miércoles, 17 de abril de 2019

Reforma Laboral: Posibles vs. Deseables

La iniciativa de Reforma Laboral sigue avanzando en sus cauces legales para convertirse en ley. Tiene ya la aprobación de la mayoría parlamentaria de la Cámara de Diputados y se detiene ahora en el pleno de la Cámara de Senadores para otra ronda de discusión y negociación. ¿Qué podemos esperar cuando se publique en el Diario Oficial de la Federación?

En general, la reforma es buena, pero también deja asignaturas pendientes. Su principal objetivo eran los sindicatos y garantizar que los procedimientos de elección de sus directivas salvaguarden el derecho al voto personal, libre, directo y secreto de los miembros sindicalizados. También evita que los dirigentes se eternicen a través de “periodos indefinidos” o similares. La reforma consigue pues, su objetivo principal. A partir de ahí conviene mirarla con lupa, porque la reforma “posible” quizá esté un tanto lejos de la que nos parecería ideal.

Antes, por ejemplo, sólo el sindicato podía pedir prórrogas para el periodo de pre-huelga, ese en el que ya se ha anunciado la intención de emplazar a huelga, pero se está priorizando la negociación y el acuerdo entre las partes. Con la nueva reforma la prórroga la pueden pedir tanto el patrón como el sindicato, pero se establecieron plazos máximos claros para evitar que se eternice la amenaza o se le den largas. Se incluyó un nuevo proceso legal para disolver sindicatos extorsionadores, que sin el aval de los trabajadores, llegaban a emplazar a huelga al patrón a cambio de lana; pero no hay sanciones para prácticas ilegales como paros, cierres de accesos o vandalismo en las instalaciones. Se prohibieron las clausulas de exclusión en los contratos colectivos, que limitaban el derecho de un trabajador a no tener sindicato; pero no se protegió ese derecho claramente en un artículo de la ley. 
El patrón ahora puede solicitar la calificación de huelga, no sólo el sindicato. Esto evita que se alarguen paros laborales con situaciones legales poco claras. Desafortunadamente, para hacerlo el patrón debe esperar 60 días después de estallada la huelga.

En cuanto a la aplicación de justicia laboral, la desaparición de las Juntas de Concilación y Arbitraje en favor de Juzgados de lo Laboral y Centros de Conciliación me resulta un tanto preocupante. Una vez más, la administración deja ir talento ya capacitado y con experiencia en el servicio público en favor de una reingeniería de los juzgados que se antoja larga y de resultados inciertos. Alfonso Bouzas Ortiz, integrante del colectivo Reforma Laboral Para Todos y académico de la UNAM, pronostica una implementación de “no menos de cuatro o cinco años” y habrá que ver cómo resulta afectada la avalancha de casos que diariamente reciben las actuales Juntas y los procesos en espera de laudos que ya tienen pendientes. Cierto, había mucho por mejorar en su operación interna, pero no hay garantía de que un borrón y cuenta nueva resuelva las cosas.

Afortunadamente, no todo son malas noticias. Se estableció la posibilidad de probar que el despido fuese justificado, aún cuando no se haya entregado aviso de recisión. Se eliminó la imposibilidad de revertir la carga probatoria (que hasta ahora siempre correspondía al patrón) y se implementan medidas para evitar que el trabajador pueda falsear sus condiciones de trabajo ante la autoridad, como el horario o el salario 

¿Qué no se consiguió y hubiera sido deseable? No hay garantías al derecho del trabajador a no pertenecer a ningún sindicato. Sigue siendo posible para una empresa tener varios contratos colectivos de trabajo. El emplazamiento a huelga aún lo puede hacer un sindicato por su cuenta, sin un acta de votación que conste que la mayoría de sus miembros están de acuerdo con el emplazamiento y las exigencias. Tampoco hay un mecanismo para que los trabajadores puedan terminar la huelga sin la intervención del sindicato. 

En resumen, es un paso hacia adelante. Le pegan a la autoridad de los sindicatos, pero no acaban de poner en manos de los trabajadores las herramientas necesarias para que puedan servirse de los mismos. También será importante ver qué estrategia de comunicación plantea el gobierno federal para que la clase trabajadora de este país realmente aproveche sus nuevos derechos.

Estaremos al pendiente.


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