Si escuchar la mañanera no fuera tan trágico y enfurecedor, sería hasta divertido.
El domingo sucede una desgracia en Michoacán. Un video casero muestra a un grupo de personas alineadas contra una casita, sometidas y con las manos en la cabeza. Otro grupo de personas, con armas largas, se organizan alrededor de dos furgonetas blancas, apuntando a los prisioneros. De pronto abren fuego. La escena se llena de humo y al espectador se le revuelve el estómago.
Al día siguiente, desde su púlpito en Palacio Nacional, el presidente cuestiona a los medios diciendo que le “llama la atención” que confirmaran el fusilamiento de 17 personas, sin que la fiscalía del estado haya confirmado la información.
“Las autoridades de Michoacán no tienen pruebas de que esto haya ocurrido […] Todavía no tenemos información. Se está haciendo la investigación, pero hasta hoy en la mañana en el informe que nos dieron no han encontrado cuerpos. Sí dos vehículos, casquillos, bolsas con partes de seres humanos, (!!!) pero no tenemos más”
¡Qué alivio! ¡Lo único que han encontrado son BOLSAS CON PARTES DE SERES HUMANOS! ¡Menos mal! Ya me había empezado a preocupar. Que mala onda de estos periodistas cizañosos que andan divulgando información sin la confirmación del Estado, el único proveedor auténtico de la verdad.
Perdóneme, querido lector, el exabrupto y exagerado uso de la ironía, pero es que después de cuatro años de vileza mañanera uno se va quedando sin términos correctos para expresar su disgusto y repulsión. Y no, no es que los sexenios anteriores fueran particularmente pacíficos; también hubo baños de sangre a pasto y a discreción. Pero al menos no nos tocaba sufrir también el cinismo de quien pretende que aquí no pasa nada.
Mientras el crimen organizado se da el lujo, con toda calma, de atacar un velorio, formar a sus víctimas, acribillarlas a sangre fría y luego limpiar la escena del crimen a plena luz del día; desde presidencia el discurso el martes es que por favor no lo llamemos “fusilamiento” sino “multi-ejecución”, que porque los disparos no estuvieron sincronizados. ¡Hágame usted el favor!
La circunstancia exige una investigación profunda de los protocolos de actuación de las fuerzas del orden en Michoacán y quizá hasta que replanteemos la iniciativa aquella de Calderón de los exámenes de control de confianza. Si la policía municipal “por protocolo” no se iba a acercar por estar “superados en número” ¿por qué no pidieron el apoyo de fuerzas estatales o federales? La Fiscalía de Michoacán reconoció que supo del ataque en el velorio en San José de Gracia, pero llegaron 3 horas después. ¿Por qué?
Y todavía sale el gobernador, dándoselas de estadista, de que la situación está “bajo control” ¿Cuál control, señor gobernador? ¡Si no saben ni lo que pasó! Ninguno de los tres niveles de gobierno pudo evitar esta tragedia y metiendo la cabeza en la tierra no podrán evitar la siguiente.
¿Cuánto más aterradora debe ser la verdad, si prefieren decir una mentira tan evidente y cargar con las consecuencias? ¿O será que la población mexicana es tan tibia que esas “consecuencias” en realidad no pesan? Habrá que ponerse a pensar, ciudadanos.
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