miércoles, 23 de febrero de 2022

Al bully se le hace frente

So pretexto de proteger a la población alemana en la región y citando agravios producto de la injusta repartición del territorio luego de los Tratados de Versalles, Adolf Hitler ocupó por la fuerza las regiones fronterizas del norte y oeste de Checoslovaquia, conocidas colectivamente como los Sudetes. La anexión de estos territorios, la presión política interna y externa que ejerció la Alemania nazi para conseguirlos y la inestabilidad resultante, dejaría al resto del país incapaz de resistir a la posterior ocupación, que se daría apenas meses después.

Muchos factores se conjugaron para que se diera esa ocupación. Tan sólo en Alemania influía la presencia de un carismático gobernante, el avivado sentimiento de una gloria pasada perdida, la sensación de injusticia y el orgullo herido por una dura derrota relativamente reciente. Quizá el más importante factor, sin embargo, fue la complacencia de las potencias aliadas, la falta de aplomo y arrestos de sus liderazgos, la idea de que nadie quería repetir una guerra.

Es fácil juzgar con el beneficio de la retrospectiva, pero la frase de del primer ministro británico, Neville Chamberlain, es evidencia clara de hasta donde Hitler supo jugar con la liga de la amenaza de guerra, de la tibieza y el miedo. “He regresado de Alemania con paz para nuestro tiempo” sentenció, habiendo regresado con los Tratados de Múnich, “la resolución al problema checo” como lo llamó entonces. Menos de un año después el planeta quedaría sumido en un conflicto que le arrebataría la vida a 60 millones de personas. Porque a Hitler se le dejó hacer lo que le viniera en gana.

El lunes vivimos una circunstancia que es escalofriante de tan similar. Un carismático gobernante, avivando un sentimiento de grandeza perdida y de injusticia, cuestionando la legitimidad de un estado nación independiente dio los primeros pasos para anexarse territorios so pretexto de “proteger a la población rusa”. Y la respuesta de las democracias libres ha sido de extrema tibieza. Las sanciones económicas, me atrevo a decir, estaban perfectamente calculadas y presupuestadas por el Kremlin. No serán suficiente. Y Emmanuel Macron podría convertirse en el nuevo Chamberlain. Tampoco ayuda, como entonces, que Estados Unidos esté dividido y aislado, alejado del escenario internacional por sus gobiernos recientes.

El valiente es fuerte hasta que el cobarde quiere. Al bully se le hace frente, al tirano se le contesta, al déspota se le aísla y derriba. No se negocia con quien llega a poner las armas sobre la mesa.

Temo por las consecuencias de un conflicto a gran escala, pero veo también el preocupante patrón que se está formando, que empezó con Crimea y ahora continúa con Donetsk y Lugansk y el precedente de que en pleno siglo XXI con la fuerza de las armas, el estado de derecho y la autodeterminación de las naciones pueda ser sencillamente ignorado, a pesar de todos los mecanismos que hemos construido para que supuestamente no suceda.

“A menudo es esencial resistir una tiranía antes de que exista. No es una respuesta decir, con distante optimismo, que el ardid autoritario está solo en el aire. Un golpe de hacha solo se puede parar mientras está en el aire.”

                            - G. K. Chesterton




miércoles, 16 de febrero de 2022

El tema no es la casa, ni los periodistas...

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda y aunque el presidente pregone austeridad republicana y justa medianía, el de las casas en Houston es el segundo periodicazo que le acomodan sus hijos para exhibirle su verdadera naturaleza; la de un corruptazo consumado.

El primero fue el escándalo de Chocolates Rocío y Hugo Chávez Ayala, su socio y operador que se está haciendo millonario usando Sembrando Vida para pagarle desarrollos cacaoteros que luego le venden su producción a precio de ganga. Ahora nos enteramos que José Ramón López Beltrán, hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, anda rentándole un humilde jacalito de 20 millones de pesos en Houston a Keith Schilling, alto ejecutivo de una empresa petrolera. ¿Y eso qué tiene de raro? Bueno, pues que desde agosto de 2019 (cuando José Ramón López ocupó la casa) y hasta julio de 2020, la empresa de Keith Schilling, Baker Hughes, recibió contratos de PEMEX por 194 millones de dólares, equivalentes a unos 3,900 millones de pesos.

Cuando poco, se trata de un conflicto de interés importante, cuando mucho, apesta a acuerdo previo, a arreglo “por fuera”, a prebenda, negociación y corruptela. Los involucrados han intentado negar cualquier vínculo, incluso que tenían conocimiento de quien era el otro, pero es poco probable, dada la forma en la que se se dan los contratos de arrendamiento en el estado de Texas. Debió aparecer en la investigación que López Beltrán era una persona “políticamente expuesta”, al menos si fue honesto en el trámite (de lo cual no hay certeza alguna, pero le daremos el beneficio de la duda).

Sea como fuere, la investigación se consideró lo suficientemente seria como para que un grupo de inversionistas de Baker Hughes, que pueden perderle mucha lana, presentara una solicitud para investigar a través de una carta dirigida al comité de dirección de la compañía y marcando copia a la Comisión de la Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) y al Departamento de Justicia, porque de aquel lado no se andan con tarugadas y hay mucho en juego.

Lo que siguió de este lado ha sido el peor manejo de crisis que he visto en cualquier gobierno en mucho, mucho tiempo. Primero, que si era la nuera del presidente, Carolyn Adams, la que pagaba la renta y no José Ramón. Luego, que ni sabían a quién le rentaban. Días después, que sí era José Ramón el pagano, con su sueldo como abogado. ¡Pero, oh sorpresa! Resulta que trabaja para un hijo de Daniel Chávez Morán, fundador de Vidanta —un consorcio con 30 desarrollos turísticos de lujo—, que compró 200 millones de pesos en boletos de lotería para “rifar” el avión, es integrante del consejo asesor de López Obrador y además representante de la presidencia en la supervisión del Tren Maya. Acusarse de un segundo conflicto de interés para tratar de zafarse del primero debe estar entre las jugadas más surrealistas de la historia moderna de este país, un autogol espectacular. Y ni hablar de violar la Constitución dando a conocer datos personales del periodista que te exhibió, o de la ineptitud política de exhibir a tus amigos (Daniel Chávez, Vidanta) con tal de salvarle el pellejo de tu vástago

Desplegando tan maravilloso juego defensivo, creo que nunca antes había estado la actual administración tan vulnerable como la ha estado las últimas dos semanas. Era el momento perfecto para robarle la narrativa y trascenderlo, evidenciarlo como el tartufo irrelevante que es en realidad y empezar a proponer, empezar a construir.
Sin embargo ¿qué está haciendo la oposición? En lugar de aislarlo, le da vida. Se enfrasca en una conversación improductiva e irrelevante con el estrado montado en Palacio Nacional, le da oxígeno, le presta legitimidad. ¿Qué necesidad, caramba?

Como ciudadanos, nos toca jalarle las orejas a nuestros representantes y “líderes de la oposición” desde lo local. Recordarles que el diálogo es con nosotros, los mexicanos que vamos a votar y que queremos trabajar por un mejor país. Porque juntar a 65 mil personas en un espacio virtual bajo la etiqueta de #TodosSomosLoret podrá parecer un acto muy contestatario, pero no sirve de nada si no construye alternativas. 
¿Y sabe qué? Hay que usar lo local como palanca. Por ejemplo, tras las declaraciones de poner “en pausa” la relación con España Mauricio Kuri González, gobernador de en Querétaro, fue veloz para declarar que “Tenemos aquí abierto el estado para la inversión tanto española como cualquier parte del mundo. (…) En Querétaro estamos puestos y dispuestos para recibirlos” y a pregunta expresa, hacerse a un lado, trascender el discurso de la mojiganga con la banda presidencial: "Prefiero no opinar", "Desconozco los motivos de las declaraciones, es un tema de diplomacia mexicana pero aquí en Querétaro hay una gran colonia de descendientes españoles, y una gran cantidad de empresas”.

¡Que refrescante postura! ¡Qué envidia, caray! Bien por Querétaro... ya nomás nos faltan los otros 31 estados, la "oposición" de ambas cámaras y más de 120 millones de mexicanos.
¡Plop! ¡Ya merito!



martes, 8 de febrero de 2022

La importante relación Estado - Sociedad

Un periódico español publicó la siguiente nota la última semana de enero.


El titular se presta, creo, para debatir con ganas sobre los alcances que tiene el Estado en la Sociedad, su interacción, cuánto esperamos que interfiera una con la otra y en qué dirección. No hay manera de separar los dos, desafortunadamente. Las leyes promulgadas por un gobierno necesariamente influirán en el desarrollo de la sociedad que gobierna y un estado sin ley no es tal. Hay sin embargo, grados de intervención y sobre todo, hay un flujo de quién alimenta a quién.

La alemania nazi o la rusia soviética tuvieron mecanismos específicamente diseñados para darle forma a la sociedad que querían. Las Juventudes Hitlerianas fueron establecidas por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán en 1926; siete años antes de que el Partido llegara al poder en 1933. Los soviéticos por su parte tenían el Komsomol, contracción para Unión Comunista de la Juventud, establecida apenas un año después de iniciada la Guerra Civil entre Rojos y Blancos. Hubo también esfuerzos conscientes por establecer (y limitar) el papel de la mujer alemana a su faceta reproductiva y nada más. Los soviéticos tuvieron más éxito en integrar a las damas a la vida laboral y educativa, pero ignoraron la representación política. Stalin clausuró las asociaciones de mujeres bajo la acusación de «feminismo burgués», que generaba división y atentaba contra la unidad de la clase trabajadora.


Uso el ejemplo de Alemania y de la Unión Soviética porque pretendo señalar que a pesar de estar supuestamente en extremos opuestos del espectro político de izquierdas y derechas, ambos regímenes recurrieron al Estado como agente coercitivo, para imponer por la fuerza la manera de pensar que juzgaron correcta y acabar con la disención.
Hoy veo ese mismo peligroso patrón: la radicalización de todo el espectro, la incapacidad o el desinterés de los participantes por sostener un diálogo y alcanzar acuerdos. Y sobre todo, la peligrosa inversión del flujo: no es la sociedad, el grupo de personas interrelacionadas que comparten y forman cultura y civilización, la que alimentan al Estado y las leyes que los amparan a todos; sino grupúsculos, mayoritarios o minoritarios, que pretenden usar al Estado para darle forma y alinear a la sociedad a su manera de pensar. Insisto, a todo lo ancho del espectro político.

En este espacio siempre hemos defendido un estado minarquista, un gobierno mínimo para preservar la libertad y la neutralidad de las leyes. Desde esa perspectiva, esta y otras iniciativas parecidas en las que el Estado se yergue como padre putativo son inaceptables, pues le está quitando a la sociedad (representada en este caso por los padres y madres de familia) la tarea, la responsabilidad y la oportunidad de autodeterminarse. Le está quitando la capacidad de SER sociedad.

“Esos niños van a crecer en un ambiente que fomenta el odio / la discriminación / con angustia emocional”

Quizá, y será muy lamentable. Pero si la sociedad realmente se está moviendo en la dirección que esta, o cualquier otra ley del estilo señale, será más fácil que el chico o chica pueda mirar hacia afuera de su pequeño círculo familiar, se percate de las alternativas y decida su propio rumbo, aunque tenga que esperar hasta su adultez; a que, sumergido en una sociedad homologada e impuesta desde el Estado, encuentre otras opciones.

Irónicamente una sociedad más dispersa, celular y fraccionada en núcleos familiares, es por definición más diversa que cualquier monolito estatal; hay más oportunidades de disentir y hay más oportunidades de accionarla y moverla.