Un niño de nueve años mató por
accidente a su prima, de cuatro, luego de encontrar una pistola en una cajonera
de su casa. De acuerdo con las declaraciones recogidas por la autoridad que
investiga el caso, aunque Isidra Pérez García (la madre del niño) sabía que su
marido guardaba la pistola en el cajón, creía que el arma no servía.
No hay ningún elemento en la
historia que indique intencionalidad, por supuesto; pero quizá valdría la pena
considerar un caso de negligencia contra ambos padres del niño. El arma no sólo
funcionaba, sino que estaba cargada.
El control de armas en México es
uno de los más estrictos del mundo. La SEDENA es el único organismo del país que
puede comercializar armas, previo registro e investigación de antecedentes
criminales de la persona que pretende hacerse con una. La lista de requisitos
es enorme (entre otros, tener su cartilla del Servicio Militar Nacional) y el
mismo nombre del trámite ("Permiso EXTRAORDINARIO para la Adquisición de
Armas de Fuego y Cartuchos Otorgados a Personas Físicas [Civiles]) nos habla de
la reticencia general del Gobierno para permitir que sus ciudadanos anden
armados.
Y aún así, personas como los
padres de este niño (que evidentemente no sabían mucho de armas de fuego o cómo
usarlas) las consiguen. Los narcotraficantes, secuestradores y asaltantes también
las consiguen. ¿Qué hacer entonces? ¿Apretar la legislación? ¿Relajarla?
En respuesta a los sangrientos y
cada vez más frecuentes tiroteos en el vecino país del norte (como el de San
Bernardino, California, en Diciembre pasado) Barack Obama acaba de presentar
una Acción Ejecutiva (legislación directa, que no tiene que pasar por la cámara
de representantes) para fortalecer los controles y regulaciones a la posesión
de armas en Estados Unidos.
Sin embargo, activistas de la
posesión y uso de estas herramientas, recolectan en sus redes sociales y
portales de internet innumerables notas de personas que evitan una violación,
un robo o un allanamiento en sus hogares con la ayuda de algún tipo de arma de
pólvora. ¿Debemos quitárselas de las manos?
En realidad, no importa. FactCheck.org
demostró que no hay un patrón discernible, ni evidencia suficientemente clara o
convincente en las estadísticas que muestre que leyes más estrictas tengan algún
impacto en la criminalidad, siquiera en el número de homicidios. Las pistolas
no matan gente, la gente mata gente. Y quien quiere matar, quien está dispuesto
a llegar a ese extremo, no necesita un arma de fuego para llevar a cabo su
terrible acto.
Aún si prohibieras de manera
efectiva las armas de fuego, todo lo que necesitas para fabricar una lo puedes
encontrar en un Home Depot y desde 2012 puedes encontrar en internet los planos
para, con una impresora 3D, construir una pistola completamente funcional. ¿De
verdad sigue teniendo sentido hablar de regulación?
Si no puedes establecer una
prohibición efectiva; ni evitar el contrabando y tráfico que aprovisiona a los
cárteles y delincuentes y si la prohibición no tiene ningún efecto positivo
notorio en el índice de crímenes y homicidios ¿Por qué molestarse en
implementarlo?
La pobreza tiene una correlación
más directa con el crimen violento que el acceso a armas de fuego. Educación y
pobreza están fuertemente ligadas. No tenemos un problema de armas, tenemos un
problema cultural y educativo. ¿No tendría mucho más sentido invertir en el
desarrollo del país, que dilapidar recursos en llevar registros y controles
inútiles?
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