En México nos hemos (mal)acostumbrado a que la clase política nos trate
con la punta del zapato. Tan es así, que hemos aprendido a anticipar el golpe,
a adivinar desde lejos la siguiente trastada y a reconocer a la distancia las
oportunidades de que el gobernante abuse de su gobernado. Éste increíble poder
de premonición, sin embargo, parece venir con la maldición de que sin importar
por cuánto nos adelantemos a los acontecimientos, jamás conseguimos alzar a
tiempo un escudo que los desvíe, o apartarnos de la trayectoria de la acometida.
Después de los trágicos sismos del 7 y 19 de septiembre del año pasado,
varias organizaciones civiles señalaron la posibilidad de que los recursos que
se reunían con el apoyo solidario de todos los mexicanos, tuvieran un fin
distinto al del apoyo a damnificados; esto es, que acabaran en los bolsillos
del político en turno. Se nos llamó a estar atentos, a vigilar el destino de
dichos donativos. Durante un tiempo (el inmediato posterior a la tragedia) lo
hicimos bastante bien, denunciando a gobiernos locales que estaban reteniendo,
entorpeciendo o redirigiendo la ayuda. Por desgracia, bajamos la guardia.
Esta semana, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) hizo
pública una investigación realizada por la Comisión Nacional Bancaria y de
Valores. Resulta que el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros
(Bansefi, la encargada de distribuir la ayuda recabada) emitió más tarjetas de
débito que damnificados tenía en el registro. Algunos nombres aparecen hasta en
34 plásticos, aunque al beneficiado en cuestión sólo le llegara una (a veces,
ni eso). En total, quedan volando casi setenta millones de pesos y una maraña
de irregularidades que comenzaron desde noviembre pasado, cuando
sospechosamente clonaron cientos de tarjetas.
¿Es un error honesto? ¿Es un fraude vil? Difícil de decir, pero piensa
mal y acertarás, reza por ahí un dicho. El titular de Bansefi es ni más ni
menos que Virgilio Andrade Martinez, el mismo que “investigó” el conflicto de
intereses del presidente, su esposa y su entonces secretario de hacienda Luis
Videgaray por lo de la Casa Blanca, y resolvió exonerarlos a los tres. José
Antonio Meade lo rescató y lo puso a la cabeza de Bansefi hace un año y bajo su
cargo, la institución fue reprobada por el INAI en Transparencia (con una
calificación de 28 puntos sobre 100). E igual que con la Casa Blanca, la
responsabilidad de la entrega de miles de tarjetas para que los damnificados
del sismo reinicien su patrimonio le fue dada por mandato presidencial directo.
¡Ah, por cierto! Éste personaje ha dicho frente a micrófono abierto: “La
corrupción es un asunto cultural que forma parte de los seres humanos que
siempre buscamos rentabilidad comercial y respondemos a otros incentivos” Con
esta información ¿Usted que opina? ¿Hay o no hay mano negra en el asunto?
Aun suponiendo, sin conceder y sólo por lo que dure el argumento, que
como señala Andrade la corrupción es inherente al ser humano; robar
descaradamente a quien lo ha perdido todo de la noche a la mañana y se
encuentra en una situación en extremo vulnerable requiere convertirse en una
muy particular y execrable subespecie de sabandija. ¿Con qué cara puede nuestro
presidente llenarse la boca amenazando con que a los criminales “ni perdón, ni
olvido” cuando tiene a semejante aglomeración de timadores y descuideros en sus
propias filas? ¿Qué ha pasado con la Fiscalía Anticorrupción y el combate a la
impunidad, ambas promesas de su campaña?
Mexicanos, necesitamos sacudirnos la idea de que ésto es inevitable;
liberarnos del yugo de la resignación, que es la mejor aliada de estos
sinverguenzas y que con cada escándalo que queda impune se hace más y más
profunda. México merece más. Todos merecemos más, porque lo que están haciendo
en Chiapas y Oaxaca no tiene nombre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu opinión es muy importante ¡Súmate al debate y déjanos un comentario!