miércoles, 27 de mayo de 2015

Uber

Lo evadía por ser el tema de moda. Leí a muchas plumas, mejores y más agudas que la mía, argumentando a favor y en contra. Encontré muchos de mis argumentos ya plasmados en esas columnas de opinión. Me figuré que en poco o nada podría contribuir al debate.
Luego pasó lo del lunes y me ganó la risa. Supe que no podía seguir dejándolo de lado.

En primer lugar, aclarar que no me extraña que los ánimos de protesta y plantón estén exacerbados. Estamos en periodo electoral y cada grupo, sindicato y movimiento aprovecha la coyuntura para mostrar músculo y meter en jaque a quienes están ocupados persiguiendo votos. En el mejor de los casos, lo hacen bajo las órdenes de sus líderes que buscan mayores concesiones y prebendas; en el peor, de algún político que les protege o hace de la vista gorda a cambio de cuotas y moches.

Los taxistas están en este segundo grupo: protegidos por un gobierno que establece barreras de entrada artificiales al sector del transporte público individual y que les permite monopolizar el sector con un servicio mediocre; pero al mismo tiempo están obligados a pagar por permisos, tarjetones, placas y moches para sostener al operador político que les da esa "protección".

Su protesta, desde el punto de vista de mercado, es un absurdo monumental.  Es como si Blockbuster se quejara del advenimiento de Netflix, o las agencias de viaje de que aerolíneas y hoteles permitan la compra y reservación por Internet.  La iniciativa privada, en un intento por atraer al cliente a su producto o servicio, tiende a innovar, a cambiar constantemente las reglas del juego en beneficio del consumidor. Si permitiéramos que se detuviera así el progreso, probablemente seguiríamos utilizando velas para no perjudicar a los fabricantes de cera.

Pero su reclamo, desde el punto de vista político, tiene muchísimo sentido. Se trata del operador político defendiendo su fuente de ingresos y de poder. Si el taxista concesionario desaparece, desaparecen también las cuotas, marchas y plantones; desaparece la herramienta con la cual coacciona al gobierno para conseguir lo que quiere.  

Si la demanda de los taxistas de competir en igualdad de condiciones fuera legítima, pedirían que se les liberara del yugo tributario y de corruptelas que tienen que sortear para trabajar. Pero en su lugar piden que desaparezcan a la competencia, o que la sometan a las mismas condiciones, al mismo servilismo a un cabecilla político.

Tristemente, por la coyuntura electoral, el circo del lunes funcionará. Como consecuencia de las protestas en Tlalpan y Reforma, el día de hoy el GDF ya recibió a representantes del gremio para "dialogar". Cedió a las exigencias de un grupo que tomó secuestrada a la ciudad y con ello incentivó a que se sigan dando este tipo de plantones y protestas y a que se perpetúe el modelo de los grupos de choque del político en turno.


Mientras se sigue dirimiendo qué ocurrirá con empresas como Uber y Cabify, en las preferencias del consumidor las alternativas privadas le siguen comiendo terreno a la alternativa gubernamental. Durante las protestas del lunes, Uber utilizó una brillante estrategia y regaló dos viajes de menos de $150.00 a cada uno de sus usuarios. La descarga de la aplicación experimentó un incremento del 800%. No cabe duda: para vender vale más servir que tener padrino político.

1 comentario:

  1. Felicidades Alejandro De Tu Abuelo Pino (Humberto Orozco Gavaldón)

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