miércoles, 24 de junio de 2015

Matrimonios Homosexuales: De lo bueno, y de lo ideal

Este iba a ser el tema del miércoles pasado. Mientras escribía un primer borrador, comencé a dudar de lo que exponía. La cuestión es controversial y los grupos a favor y en contra tienen argumentos válidos. Por suerte y como era de esperar, el tema ha desatado discusiones en diferentes esferas y todo eso me ha permitido definir un poco mejor qué es lo que pienso con relación este tema. Así que, aunque nadie la pidió, aquí va:  

Primero, los pongo en contexto: El pasado domingo 14 de junio la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió una jurisprudencia que, en dos líneas, asienta la legalización de los matrimonios homosexuales en el país. Cito textualmente:

"La Ley de cualquier entidad federativa que, por un lado, considere que la finalidad del matrimonio es la procreación y/o que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es inconstitucional".
"Bajo ninguna circunstancia se puede negar o restringir a nadie un derecho con base en su orientación sexual".

La jugada de la SCJN no echa por tierra las legislaciones estatales, algunas todavía renuentes. Pero si permite a las parejas que les sea negado el trámite presentarse ante los jueces de distrito que, por la jurisprudencia, están obligados a pronunciarse a favor de la pareja.  En cuanto se acumulen suficientes casos, la jurisprudencia terminará desbaratando las leyes locales.

Desde mi trinchera, felicito a la comunidad homosexual por su logro y a la SCJN por el fallo. Entiendo que cada quien puede pensar lo que prefiera de este sector de la población, pero más allá de las consideraciones morales subjetivas, es un hecho que son personas; ciudadanos a los que les corresponden los mismos derechos ante la ley que a cualquier otro y que están protegidos por el artículo primero de nuestra Constitución.
En ese sentido, las parejas homosexuales ganan acceso a una serie de beneficios conyugales que antes eran exclusivos de las heterosexuales; como en temas de herencias, sucesiones, seguros y servicios médicos, seguridad social, beneficios laborales e incluso el trámite de divorcio (porque sí, la certeza de que existe un sistema legal que puede disolver la unión y distribuir sus activos de manera imparcial es un beneficio).

Hasta aquí se ha hablado únicamente de los derechos individuales de dos personas adultas que ejerciendo su libertad y de manera voluntaria están uniendo sus vidas en busca de su felicidad. El tema se pone escabroso cuando incluimos a un tercero, menor de edad, cuya voluntad y consciencia no está plenamente desarrollada.  El término "matrimonio" abre las puertas a que las parejas homosexuales adopten niños.

Voy a ponerlo sobre la mesa: Yo no estoy de acuerdo con que las parejas homosexuales adopten y si de mí dependiera, en igualdad de circunstancias, elegiría a una pareja heterosexual que a una integrada por dos personas del mismo sexo. Creo que un niño o niña en desarrollo necesita tener modelos de ambos géneros para tener un desarrollo integral y completo. Porque, a pesar de la agenda que las feministas están empujando con fuerza, hombres y mujeres son, piensan y actúan de manera distinta y el niño tiene derecho a conocer y apreciar esas diferencias.

Dicho lo anterior, creo que lo ideal es enemigo de lo bueno. Lo ideal sería que no hubiera niños huérfanos, no deseados o entregados en adopción. Lo ideal sería que todos tuvieran un modelo de familia que les permitiera tener expectativas de qué esperar de un hombre y de una mujer y, en la medida en la que van creciendo y conociendo el mundo, desarrollen su propia identidad y descubran sin miedo su sexualidad. Pero nos alejamos cada vez más de ese ideal, y en eso nada tienen que ver los homosexuales.

El valor que como sociedad le damos a la familia es cada vez menor. El matrimonio ya no se considera un compromiso para toda la vida, cuando debiera serlo. Los jóvenes se vuelven padres sin la madurez o el entorno adecuado para criar a un hijo. La violencia intrafamiliar es cada vez más frecuente. Y en medio de todo esto ¿debemos realmente darle la espalda a una pareja que, aunque del mismo sexo, podría proporcionarle al niño un entorno mucho más propicio para desarrollarse que el abandono al que lo condenaron sus padres biológicos?


En ausencia de lo ideal, prefiero lo bueno. Creo que las parejas homosexuales bien podrían ser nuestras aliadas en la reestructuración de la familia y en la recuperación de los valores familiares. Si, no son lo ideal, pero están lejos de ser lo peor que le ha pasado a la familia en los últimos años. Rescatemos lo bueno, para acercarnos al ideal.

miércoles, 10 de junio de 2015

Carta (Electoral) a Santa Claus

Querido Santa:
Disculpa que interrumpa con mi carta tus vacaciones por el Caribe, pero las pasadas elecciones me han dejado pensativo y también un poco decepcionado.  Sé que apenas estamos en junio y que faltan meses para que vuelvas al trabajo, pero temo que lo que te tengo que pedir es tan complicado, que si no te lo encargo ahora no lo tendrás listo para Navidad. Quiero una reforma electoral. Ahí va la lista:

1.- Que tengamos mayor interés, como ciudadanos, por lo que pasa en nuestro país.
En los pasados comicios acudimos a votar 36.5 millones de personas; el 47% del padrón electoral. Nosotros decidimos por los más de 123 millones de almas que habitamos el país. La proporción es de 1 en cada 4. Y si consideramos además que esa fracción se dividió aún más entre los diferentes partidos y candidatos, finalmente quien sea que gane las elecciones tiene el apoyo de apenas una pequeña fracción de la población total. De hecho, tiene el apoyo de una minoría. Tal vez quieras considerar las segundas vueltas, el referendo y la revocación de mandato como opciones.

2.- Que las campañas duren menos y sean menos caras.
Si vas a considerar segundas vueltas, es indispensable que arregles primero las campañas, su costo y duración. En teoría, duran sólo dos meses, pero entre precampañas, destapes y rumores, el tema se viene rumiando desde noviembre del año pasado. Y el costo total de las elecciones fue de 5,096 millones de pesos, de acuerdo con el Anteproyecto de Presupuesto del INE (tendrías que  revisar las cifras reales, cuando las publiquen).  En un país con problemas tan graves, que se despilfarre tanto tiempo y dinero es un categórico sinsentido y termina generando molestia en la población.
Recortemos el tiempo de campañas a un único mes, y limitemos el presupuesto que reciben los candidatos. Obliguémoslos a hacer campaña en base a sus ideas, no a sus mercadólogos (Kumamoto ya demostró que se puede).
  
3.- Que exista una verdadera oposición ideológica.
Las propuestas de este periodo electoral fueron un bodrio, copia y calca unas de otras. En los temas candentes de materia social (aborto, matrimonios del mismo sexo, legalización de la marihuana) todavía hay una clara línea que divide las ideas de uno y otro partido; pero en materia económica es otro cantar. Todos sin excepción están apelando a la misma demagogia, al apoyo, al subsidio y a los programas sociales; a un estado centralista, proteccionista, avasallador y metomentodo. Electoralmente funciona y es atractivo, pero nos impide explorar otras opciones como nación. Como, por ejemplo, la de una nación económicamente más libre, que nadie propone.
Me gustaría ver esas otras opciones representadas dignamente. Me gustaría ver partidos llenos de gente preparada con ideologías firmes y no chapulines del montón que cambian según les conviene. Me gustaría ver en la boleta sólo tres o cuatro opciones, bien diferentes cada una, en lugar del enorme listado indistinguible con el que me encontré el domingo. Me gustaría acabar con los partidos que sólo están ahí para sacar dinero y vivir del presupuesto del INE.

4.- Que el voto nulo tenga más peso.
El voto nulo es un voto de protesta y ha tenido sus victorias (las candidaturas independientes, por ejemplo) pero requiere de un empujón para que sea la herramienta transformadora que necesitamos que sea. Más de un millón y medio de personas anulamos nuestro voto al no sentirnos representados por nadie. Superamos en las urnas a varios partidos pequeños. ¿No sería coherente que dichos partidos perdieran su registro? Es decir, si no pudiste capitalizar entre quienes no se sienten representados o jalar más votos que la inconformidad. ¿A qué estás jugando como partido?

En fin Santa, son cuatro puntos, pero son toda la diferencia. Si no puedes dejarlo bajo el árbol este fin de año no te preocupes, me basta con que quede lista para arrancar 2018. No te lo pido yo, creo que hablo por muchos mexicanos.

Atte:
Uno Opina


PD: Y tú lector ¿Qué otra cosa propondrías? 

miércoles, 3 de junio de 2015

No negociamos con terroristas

Hay una razón por la cual existe la máxima de "No negociamos con terroristas". Ceder a la presión de grupos violentos y radicales solo incentiva la formación de dichos grupos y establece la agresión y la amenaza como formas válidas de acercamiento a la "autoridad" (que, para entonces, ya no es tal). Es una relación sencillísima de causa y efecto, pero parece que en México no la hemos entendido.
El viernes pasado el gobierno de Enrique Peña dobló las manos frente a la violencia desplegada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y rindió sin condiciones una de las naves insignia del sexenio: la Reforma Educativa y su evaluación para profesores.

Antes de pasar a ver los motivos que empujaron a la SEP y Peña a tal decisión (y los resultados conseguidos con la maniobra), quisiera extenderme un poco en la gravedad de la misma.

La reforma educativa ya es (¿o era?) ley. Una ley que, hasta unos días antes esta decisión, el presidente había dicho que se aplicaría implacablemente en todas las entidades del país. Bastó un poco de presión y un escueto comunicado para que el gobierno en funciones decidiera, sin ninguna justificación válida o siquiera legal, ignorar la ley. Esto sienta un precedente terrible. Si el ejecutivo puede echar bajo el tapete cualquier legislación inconveniente, nada nos separa de una dictadura totalitaria y la división tripartita del poder no es más que un chiste.

Luego está la otra cuestión: La educativa fue la primera y quizá la mejor de una serie de reformas que han sido el estandarte del actual gobierno. Fue resultado de un arduo proceso de negociación entre las tres principales fuerzas políticas y  se presumían como "estructurales", de naturaleza tal que iban a transformar la estructura misma del país y "Mover a México". ¿Qué compromiso puede tener este gobierno con México y con su ideología, si está dispuesto a tirar este titánico esfuerzo por la ventana al menor signo de problemas?

Ahora bien, el objetivo con el anuncio del viernes era mostrar buena voluntad, permitir el diálogo y garantizar la realización de los comicios del próximo domingo. Nada de eso se consiguió. El día de hoy el periódico El Informador abre en primera plana con: "La CNTE radicaliza boicot electoral; afecta a cinco estados" y procede a narrar las tropelías que este grupo de inadaptados (mal llamados maestros) desataron en Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Guerrero y la capital del país. Desde quema de boletas y bloqueos hasta destrucción de mobiliario y toma de gasolineras. En la Junta Distrital del INE en Oaxaca incluso desalojaron a soldados del ejército mexicano para realizar sus desmanes.

El viernes, Peña entregó más que la evaluación a los maestros. Entregó la dignidad de su cargo, la poca credibilidad que le quedaba a su gestión y el único logro del que podía presumir. Entregó también cualquier rastro de autoridad que pudiera haberle quedado. Quedó desnudo, exhibido, débil y no consiguió nada más que convencer a la CNTE y a cuanto grupo inconforme haya por ahí (y son cada vez más) que es a través de la violencia, escándalo y el chantaje que se obtiene del gobierno lo que se quiere.
Hay una razón por la cual existe la máxima de "No negociamos con terroristas".


Bono Electoral: ¿Por quién voy a votar?

No me lo han preguntado, pero ese es precisamente el truco de este blog y tengo que publicarlo antes del cierre oficial de campañas, no vaya a ser que me acusen de violar la ley. Así que aquí van, mis decisiones y las razones detrás de las mismas.

Presidente Municipal: Pablo Lemus, de Movimiento Ciudadano.

No tolero al partido ni su corriente izquierdista, pero Lemus es el único que podría sacar al PRI de la cabecera municipal y me parece un imperativo hacerlo. Acción Nacional sigue reciclando candidatos, aunque su campaña federal sea de "nuevas ideas".
Por otro lado, Lemus propone un ahorro de 400 millones de pesos, consulta de ratificación de mandato, simplificación de los trámites para la creación de nuevas empresas y en general más acercamiento con la gente. Habrá que darles la oportunidad, porque no veo otra opción.

Diputación Local: Pedro Kumamoto, Candidato Independiente.

No lo he seguido tan de cerca, ni estoy de acuerdo con muchas de sus ideas, que son de corte izquierdista. Tampoco tengo mucha esperanza de que consiga mucho desde la curul y en solitario ,si gana. Pero Pedro representa una idea que necesita apoyo con urgencia: que la población debe recuperar los espacios de gobierno y que es posible combatir a los grandes partidos. De resultar vencedor, esas ideas podrían hacer eco en el resto del país y su movimiento inspirar a más gente. No me importa si no gana, me interesa que suene.

Diputación Federal: Voto Nulo

Si, pienso anular. No conozco a ninguno de los candidatos, así que me veo obligado a votar por los partidos. No quiero al PRI, tampoco quiero al PAN comparsa o medroso de los últimos tres años, ni a una izquierda que bloquee iniciativas y provoque encono. A los pequeños ni los considero, sólo estaría ayudándoles a conseguir el registro. En resumen, no quiero a ninguno y estoy en evidente descontento con mis opciones.
Peña prometió durante su campaña que reduciría el número de plurinominales. A ver cuándo se nos hace.