jueves, 11 de diciembre de 2014

Adán Cortés y Juan Escutia: El arte de arrojarse al vacío.

Esta semana corrió como pólvora la historia de Adán Cortés, un joven mexicano estudiante de Relaciones Internacionales en la UNAM al que se le hizo fácil interrumpir la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz, en Noruega. Concretamente, al momento en que hacían entrega del galardón a Malala Yousafzai, la persona más joven jamás reconocida con este honor, entró a escena nuestro compatriota portando una bandera mexicana manchada con tinte rojo.
"Please, Malala... México" le imploró a la pakistaní. Poco más pudo hacer. En apenas instantes los responsables de la seguridad del evento lo detuvieron y sacaron del recinto.

Las reacciones no se hicieron esperar. Aquí en México muchos le reconocen su arrojo y algunos incluso le llaman héroe. Varios lo comparan con cierta figura de la historia mexicana que también tenía el vicio de arrojarse con nuestro blasón tricolor: Juan Escutia. Yo también les encuentro cierto parecido, pero por otras razones.

Igual que el cadete Escutia, por ejemplo, el gesto careció de cualquier impacto. El soldado se arrojó para evitar que la bandera cayera en manos enemigas y de cualquier modo el lienzo se encuentra ahora en exhibición como trofeo de guerra en la Academia Militar de West Pont, en los EE.UU. Adán ha admitido públicamente que lo hizo para que se siguiera hablando de Ayotzinapa y se le diera atención internacional. Triste destino, un recorrido el día de hoy por los portales de los principales diarios del mundo deja claro que la nota apenas trascendió. Ni Le Monde, ni CNN (la edición norteamericana) le dedican un espacio a su actuación, al menos no en sus primeras planas de "Internacional" y la nota de El País hay que buscarla con atención; si no se puede pasar de largo.

 También ambos actos están faltos de significado. El del cadete porque ver caer un cuerpo envuelto en la bandera desde lo alto de Chapultepec se entiende más, tanto por los connacionales como por los invasores, como un intento desesperado y cobarde de escapar de una batalla perdida, que como el acto arrebatado y heroico de un patriota. El del estudiante, porque si el objetivo era conseguir apoyo internacional, o algún tipo de presión extranjera al gobierno de Peña Nieto, falla miserablemente.

Las relaciones internacionales son tema delicado. Baste recordar el desafortunado comentario del presidente uruguayo José Mujica sobre México y el estado fallido para hacernos una idea de con que tiento debe tratarse cualquier asunto. Incluso Estados Unidos, que tiene fama de metomentodo, ha sido mesurado con sus declaraciones y la mayoría han sido ofreciendo apoyo y recursos al gobierno de Peña, no intentando desestabilizarlo.

Lo de Adán es un tema que los comunicólogos podrán debatir largo y tendido, pues su mensaje no solo equivoca de receptor (Malala, debo suponer, poco o nada sabe de la situación mexicana y puede hacer aún menos al respecto), sino que también está falto de contenido. Es un mensaje escueto, inconexo, que no refleja intención alguna. "Por favor, Malala... México" es un discurso no pensado, inspirado por la emoción del momento y un pobre sentimentalismo. Es ruido que no aporta nada y así no se puede debatir ni buscar ayuda.

Adán sirve como ejemplo de lo que ya mencionábamos en la entrada anterior. La protesta por protestar, la protesta a medias, la protesta por el espectáculo. Una verdadera transformación, un cambio profundo que nos impulse, no podemos esperarlo (ni pedirlo) de fuera; vendrá sólo cuando nos decidamos a tomar responsabilidad individual, cada uno en lo que nos toca y dejemos de estar pidiendo migajas a las potencias, nacionales o extranjeras.

Apostilla: Adán Cortés, se supo después, había pedido asilo político a las autoridades de Noruega. La solicitud le fue negada por supuesto, pues hasta donde sabemos, nadie tiene el mayor interés en hacerle ningún daño.
Lo que no deja de ser divertido, o por lo menos curioso, es que su carta de presentación con el gobierno nórdico fue una violación a su legislación interna. Acción que ya le costó dos mil dólares de multa por la alteración del orden y la comparecencia ante un tribunal de Oslo, pues la policía pide prisión preventiva.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tu opinión es muy importante ¡Súmate al debate y déjanos un comentario!