miércoles, 17 de enero de 2018

Sacar tajada de la tragedia

En México nos hemos (mal)acostumbrado a que la clase política nos trate con la punta del zapato. Tan es así, que hemos aprendido a anticipar el golpe, a adivinar desde lejos la siguiente trastada y a reconocer a la distancia las oportunidades de que el gobernante abuse de su gobernado. Éste increíble poder de premonición, sin embargo, parece venir con la maldición de que sin importar por cuánto nos adelantemos a los acontecimientos, jamás conseguimos alzar a tiempo un escudo que los desvíe, o apartarnos de la trayectoria de la acometida.

Después de los trágicos sismos del 7 y 19 de septiembre del año pasado, varias organizaciones civiles señalaron la posibilidad de que los recursos que se reunían con el apoyo solidario de todos los mexicanos, tuvieran un fin distinto al del apoyo a damnificados; esto es, que acabaran en los bolsillos del político en turno. Se nos llamó a estar atentos, a vigilar el destino de dichos donativos. Durante un tiempo (el inmediato posterior a la tragedia) lo hicimos bastante bien, denunciando a gobiernos locales que estaban reteniendo, entorpeciendo o redirigiendo la ayuda. Por desgracia, bajamos la guardia.

Esta semana, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) hizo pública una investigación realizada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Resulta que el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi, la encargada de distribuir la ayuda recabada) emitió más tarjetas de débito que damnificados tenía en el registro. Algunos nombres aparecen hasta en 34 plásticos, aunque al beneficiado en cuestión sólo le llegara una (a veces, ni eso). En total, quedan volando casi setenta millones de pesos y una maraña de irregularidades que comenzaron desde noviembre pasado, cuando sospechosamente clonaron cientos de tarjetas.



¿Es un error honesto? ¿Es un fraude vil? Difícil de decir, pero piensa mal y acertarás, reza por ahí un dicho. El titular de Bansefi es ni más ni menos que Virgilio Andrade Martinez, el mismo que “investigó” el conflicto de intereses del presidente, su esposa y su entonces secretario de hacienda Luis Videgaray por lo de la Casa Blanca, y resolvió exonerarlos a los tres. José Antonio Meade lo rescató y lo puso a la cabeza de Bansefi hace un año y bajo su cargo, la institución fue reprobada por el INAI en Transparencia (con una calificación de 28 puntos sobre 100). E igual que con la Casa Blanca, la responsabilidad de la entrega de miles de tarjetas para que los damnificados del sismo reinicien su patrimonio le fue dada por mandato presidencial directo. ¡Ah, por cierto! Éste personaje ha dicho frente a micrófono abierto: “La corrupción es un asunto cultural que forma parte de los seres humanos que siempre buscamos rentabilidad comercial y respondemos a otros incentivos” Con esta información ¿Usted que opina? ¿Hay o no hay mano negra en el asunto?

Aun suponiendo, sin conceder y sólo por lo que dure el argumento, que como señala Andrade la corrupción es inherente al ser humano; robar descaradamente a quien lo ha perdido todo de la noche a la mañana y se encuentra en una situación en extremo vulnerable requiere convertirse en una muy particular y execrable subespecie de sabandija. ¿Con qué cara puede nuestro presidente llenarse la boca amenazando con que a los criminales “ni perdón, ni olvido” cuando tiene a semejante aglomeración de timadores y descuideros en sus propias filas? ¿Qué ha pasado con la Fiscalía Anticorrupción y el combate a la impunidad, ambas promesas de su campaña?

Mexicanos, necesitamos sacudirnos la idea de que ésto es inevitable; liberarnos del yugo de la resignación, que es la mejor aliada de estos sinverguenzas y que con cada escándalo que queda impune se hace más y más profunda. México merece más. Todos merecemos más, porque lo que están haciendo en Chiapas y Oaxaca no tiene nombre.


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