El lunes, de boca del embajador de China en México, Zhu Qingqiao, nos enteramos que la potencia asiática, a través del Banco de China y del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC por sus siglas en inglés), había otorgado al país crédito por el equivalente a 600 millones de dólares para la construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco. El mero anuncio debería estar provocando cierta incomodidad y cejas enarcadas, dado que el presidente juró y perjuró durante la campaña que no endeudaría al país. Pero las consecuencias políticas que pudiera tener a largo plazo que el acreedor sea China es la que debería estar disparando alarmas.
China ya se ha ofrecido antes a ser socio en la revitalización del sector energético de un país. El caso concreto es Venezuela (las comparaciones son odiosas, pero en esta administración insisten en seguir el librito). Hugo Chávez, en un intento de separarse de la influencia de Estados Unidos y volver a su país una potencia regional, aceptó participación de capital Chino en empresas mixtas con la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Venezuela, sin embargo, no tenía dinero, así que el modelo de colaboración consistía en pagar con petróleo crudo por la prestación de servicios.
Así, durante años, Venezuela ha estado entregando prácticamente toda su producción de petróleo a China (y Rusia, que también consiguió participación) a precios risibles. Mal por Venezuela, pero eso ¿cómo nos toca?
Resulta que desde hace algunos años, se viene fraguando una coyuntura interesante. De acuerdo con los datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la producción de crudo de Venezuela se ha desplomado hasta un mínimo histórico de 734.000 barriles diarios. Revertir esa situación requiere una inversión fuerte, pero el gobierno chino se la está pensando. La situación política de Venezuela de un tiempo acá se ha vuelto muy inestable. Invertir fuerte no tiene sentido si existe el riesgo de perder esa inversión.
Por otro lado China no puede quedarse de brazos cruzados. Las importaciones de petróleo de China en 2019 crecieron un 9,5% respecto al año previo, marcando un récord por decimoséptimo año consecutivo. Importó 506 millones de toneladas de crudo, según datos de la Administración General de Aduanas; el equivalente a 10,12 millones de barriles por día. La demanda existe y crece año con año. ¿De dónde va a sacar los barriles a precios de ganga, si Venezuela ya no los produce?
Exacto. Por eso hace su movida en México.
Así que, ¿todo ese rollo de la soberanía energética? Un taquito de lengua de nuestro señor presidente. ¿El escándalo matraquero de que la Reforma Energética entregaba el petróleo a intereses extranjeros? No entiendo por qué no está sonando justo ahora a tambor batiente. ¿La promesa de no endeudar al país? Bien, gracias.
Todo apunta a qué la refinería termine operada por mano de obra y tecnologías chinas. Al menos así pasa en Venezuela. Hay una enorme diferencia, sin embargo. Venezuela no tiene más de tres mil kilómetros de frontera inmediata con Estados Unidos. Ignorar a ese jugador y sus intereses, sobre todo ahora con el T-MEC aprobado, no es una buena idea.
Habrá que ver si realmente estudiaron el tema y qué reacción hay desde Washington.
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