gente opine y que se respeten los turnos. El valor de la “Legalidad” está en asegurar que lo que hagamos sea justo para todos (y ya desde ahí comienzas a sembrar que piensen en los demás) “Respeto Mutuo” se promueve a través del respeto a la individualidad y el espacio y pertenencias de los demás.

Esa sencilla demostración me hizo ver con claridad las diferencias esenciales entre una nación y otra. Estaban todas en la cultura y la gente.

No estoy seguro de que el sistema de esa particular guardería se aplique a todo lo largo y ancho del Reino Unido. Vaya, no sé siquiera si se siga implementando en la educación primaria, pero no me parece una idea descabellada suponerlo. Porque hay cosas que hacen en Europa que no requieren más dinero, sino más cuidado, más consideración, más educación: Una carretara tan bien señalizada que hasta un turista puede llegar sin contratiempos a su destino, una cultura vial que respeta al peatón, carreteras y vialidades que aún no están del todo urbanizadas pero que ya tienen seis carriles y su respectivo acotamiento para asegurar el tránsito ágil conforme siga creciendo la población, mobiliario urbano que permanece en buen estado porque su gente lo cuida, gente que respeta su turno en las colas para adquirir productos o servicios y que está dispuesta a cederle su asiento en el transporte público a personas vulnerables, una disposición general a acatar reglamentos internos de barrios y colonias, a eludir situaciones de corrupción, entre otras muchas cosas. 

Es evidente que los habitantes de los países desarrollados traen un “chip” distinto en la cabeza. Se mueven con otras prioridades y con una consciencia colectiva que en otros países es dificil de encontrar. Por suerte, no es imposible replicar ese modelo.
Si desde la más tierna infancia se comenzara a educar en valores esenciales como el respeto a la ley o al espacio, propiedad y expresiones ajenas, en apenas un par de generaciones tendríamos un cambio radical en nuestro modo de vida; un estado de derecho y una cultura sólido que sirviera de base sobre la que construir la prosperidad económica que tanta falta nos hace.

Valdría la pena hacer la prueba