El día de ayer, por invitación de uno de mis exprofesores de la licenciatura, asistí a lo que anunciaron como una “Sesión Grupal de Retroalimentación” en el Club de Industriales de Jalisco. Se trataba de opinar sobre la campaña en la cual, desde hace año y medio, ha estado trabajando la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN). El objetivo del proyecto es revitalizar la confianza al interior del país, la imagen que tenemos de nosotros mismos como nación, de lo que aquí producimos y de las empresas nacionales que con gran esfuerzo llevan a cabo dicha producción
Fue una charla interesante, llena de ideas sobre cómo unir y animar a un México pesimista y por momentos hasta derrotista. Me duele quedarme con la impresión de que, a pesar de que el proyecto ha estado en el tintero por más de 18 meses, no fue sino hasta hace 4 —con la victoria republicana en el vecino del norte— que realmente se le metió acelerador. A los mexicanos nos urge un cambio de paradigma completo desde hace mucho tiempo, no sólo por la llegada de Trump al salón Oval.
Pienso que el de CONCAMIN es un esfuerzo loable, incluso si soy escéptico con respecto a sus alcances y su éxito. Ya he hablado antes de cómo no soy fan de la “unidad nacional” y el “bien común”, por los peligros que conlleva para las libertades individuales. Apelando al nacionalismo corremos el riesgo de que sea mal entendido, o aprovechado por caudillos que nos enseñen (en palabras del comediante Doug Stanhope) a temer y a odiar a personas que no conocemos (para que el caudillo tenga el poder de “protegernos” de ellas) y a sentirnos orgullosos de éxitos en los que no tuvimos parte alguna (para que no nos duela nuestra miseria). No sólo eso, sino que una campaña que invite a sentirse orgulloso del México actual trabajará en contra de esa chispa de cambio que tanto nos urge.
Creo, y así lo expresé durante mi turno en la sesión, que la estrategia y nuestras baterías deberian estar enfocadas en algo diferente: en el cambio individual.
“Sé el mexicano con el que te gustaría encontrarte en la calle”, fue una de las propuestas. Porque tampoco va a servir que yo me emocione con un spot de televisión sobre mi país y salga con el pecho henchido de orgullo sólo para encontrarme, nomás al salir de mi casa, con el montón de basura que éste México y sus mexicanos tiran en la calle todos los días; con el conductor que no respeta los señalamientos y prefiere arriesgarse a que le rayen el coche que dejar pasar; o con el ciudadano que trae en la cabeza como mantra “el que no tranza no avanza”
“Sé el mexicano con el que te gustaría encontrarte en la calle” Porque entiendo que mucho de nuestro malinchismo es aspiracional. Nos gustaría ser primermundistas. Por eso nos desvivimos por comprar Abercrombie, o Lacoste, porque eso es lo que usan allá. Por eso una empresa mexicana, con un dueño oaxaqueño tiene que nombrar su franquicia Black Coffee, así, en inglés. Pero si copiamos en marcas y modas, también deberíamos copiar otras cosas: como la honestidad, la pulcritud, el respeto a los espacios públicos.
“Sé el mexicano con el que te gustaría encontrarte en la calle". Porque si todos fueramos ese mexicano, ¡cuán distinto sería México!
Soy ese mexicano desde hace tiempo y en mi entorno las cosas mejoran. La sociedad es sistemica si aportas cosas la cambias. Tu sistema familiar, laboral, y vecinal cambia. Pero si hay un mexicano que no quiero toparme, por sucio, ladron, tranza o lo que sea lo alejo de mi circulo y curiosamente mis projimos tambien y en justicia eso es bueno por que un delito es castigado por la sociedad no por la ley
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