El cuerpo de Debanhi Susana Escobar Bazaldúa, de 18 años, fue encontrado sin vida el pasado 21 de abril e identificado al día siguiente. Quizá para la familia la noticia fue un alivio. La muchacha había sido vista por última vez el 8 de abril y aunque el dolor de la pérdida cierta debe ser inconmensurable, la angustia de la circunstancia incierta, el no saber qué pasó y dónde está debe carcomer el alma en maneras inimaginables. El dolor no desaparecerá, pero al menos no se renovará todos los días. El que hay que mantener vivo es el reclamo de justicia.
Debanhi Escobar se suma a una cada vez más larga lista de desapariciones de mujeres en México en general y en Nuevo León en particular. La problemática ha sido calificada por la ONU como un fenómeno alarmante, haciendo responsables sobre todo al crimen organizado y al horrendo negocio de trata de blancas y tráfico sexual, pero también a las autoridades de todos los niveles, por su nula capacidad de reacción y contención y por su mínima diligencia en las investigaciones. Por poner a Debanhi como botón de muestra, el caso ha estado plagado de información contradictoria, evidencia faltante y claras muestras de querer echar bajo la alfombra un caso mediático.
Pero es la punta del iceberg. Insisto, este problema raramente salta a los titulares, pero hasta el 7 de marzo había registros de al menos 20,939 mujeres y niñas desaparecidas en México, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, dependiente de la Secretaría de Gobernación. La tendencia ha ido a la alta desde tiempos de Vicente Fox y ha alcanzado un máximo histórico en la presente administración. De hecho, el número de mujeres que ha desaparecido durante este sexenio casi duplica al registrado en el periodo equivalente del de Peña Nieto. También se calcula que mueren víctimas de violencia (léase, asesinadas) al menos 11 mujeres al día en este país. No hablemos ya de delitos sexuales.
Situaciones como esta es por lo que una Fiscalía que funcione y cumpla con su trabajo debe ser un reclamo constante de la ciudadanía. Porque es risible que la Fiscalía de Nuevo León haya propuesto como teoría que Debanhi “se cayó por accidente” en la cisterna del motel Nueva Castilla (donde fue encontrada) siendo que el espacio está cerrado al público, el celular de la joven fue encontrado sumergido en un lugar distinto y la autopsia señalara como la causa de muerte “una contusión profunda del cráneo”. Es tan inverosímil que da coraje que lo crean a uno capaz de tragarse la versión. Que luego aparezcan videos de las cámaras de seguridad cuando el fiscal aseguró que “no se graban los videos, solo tienen monitoreos, eso fue un problema. Desde que iniciamos las investigaciones, les pedimos los vídeos pero ellos no graban”, es sólo la cereza del indignante pastel.
De nada sirve (y es hasta risible) que nuestra Cámara de Diputados se llene la boca anunciando modificaciones al Código Nacional de Procedimientos Penales para que la “tentativa de feminicidio” sea castigada con 40 años de cárcel, si más del 95% de los delitos en México quedan impunes y si las fiscalías estatales y federales cometen errores u omisiones tan burdos como los que estamos viendo hacer al Lic. Gustavo Adolfo Guerrero Gutiérrez en Nuevo León.
¿Y mientras tanto Samuel García?
Fosfo, fosfo. Con la estrategia bien medida sube una foto para que se lo coman en redes sociales por cómo se ve haciendo ejercicio. En el ejercicio del poder y la popularidad, más vale y es más fácil hacer y decir alguna estupidez para verse como un payaso, que dejarse ver como lo que es, culpable e incompetente.
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