El 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el objetivo del mismo es, en palabras de la UNESCO: “informar a los ciudadanos acerca de las violaciones a la libertad de prensa [...] recordarles que en decenas de países alrededor del mundo las publicaciones son censuradas, [...] mientras que periodistas, editores y publicadores son acosados, atacados, detenidos e incluso asesinados. Es una fecha para fomentar y desarrollar iniciativas en favor de la libertad de prensa”
Viene al caso porque el pasado lunes Javier Valdez Cárdenas, colaborador de La Jornada y fundador del semanario Ríodoce, perdió la vida cuando sujetos encapuchados lo interceptaron en el centro de Culiacán y le abrieron fuego contra él. El comunicador llevaba tres meses recibiendo amenazas de muerte y su caso se suma a los de otros cinco periodistas que han fallecido en lo que va del año.
Unas horas más tarde, ese mismo día, se hacía un intento por quitarle la vida a Sonia Córdova, subdirectora del semanario “El Costeño” en Jalisco. Sobrevivió de milagro. Su hijo, que la acompañaba, no corrió con tanta suerte.
Ejercer el periodismo en este país se ha convertido en un deporte de alto riesgo, un oficio que requiere redaños y mucha vocación. Quizá ya no se tiene la ley mordaza evidente de los tiempos de la dictadura del PRI, pero aún hay una amenaza velada para el que incomoda con preguntas. El caso de Javier Valdez es un raya más a un tigre que, desde el año 2000, ha acumulado más de 100 en su colección. ¿No me cree?
Artículo 19 (organización internacional en favor de los derechos humanos; en concreto de la libertad de expresión y el derecho a la información) señala que de las 800 investigaciones indagatorias que ha abierto la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión en los últimos seis años, sólo se han resuelto tres. Sí, tres. El 99.75% siguen en el limbo y los culpables sin castigo. Permanezca sentado, aún hay más. De todas las incidencias documentadas en 2016, más de la mitad fueron perpetradas por agentes del Estado.
Habrá medios parciales e imparciales, de corte liberal o conservador; habrá periodistas con cuyas ideas no comulguemos, columnistas de quienes no nos perdamos ninguna entrega y a otros con los que nos baste mirar su foto impresa para ponernos de malas y está bien. La pluralidad de ideas es importante. La libertad de expresión es piedra angular de la democracia.
México necesita a sus periodistas. Los necesita como primera línea de defensa contra la corrupción, como investigadores y escrutadores del actuar de políticos y funcionarios, como desenterradores de la verdad al servicio de la población.
Pero si los periodistas son la línea de infantería de reconocimiento, nosostros, la sociedad civil, debe de actuar como el resto del ejército y arroparlos apenas descubran algo, obligar a los implicados en el escándalo a responder por lo que hicieron y no dejar sólo al batidor para que una bala perdida lo silencie.
Está en todos.
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