miércoles, 3 de marzo de 2021

AMLO - BIDEN, el primer encuentro


Andrés Manuel López Obrador tuvo el lunes su primera reunión (virtual) con su nuevo homólogo estadounidense, Joe Biden. Para México esta era una primera reunión “de aproximación”, frente a un nuevo liderazgo en el país vecino que se antoja bien distinto al de Donald Trump, con quien se había alcanzado cierto tipo de entendimiento intercambiando favores.

Por lo que he leído de la reunión, ese modus-operandi se acabó. La cancillería y el gobierno mexicanos intentaron poner una buena cara y pintar las cosas de la mejor manera con calificativos positivos y frases hechas. Tatiana Clouthier, por ejemplo, se aventó la puntada de decir que fue una reunión “muy bonita”, lo que sea que eso signifique para el país. Pero para enterarnos de anuncios concretos, acuerdos alcanzados o vías de trabajo compartidas, el silencio fue más contundente y elocuente que cualquier declaración.

De los pendientes que llevaba López Obrador a la reunión, en ninguno se avanzó. Sugería, por ejemplo, que Estados Unidos enviara en calidad de préstamo algunas vacunas a México. Punto muerto. La portavoz del presidente Biden, Jen Psaki, fue categórica en la rueda de prensa “No, el presidente (Biden) ha dejado claro que está centrado en garantizar que las vacunas sean accesibles para todos los estadounidenses. Ese es nuestro foco».
Y está en absolutamente todo su derecho, el país vecino no tiene por qué estar rescatando a la administración lopezobradorista del problema de desabasto en que se metió por su propia incompetencia y no hacer los pedidos del inmunizante en tiempo. Pero la claridad y contundencia de Biden contrasta con la actitud más permisiva y negociadora de Trump.

El comunicado de prensa conjunto posterior a la reunión hace mención del acuerdo para «afrontar las causas de raíz de la migración regional, mejorar la gestión de la migración y desarrollar vías legales para la migración», pero ahí no se toca la idea de López Obrador de revivir el Programa Bracero, lanzado durante la Segunda Guerra Mundial y que permitía a trabajadores mexicanos migrar a Estados Unidos de forma legal, para compensar el déficit de mano de obra estadounidense. Es claro que nuestro vecino está enfocando las baterías en regularizar a los 11 millones de indocumentados que ya viven en Estados Unidos, antes de hacerse con nuevos migrantes. (Como nota al margen, con la friolera de 41 mil 283 millones de dólares enviados a México desde Estados Unidos, las remesas rompieron un récord anual en 2020)

Luego está el tema más contencioso: el energético, de respeto al nuevo tratado de libre comercio y de combate al cambio climático, que forman parte de la agenda de Biden y en donde ambos mandatarios están en posiciones antagónicas y en donde la Contrareforma Energética que prioriza las energías sucias en México juega un papel importante. A botepronto, el comunicado conjunto es vago y habrá que ver cómo se desarrolla en el futuro. Ya hay una minera canadiense solicitando arbitraje internacional contra nuestro país en los términos del tratado y si la reforma tiene éxito serán muchas más.

Finalmente, el tema de la seguridad, que aparentemente no se tocó, pero que está ahí como herida abierta luego del abuso de confianza del gobierno mexicano de liberar a un sospechoso (Cienfuegos) y exponer la carpeta de investigación que la DEA había compartido con las agencias de seguridad mexicanas. No estamos “peleados”, pero evidentemente cualquier iniciativa de cooperación anda sumergida en la hielera al punto en que ni se menciona en el comunicado conjunto.

Así las cosas pues, con el primer encuentro con el nuevo mandatario de los Estados Unidos. La relación se antoja difícil y tortuosa en los primeros meses, más allá de las palabras bonitas y los elogios intrascendentes.



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