miércoles, 8 de noviembre de 2023

¿La ley? Una sugerencia...

Si algo nos ha demostrado la clase política en este sexenio, es que la ley se acomoda al gusto de quienes la ejercen, sin el menor pudor. Y quienes están llamados a defender esa misma ley, no están exentos de contraer esta fiebre de querer doblarla. Para muestra, el botón de Arturo Zaldívar.


Desde hace años los votos y las intervenciones de Zaldívar indicaban una clara preferencia por beneficiar o allanarle el camino al presidente, al que nunca le ha gustado ni se ha sentido cómodo jugando dentro del marco legal. Zaldívar fue pieza clave para, por ejemplo, posponer discusiones de temas complicados, como el traspaso de la Guardia Nacional a la SEDENA.  O volver a redactarle la pregunta de su consulta sobre enjuiciar a expresidentes, para que no fuera inconstitucional. O remover a Janine Otálora como presidenta del Tribunal Electoral. O avalar la extensión de su mandato como presidente de la Corte, propuesta por el presidente y a todas luces ilegal.


Hoy esa relación comparsa abandona la sombra para ocupar las primeras planas, descarándose además y como cereza del pastel, con un acto ilegal.

Arturo Zaldívar Lelo de Larrea presentó ayer, martes, su renuncia al presidente Andrés Manuel López Obrador como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.  Y en la carta su lenguaje, ese gran delator, dice quizá más de lo que pretendía.

Habla de su tiempo (14 años) como Ministro, de los criterios que impulsó, de las políticas públicas en beneficio de los derechos humanos, etc. Pero, pese a que nada ha cambiado en el cargo que ostenta y en las atribuciones que tiene y a las que tan buen uso ha dado en estos últimos 14 años (según él), siente que “las aportaciones que puede realizar [...] se han vuelto marginales”. Y que en definitiva le iría mejor y considera “de la mayor importancia sumarse a la consolidación de la Transformación de México”.


Después de semejante carta de despedida, sólo a los más incautos pudo haber sorprendido que dos horas y quince minutos después, la delfín del régimen publicara una foto con el exministro, muy sonrientes los dos, anunciando el acuerdo para “trabajar juntos para avanzar en la transformación del país”


A Zaldívar le ruge la tripa y le urge un hueso. Y tan desesperado está que se olvidó que el artículo 98 de la Constitución que como Ministro juró hacer valer estipula con claridad que las renuncias a la Suprema Corte sólo proceden “por causas graves” Su gravísima necesidad de conseguir el siguiente encargo en las faldas políticas del partido en el poder difícilmente califica.  Ni el Presidente de México debería aceptarla, ni el Senado Mexicano aprobarla. Pero lo dicho, la ley se acomoda al gusto de quienes la ejercen.


La salida tan oportuna también beneficia al Presidente, que en ocaso de su mandato tiene ocasión de nominar una terna para ocupar la posición vacante. Las posiciones de la SCJN son por quince años, así que básicamente le están dando la oportunidad de nombrar a una persona que pueda incidir y representar sus intereses en el poder judicial durante los próximos dos sexenios. ¡Tremendo regalito de despedida de su comparsa Zaldívar!


Nombres y apellidos, mexicanos. Si queremos un país en donde el estado de derecho valga, es imprescindible dejar fuera a quienes la ley les parece meramente una sugerencia.




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