miércoles, 4 de marzo de 2015

¡Fiesta electoral!

El próximo siete de junio volverá a llevarse a cabo en nuestro país el ritual electoral, con la noble pero ingenua intención de que la ciudadanía encuentre a alguien que represente sus intereses y dé respuesta a sus inquietudes en los casi 2,000 puestos que van a votarse.  Si usted, querido lector, no se había dado por enterado, puede considerarse en extremo afortunado.  Porque en estos tiempos, si enciende la televisión o la radio, abre cualquier periódico, o incluso si entra a una sala de cine, de inmediato se verá acosado por una avalancha de mensajes proselitistas y el reporte casi minuto a minuto de cómo se están acomodando la piezas de cara a la jornada electoral.

Y espere, porque apenas vamos iniciando.  Cuando finalmente tengamos definidos a los candidatos, la marea "informativa" crecerá como la espuma.  Se le unirá una oleada de basura plástica que ocupará postes, banquetas, paradas de autobús y demás mobiliario urbano.  Se despilfarrarán indecentes cantidades tratando de alcanzarlo en su domicilio, con volantes que saturen su buzón, grabaciones telefónicas que lo interrumpan en sus actividades diarias y vistosos (y distractores) anuncios con movimiento en su navegador de internet mientras intenta trabajar.

Solo eso debería ser un gran foco rojo, grave alarma de que el nuestro sistema gubernamental tiene enormes grietas.  La política en México se hace desde el gasto, con circo y espectáculo, con actos multitudinarios en las plazas públicas llenas de acarreados y demostraciones de apoyo con todo mi equipo de campaña pegando calcas en las principales arterias de la ciudad.  La política se hace desde el escritorio del mercadólogo, del diseñador, del experto en relaciones públicas.  No sorprende que un payaso, un ex-futbolista  y una actriz de telenovela tengan manera de participar  en la contienda (y quién sabe si no ganarla) por el solo hecho de ser personajes públicos y reconocidos.  No son ellos, es el sistema.


A la política en México le falta sustancia, le faltan propuestas y le falta una ciudadanía que la cuestione con cabeza fría y atención constante.  ¿Qué vas a hacer? ¿cuándo? ¿cómo? ¿por qué? la mayoría de las propuestas no se sostienen frente a este rápido examen. A la ciudadanía le falta educación para juzgar lo adecuado de las respuestas.  A la política le falta congruencia, políticos con compromiso con los ideales que enarbolan y no chapulines con ideologías desechables, que saltan de un partido a otro aunque defiendan principios contrarios.  A los ciudadanos nos falta criterio.  Todo mundo se lamenta de la resaca que arrastramos como nación, pero muy pocos voltean a ver cómo cada tres años nos emborrachamos de fiesta electoral. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tu opinión es muy importante ¡Súmate al debate y déjanos un comentario!