Sigue la pelea campal por el INE. Aunque el objetivo principal de parar en seco las reformas constitucionales se consiguió, el régimen jugó la carta del “Plan B” de reformas a leyes secundarias, que sólo necesitaban mayoría simple. No desespere, querido conciudadano; ni por asomo está perdida la batalla, pero es necesario que sigamos al pie del cañón, que continuémos dándole seguimiento al asunto y haciendo presión sobre los legisladores.
Para ello, primero lo primero ¿Qué se aprobó?
El dictamen, de unas trescientas páginas, se aprobó en la madrugada de hoy sin previa lectura, sin turnar a comisiones para análisis; sin el más mínimo respeto al proceso legislativo. Entre sus modificaciones más graves están la eliminación del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), esa útil herramienta que nos permitía oírnos a dormir con una idea clara de quién había resultado ganador. En su lugar, lo fusionan con el cómputo general de la elección, que empezará el domingo mismo de la jornada electoral y se transmitirá en tiempo real. No se confunda, un proceso más lento sólo sirve para que los actores ganen tiempo para intervenir o negociar de una u otra forma. Es añadirle una vulnerabilidad innecesaria al robusto sistema electoral.
Otra modificación importante es el desdentamiento al INE y al Tribunal Electoral, pues desaparece sus facultades para sancionar a funcionarios que hagan campaña anticipada o cancelar candidaturas por faltas graves.
Pero quizá la más peligrosa modificación es la orden de implementar, en los próximos cinco años, el voto electrónico. La tarea se la encarga al da al CONACYT, a pesar de carecer de infraestructura o experiencia en materia informática o electoral. Pero es una institución ya a modo, en manos de la Dra. Elena Álvarez-Buylla, simpatizante del régimen, y eso es todo lo que se necesita.
El voto electrónico desconecta al ciudadano del proceso y le roba al resultado la legitimidad que sólo el conteo abierto y público que hacen los voluntarios pueden darle. Por supuesto, abre además la puerta a un montón de interferencias digitales que ya hemos discutido en este espacio.
¿Qué sigue y dónde están ahora las líneas de batalla? En el Senado. La presión debe ser general independientemente del partido; pero hay una oportunidad especial en Ricardo Monreal y la bancada morenista. Ricardo sabe que el régimen ya no le va a soltar el poder, no forma parte de las corcholatas, ni le va a dar aire a sus aspiraciones. Si pretende crecer, tiene que jalar con la ciudadanía. Si pretende ser candidato, un primer paso es que haga prevalecer el orden legislativo y se tuerza las reformas que su contraparte en la Cámara Baja, Ignacio Mier Velazco, operó con tanto desparpajo. Está en él si decide abrazar el pensamiento independiente y ciudadano, o decide seguir siendo tapete del régimen.
A la “oposición” también habrá que arrearla. Concretamente, habrá que presionar a los Senadores (para matar las reformas antes de que vean la luz) y también a todo el poder legislativo. Las reformas aprobadas por los diputados de Morena son anticonstitucionales y se saltaron el debido proceso. ¿Qué recursos legales intempodrán y seguirán hasta sus últimas consecuencias?
Como pueden ver, mexicanos, vamos ganando. La moratoria Constitucional funciona (es la tercera reforma Constitucional que se le muere, al inquilino de Palacio) pero aún hay mucho que hacer. Ojalá nos lo tomemos en serio y nos sirva para ser ciudadanos despiertos de aquí en adelante.
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