miércoles, 27 de enero de 2021

Chairos de todos los colores...


En los últimos años se ha criticado y ridiculizado mucho al chairo: al seguidor de izquierda en general y de López Obrador en particular, que independientemente de la evidencia que se le presente continuará firmemente comprometido con el caudillo y en menor medida con su partido. El chairo promedio es capaz de criticar a la Doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie por cuestionar el manejo de la pandemia siendo cirujana dentista, pero selectivamente dejan pasar el hecho de que un agrónomo dirige PEMEX, o una Licenciada en Ciencia Inglesa esté al frente de la Secretaría de Economía. Es el tipo de personaje que está dispuesto a perdonar todo, a justificar todo, a defender todo lo su campeón haga y diga; incluso posiciones que puedan ser contradictorias, o francas mentiras. (“No se va a tirar un solo árbol” para la construcción del Tren Maya, aunque la Semarnat finalmente haya autorizado la destrucción de 800 hectáreas de selva)


Con este tipo de personaje, el chairo, es imposible construir ciudadanía. Sigue entendiendo la política como un concurso de popularidad y su papel en el devenir de los acontecimientos políticos como espectador, matraquero de X o Y bandera o simple carne de cañón para defenderla, pero en ningún momento se asume responsable y actor (capaz de actuar, de accionar). Sigue esperando al caudillo, sigue esperando que venga de arriba la solución milagrosa.


Y no se confunda, chairos hay de tantos colores como partidos e incluso más. Nos burlamos del término derechairo por poco ingenioso, pero no va tan mal encaminado. Ahí están Chalecos México, o el panismo rancio, desconectado con la ciudadanía e incapaz, plataformas políticas enteras que miran al pejismo con horror y señalan con voz en cuello lo que no quieren, pero son incapaces de plantear otra alternativa o distanciarse. ¿Sabe por qué? Porque no necesitan hacerlo. Porque el chairo es, tristemente, el común denominador de la política en México. Porque estamos en pañales como ciudadanos y seguimos casándonos con banderitas y colores, en lugar de revisar perfiles y empujar lo que sí queremos.


¿De qué otra manera se explica usted que José Luis Sánchez Solá (entrenador de fútbol) y Gabriela Goldsmith (actriz) estén buscando diputaciones por Morena? ¿Cómo explicar que Lupita Jones (ex Miss Universo), Patricio Zambrano (ex participante de Big Brother) o Rommel Pacheco (Clavadista) vayan a estar todos en distintas boletas durante la elección de este año? ¿Qué otra justificación encuentra para que Místico, Tinieblas y Blue Demon Jr. (Luchadores) estén registrados como precandidatos a las alcaldías de Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón respectivamente, y tengan una oportunidad real de ganar? Alfredo Adame (Conductor de TV), Adolfo Bautista (exfutbolista), Carlos Villagrán “Kiko” (Actor)...  la lista de impresentables es larguísima. Quizá la más honesta fuera “Paquita la del Barrio” que durante la conferencia de prensa luego de registrarse como precandidata de Movimiento Ciudadano a una diputación local en Veracruz, soltó: “No sé a qué vengo aquí, yo sólo sé que hay personas atrás de mí que son las que me van a enseñar a manejar este asunto"


No son los perfiles que necesitamos, pero es lo que nos ofrecen porque con eso les alcanza, porque no hemos exigido otra cosa. Porque cada seis años nos quedamos mirando la boleta, nos lamentamos por la calidad de los perfiles y nos decidimos por “el menos peor”. Porque cada seis años, como buenos chairos, nos la pasamos pidiendo el “voto útil” para “nuestro” candidato. ¿O no estaban los Chairos Priistas pidiendo el voto para Meade, mientras los chairos panistas lo pedían para Anaya?


Hay que aprender a hacer política fuera de la política, fuera de partidos y agrupaciones. Hay que hacer política desde lo que sí queremos y hay que empujarlo, como individuos y desde lo local. Es más fácil ir a platicar con el diputado local, ir a empujar nuestra agenda con el presidente municipal y forzar a los peces pequeños a trabajar para nosotros, que pretender que el país cambie de milagro  porque ahora sí gano tal o cual colorcito de bandera. 

En la medida en la que les cambiemos el juego, les quitemos el templete y los pongamos a trabajar, en la medida en que les movamos el queso tendrán que ir moviéndose y acomodándose a nuestros intereses.

No hay más.

 


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