No es mi intención alimentar el morbo al dedicarle al occiso el espacio semanal, pero es que mientras más notas leo respecto al tema, más enarco la ceja y más siento el escalofrío recorrerme la espalda. ¿Qué pasó con el señor Bonnin?
Sucede que originalmente el lunes, el INAI comunicó que Bonin había sufrido un infarto en al corazón dentro de las instalaciones del instituto y que fue trasladado de emergencia al Hospital Ángeles, donde poco tiempo después habría perdido la vida. La narrativa era la de una tragedia lamentable, pero no inusual, en estos tiempos donde la obsesión por el éxito está más fuerte que nunca y las presiones de la vida y el trabajo, aunado a un mal manejo del estrés, son receta para el desastre.
Las que llamaron la atención fueron las notas de ayer martes. Aparentemente, a los compañeros de Bonnin les pareció detalle menor y no digno de mención el que, antes del fatídico infarto que terminó quitándole la vida, Carlos Alberto se haya desplomado desde el quinto piso de las instalaciones del Instituto y que esa era la razón real por la que se lo llevaron de urgencia al hospital.
Aparentemente, admitieron luego, el comisionado había subido a la terraza en el quinto piso del edificio a fumar, tropezó con unos cables y, pasando por encima del barandal que delimita el área, cayó hasta la planta baja.
Primera pregunta ¿Por qué omitir esta parte de la narrativa en el comunicado original? (Y no, no se me escapa la ironía de que haya sido el INAI quien ocultara los hechos)
Aquí empiezan las coincidencias y los detalles convenientes. No hay vídeo del tropiezo. Las cámaras de seguridad captan la imagen de Carlos Alberto subiendo por las escaleras mientras habla por teléfono, luego entra a un punto ciego y cuando vuelve a aparecer en los vídeos, va cayendo.
No sé, un hombre de 38 años, sin discapacidad alguna, plenamente despierto luego de subir andando cinco pisos de escaleras y sin motivos ni tendencias suicidas conocidas, recién nombrado (en abril pasado) Comisionado responsable de hacer transparente la operación gubernamental, de pronto pierde la vida ¿por tropezarse con un cable? ¿y saltándose el barandal de seguridad?
Y no es solo la inverosimilitud de la caída, es el intento de ocultarlo, la rápida respuesta de la Procuraduría Capitalina para decir que “ninguna fuerza externa” lo había hecho caer…
Por la posición que ocupaba como responsable de transparencia ¿De qué no se habrá enterado este señor? ¿A cuántos no habrá incomodado? ¿En qué juego ya no quiso participar, o en qué situación se acomodó que prefirió la muerte a continuar?
Todo está en teoría, pero el escenario es tétrico, macabro. Casi del tamaño de las tragedias de Colosio y Ruiz Massieu, pero tantito más elegante. ¿Será que House of Cards no es nomas ficción, chatos?
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