Este iba a ser el tema del
miércoles pasado. Mientras escribía un primer borrador, comencé a dudar de lo
que exponía. La cuestión es controversial y los grupos a favor y en contra
tienen argumentos válidos. Por suerte y como era de esperar, el tema ha desatado
discusiones en diferentes esferas y todo eso me ha permitido definir un poco
mejor qué es lo que pienso con relación este tema. Así que, aunque nadie la
pidió, aquí va:
Primero, los pongo en contexto: El
pasado domingo 14 de junio la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió una
jurisprudencia que, en dos líneas, asienta la legalización de los matrimonios
homosexuales en el país. Cito textualmente:
"La Ley de cualquier entidad federativa que, por un lado, considere
que la finalidad del matrimonio es la procreación y/o que lo defina como el que
se celebra entre un hombre y una mujer, es inconstitucional".
"Bajo ninguna circunstancia se puede negar o restringir a nadie un
derecho con base en su orientación sexual".
La jugada de la SCJN no echa por
tierra las legislaciones estatales, algunas todavía renuentes. Pero si permite
a las parejas que les sea negado el trámite presentarse ante los jueces de
distrito que, por la jurisprudencia, están obligados a pronunciarse a favor de
la pareja. En cuanto se acumulen
suficientes casos, la jurisprudencia terminará desbaratando las leyes locales.
Desde mi trinchera, felicito a la
comunidad homosexual por su logro y a la SCJN por el fallo. Entiendo que cada
quien puede pensar lo que prefiera de este sector de la población, pero más
allá de las consideraciones morales subjetivas, es un hecho que son personas;
ciudadanos a los que les corresponden los mismos derechos ante la ley que a
cualquier otro y que están protegidos por el artículo primero de nuestra
Constitución.
En ese sentido, las parejas
homosexuales ganan acceso a una serie de beneficios conyugales que antes eran
exclusivos de las heterosexuales; como en temas de herencias, sucesiones,
seguros y servicios médicos, seguridad social, beneficios laborales e incluso
el trámite de divorcio (porque sí, la certeza de que existe un sistema legal
que puede disolver la unión y distribuir sus activos de manera imparcial es un
beneficio).
Hasta aquí se ha hablado
únicamente de los derechos individuales de dos personas adultas que ejerciendo
su libertad y de manera voluntaria están uniendo sus vidas en busca de su
felicidad. El tema se pone escabroso cuando incluimos a un tercero, menor de
edad, cuya voluntad y consciencia no está plenamente desarrollada. El término "matrimonio" abre las
puertas a que las parejas homosexuales adopten niños.
Voy a ponerlo sobre la mesa: Yo
no estoy de acuerdo con que las parejas homosexuales adopten y si de mí
dependiera, en igualdad de circunstancias, elegiría a una pareja heterosexual
que a una integrada por dos personas del mismo sexo. Creo que un niño o niña en
desarrollo necesita tener modelos de ambos géneros para tener un desarrollo
integral y completo. Porque, a pesar de la agenda que las feministas están
empujando con fuerza, hombres y mujeres son, piensan y actúan de manera
distinta y el niño tiene derecho a conocer y apreciar esas diferencias.
Dicho lo anterior, creo que lo
ideal es enemigo de lo bueno. Lo ideal sería que no hubiera niños huérfanos, no
deseados o entregados en adopción. Lo ideal sería que todos tuvieran un modelo
de familia que les permitiera tener expectativas de qué esperar de un hombre y de
una mujer y, en la medida en la que van creciendo y conociendo el mundo, desarrollen
su propia identidad y descubran sin miedo su sexualidad. Pero nos alejamos
cada vez más de ese ideal, y en eso nada tienen que ver los homosexuales.
El valor que como sociedad le
damos a la familia es cada vez menor. El matrimonio ya no se considera un
compromiso para toda la vida, cuando debiera serlo. Los jóvenes se vuelven
padres sin la madurez o el entorno adecuado para criar a un hijo. La violencia
intrafamiliar es cada vez más frecuente. Y en medio de todo esto ¿debemos realmente
darle la espalda a una pareja que, aunque del mismo sexo, podría proporcionarle
al niño un entorno mucho más propicio para desarrollarse que el abandono al que
lo condenaron sus padres biológicos?
En ausencia de lo ideal, prefiero
lo bueno. Creo que las parejas homosexuales bien podrían ser nuestras aliadas
en la reestructuración de la familia y en la recuperación de los valores
familiares. Si, no son lo ideal, pero están lejos de ser lo peor que le ha
pasado a la familia en los últimos años. Rescatemos lo bueno, para acercarnos
al ideal.