miércoles, 23 de diciembre de 2020

Los retos que vienen

 

Un año retador toca a su fin. No nos andemos por las ramas, ni nos engañemos viendo las cosas de color de rosa: el siguiente promete serlo igual o incluso más. La aparición y acelerada difusión del virus SARS-CoV-2 representa el más grandel desafío colectivo para la raza humana en los últimos 75 años y en lugar de hacerle frente unido a una amenaza que no distingue raza, sexo, origen ni credo, lo hemos enfrentado en un clima de división política, económica y social sin precedentes y con una masiva crisis de confianza en las instituciones al punto en que hay personas que dudan de la efectividad de una vacuna, o que genuinamente piensan que tendrán que viajar al extranjero para poder aplicársela.


En el caso particular de nuestro país la crisis, va con dos (en realidad varios, pero intento ser sucinto) condimentos agregados: 

1) Tener un gobierno inoperante e incompetente que ha priorizado aferrarse al poder y cuidarse la imagen por encima de la responsabilidad elemental de procurar la salud y el bienestar de su población (Si no me cree, lo remito al artículo de Natalie Kitroeff en el New York Times respecto a cómo la presente administración ocultó la gravedad de la situación en la CDMX, o revise el negro historial de declaraciones apresuradas de nuestro presidente, empezando por “domamos la pandemia” a finales de abril) y 

2) Las elecciones intermedias de 2021, que no harán sino exhacerbar este clima de división y reduciran la pandemia en una herramienta de golpeteo político.


Quizá no “merecemos” más. Como humanidad en general y como mexicanos en particular, lo que tenemos es resultado de lo que hemos hecho hasta ahora, con las relaciones que hemos construido, sobre los valores que hemos elegido. En el sentido más estricto, tenemos lo que merecemos. Lo que tendríamos que hacer (y creo que esta época de relativa pausa es propicia para ello) es ponernos a pensar si no “podemos” más y qué tendríamos que hacer para construirlo.


En este espacio siempre hemos seguido esa línea de pensamiento: que la construcción de un mejor país y de mejores circunstancias para todos depende grandemente de pequeños esfuerzos individuales, locales y de abajo hacia arriba. Pasa necesariamente por el que SÍ queremos.

Desafortunadamente la mentalidad del grueso de la población va en sentido opuesto: Espera con anticipación a que aparezca en el escenario nacional un personaje mesías, que pueda por sí mismo transformar al país y además, su alcance de miras se limita a rechazar sin construir. Esa combinación fatal de ideas es la que nos llevó a votar por algo “si no mejor, diferente” en 2018 y ahora está encasillando a la oposición en un “Fuera López” que tampoco propone nada.


Aprovechemos este tiempo de fin de año para tomar fuerzas otra vez y pensar en qué pequeñas cosas podemos hacer un gran impacto en nuestras comunidades y entre nuestros vecinos. Tomémonos un tiempo para ver que sí queremos y cómo le hacemos para construirlo (verbo activo y esencial, que implica una acción ordenada y continua).


¡Gracias por leernos este año!


- Mithrandir, ¿por qué el Mediano?
- No lo sé. Saruman cree que sólo un gran poder puede contener el mal, pero eso no es lo que yo he llegado a ver. Lo que yo he visto es que son los pequeños detalles cotidianos de la gente común los que mantienen el mal a raya, pequeños actos de bondad y de amor. ¿Por qué Bilbo Bolsón? Tal vez porque tengo miedo... y él me infunde coraje.



PS: Esta columna descansa la próxima semana, nos vemos el 6 de enero!


miércoles, 16 de diciembre de 2020

Asalto a Banxico

 

Esencialmente, los bancos centrales independientes existen por una razón sencilla pero importantísima: que no sea el gobierno el que tenga el control de la maquinita de imprimir dinero. En otras palabras, quitarle la tentación de resolver sus problemas fiscales (y hasta electorales) a costa de la política monetaria: ¿No te alcanza? Pon a a funcionar la maquinita, aunque cada billetito valga cada vez menos. 

Los paises latinoamericanos aprendimos a la mala esta sencilla máxima, a costa de varias décadas de inflación rampante en la segunda mitad del siglo XX. En México la reforma al artículo 28 de la Constitución, que le otorgó a Banxico su autonomía y su mandato prioritario de mantener el poder adquisitivo de la moneda nacional, entró en vigor apenas el 1 de abril de 1994. A partir de entonces, la certeza de que el gobierno no podía dinamitar el valor de la moneda favoreció la inversión en el país y sentó las bases para que nos tomaran un poquito más en serio en el concierto de naciones.


Es por ello que cada que se habla de reformar la ley que le da sus facultades a Banxico, conviene recordar esa época triste de crisis sexenales y masivas devaluaciones que, entre otras cosas, obligaron a la introducción de los “nuevos” pesos y a quitarle tres ceros a nuestra moneda. Esas son las condiciones a las que podríamos regresar si no tenemos cuidado.


Vamos ahora a la propuesta que la Cámara de Diputados tenía planeado discutir ( y aprobar) ayer martes y que afortunadamente pospuso para febrero para poder discutir en su justa dimensión. Esencialmente, la reforma obliga a Banxico a comprar los dólares excedentes que estén circulando en nuestra economía, provengan de donde provengan. La justificación, de dientes para afuera, es ayudar a los migrantes a cambiar sus dólares cuando regresan.


El tema curioso es el siguiente: Cualquier banco puede comprar y vender divisas. La mayoría tienen toda una red de acuerdos e intercambios con bancos de otros países para hacerles llegar los excedentes y devolver el efectivo a su país de origen. Para entrar en esa dinámica, las instituciones financieras están sujetas a fuertes restricciones nacionales e internacionales que buscan evitar que dinero sucio o de procedencia ilícita entre en el sistema financiero. En México, por ejemplo, el banco tiene que armar un expediente identificando a los clientes, recibir en efectivo un límite de 300 USD por cliente y no más de 1,500 al mes o 4,000 si es cliente del banco. Sólo puede recibir hasta 14,000 USD de personas morales en lugares turísticos; avisar de cualquier transacción de más de $500 USD, entre otros requisitos. El banco asume y procura minimizar el riesgo de ser un foco de lavado de dinero y si en algún punto falla, queda fuera del juego de la compraventa de divisas, y en desventaja frente a sus competidores. Justo como Banco Azteca.


Porque sí, el banco de Salinas Pliego no tiene convenio de corresponsalía con entidades extranjeras desde que la Oficina de Control de Delitos Financieros de Estados Unidos sancionó a su socio por incumplir leyes antilavado. Poco a poco, Salinas Pliego ha acumulado en su banco 10 millones de dólares en efectivo que no puede devolver a Estados Unidos. ¿Qué hacer entonces? Muy fácil, le pido al gobierno en turno una conveniente reforma para que Banxico esté obligado a comprarme mis dólares, y que sea Banxico y su reputación la que sufra porque a mi no me interesa someterme a controles para garantizar que no recibo dinero, por ejemplo, del crimen organizado.


“No somos iguales” dicen. “Mafia del poder”, reclamaban. Pero usando como pretexto ayudar a los migrantes, están permitiendo que un poderoso empresario ponga en jaque la independencia de nuestro Banco Central, su reputación y su función de garante y ancla de nuestro sistema financiero con tal de hacerse un poco más rico, probablemente lavándole dinero al narcotráfico. Si esa no es la definición textual de “mafia del poder”, no sé qué lo será.




miércoles, 9 de diciembre de 2020

Felipa Obrador: Una raya más al tigre


“Todos los negocios jugosos que se hacen en el país, negocios de corrupción, llevan el visto bueno del presidente de la República. Para que esto quede claro, no es que ‘no lo sabía el señor presidente’ o ‘es que el señor presidente tiene buenas intenciones, pero lo engañan, lo traicionan, no le ayudan’. Mentira. El presidente de México tiene toda la información que se necesita, o es cómplice o se hace de la vista gorda”. Así de categórico hablaba el presidente de la república el pasado 14 de enero de 2019, apenas unas semanas después de tomar posesión.


Desde esa declaración y hasta hoy, se han señalado y evidenciado varios casos de corrupción de alto perfil en su gobierno. Y tristemente no se trata de personajes ajenos a él o a su círculo, sino de familiares directos y amigos íntimos. Ese que insistía categórico que tendría mano dura contra la corrupción, ha demostrado ser, cuando menos solapador si no es que directamente beneficiario y cómplice. Después de todo nada pasa sin que se entere, ¿no?


Las propiedades de Bartlett permanecen intocables, pese a que es evidentísimo el enriquecimiento acelerado e inexplicable con su remuneración de servidor público. Lozoya sigue libre, su supuesta colaboración con la justicia sin producir ningún otro detenido ni un progreso en alguna investigación en marcha. Cienfuegos, acusado con los pelos de la burra en la mano por una corte en Estados Unidos, descansa ya tranquilo en su casa después de las gestiones diplomáticas realizadas por este gobierno para sacarle las castañas del fuego. Pío Lorenzo López Obrador fue grabado en video recogiendo “aportaciones” de un operador político del entonces gobernador de Chiapas, Manuel Velasco; pero curiosamente se desestimó el caso y no pasó absolutamente nada. Concepción Falcón Montejo, cuñada del presidente y esposa de Ramiro López Obrador, fue señalada como participante de un desfalco en Macuspana, Tabasco por más de 200 millones de pesos entre el 2019 y el 2020, a partir del desvío de recursos correspondientes al Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS) y al Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios (Fortamun). El tema sigue en el limbo, a pesar de haber sido causa de la renuncia de 11 funcionarios del gabinete local, entre ellos el alcalde de la demarcación, Roberto Villalpando Arias. El caso más reciente es el de Felipa Guadalupe Obrador Olán, prima hermana del presidente. Su empresa, Litoral Laboratorios Industriales, ha sido beneficiada con contratos de Pemex por más de 365 millones de pesos en los últimos dos años. La empresa ha ganado además adjudicaciones directas con el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), Aeropuertos y Servicios Auxiliares, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).


De nada de esto sabía el presidente. Todo le agarra por sorpresa y todo dice que se va a investigar, sin presentar nunca resultados. Las investigaciones y destapes siempre tienen que venir de un tercero, de un pitazo periodístico, de una declaración, nunca de las instituciones o de las personas que el mismo presidente ha establecido como sus adalides en la gran obra de su gobierno: el combate a la corrupción.


Una de dos, o es un absoluto incompetente, o es un absoluto corrupto. Escojan la que prefieran, el resultado es el mismo: No es apto para ser presidente.




miércoles, 2 de diciembre de 2020

La subcontratación

 

Si la subcontratación existe, en todas sus variadas formas, es porque hay una demanda de ello, una necesidad que encontró solución con el esquema. La realidad es que tener un negocio en México es un acto heroico, administrarlo conforme a la ley es ridículamente caro y complejo. Si tiene tiempo y le apetece, dese una vuelta por las primeras entradas de este espacio, allá por el lejano 2014-2015 y léase la serie “Resolviendo el Problema del Empleo” (en especial su parte 4), donde hacemos un recuento del sinnúmero de problemas y obstáculos para trabajar y ofrecer empleo dentro de la legalidad en México. 

Para esta entrada, sin embargo, baste hacer una pertinente comparación:

Ya en ese entonces (2014) nuestro país ocupaba el sitio 39 del Índice de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial, hoy está en el 54. Lo que escribí entonces palidece frente a las condiciones actuales.


La subcontratación entonces, tiene su razón de ser. No, no estoy sugiriendo que el modelo sea perfecto, o que no necesite una revisión profunda que esclarezca las condiciones del trabajador. Porque efectivamente, se ha abusado del esquema y se ha precarizado el trabajo.  Mi punto es que la estrategia favorita de la presente administración (“Acaba con todo lo que no nos guste o no nos deje lana y ya luego averiguas qué era y para qué servía”) no va a hacer sino agravar la crisis. Porque, como obvia consecuencia de eliminar de tajo el modelo, un montón de gente con empleos precarios van a terminar en condiciones aún peores sin empleos, o con empleos informales.


¿Qué hacer pues? Hacerlo fácil. Quizá empezar por simplificar la nómina y los impuestos que de ella se desprenden. Administrar por separado las aportaciones a la seguridad social, al INFONAVIT, al impuesto estatal sobre nómina y llevar registro de los ingresos que son o no gravables, en qué porcentaje y cada uno con un límite deducible distinto es entorpecer innecesariamente el proceso de gestión al punto en que se necesita una persona especializada para hacerlo. Cuando idealmente quieres que sea tan sencillo como para que Don Mateo, en el escritorio de su taller de carpintería, sin más que su educación secundaria, papel y lápiz, debería poder calcular de a cómo les toca a sus ayudantes.


Tener empleados es tan complicado y caro de administrar, que el mismo Gobierno Federal utiliza el esquema. La administración de López Obrador ha asignado al menos 50 contratos a empresas de outsourcing entre 2019 y 2020. Estas operaciones equivalen a 8 mil millones de pesos e implican el trabajo de 28 mil 800 personas que laboran en prácticamente todas las áreas en las secretarías de Bienestar, Economía, Relaciones Exteriores, la Marina, la Sedena, Cultura y Educación, así como en Bancomext, Nacional Financiera, Banobras, el INEA y en centros de investigación.


Y eso sí, cuando le recordaron del tema y su incongruencia el presidente prometió basificar a todos esos trabajadores y contratarlos “a la buena”. Eso sí, van a esperar a que se apruebe la reforma sobre el tema. ¡Pues es que hay que cuidar el presupuesto!


Con este gobierno se está haciendo costumbre ofrecer soluciones que son peores que la enfermedad. La pauperización del trabajo es un problema grave, pero no va a resolverse pauperizando al país, su economía y sus empresas.