Si la subcontratación existe, en todas sus variadas formas, es porque hay una demanda de ello, una necesidad que encontró solución con el esquema. La realidad es que tener un negocio en México es un acto heroico, administrarlo conforme a la ley es ridículamente caro y complejo. Si tiene tiempo y le apetece, dese una vuelta por las primeras entradas de este espacio, allá por el lejano 2014-2015 y léase la serie “Resolviendo el Problema del Empleo” (en especial su parte 4), donde hacemos un recuento del sinnúmero de problemas y obstáculos para trabajar y ofrecer empleo dentro de la legalidad en México.
Para esta entrada, sin embargo, baste hacer una pertinente comparación:
Ya en ese entonces (2014) nuestro país ocupaba el sitio 39 del Índice de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial, hoy está en el 54. Lo que escribí entonces palidece frente a las condiciones actuales.
La subcontratación entonces, tiene su razón de ser. No, no estoy sugiriendo que el modelo sea perfecto, o que no necesite una revisión profunda que esclarezca las condiciones del trabajador. Porque efectivamente, se ha abusado del esquema y se ha precarizado el trabajo. Mi punto es que la estrategia favorita de la presente administración (“Acaba con todo lo que no nos guste o no nos deje lana y ya luego averiguas qué era y para qué servía”) no va a hacer sino agravar la crisis. Porque, como obvia consecuencia de eliminar de tajo el modelo, un montón de gente con empleos precarios van a terminar en condiciones aún peores sin empleos, o con empleos informales.
¿Qué hacer pues? Hacerlo fácil. Quizá empezar por simplificar la nómina y los impuestos que de ella se desprenden. Administrar por separado las aportaciones a la seguridad social, al INFONAVIT, al impuesto estatal sobre nómina y llevar registro de los ingresos que son o no gravables, en qué porcentaje y cada uno con un límite deducible distinto es entorpecer innecesariamente el proceso de gestión al punto en que se necesita una persona especializada para hacerlo. Cuando idealmente quieres que sea tan sencillo como para que Don Mateo, en el escritorio de su taller de carpintería, sin más que su educación secundaria, papel y lápiz, debería poder calcular de a cómo les toca a sus ayudantes.
Tener empleados es tan complicado y caro de administrar, que el mismo Gobierno Federal utiliza el esquema. La administración de López Obrador ha asignado al menos 50 contratos a empresas de outsourcing entre 2019 y 2020. Estas operaciones equivalen a 8 mil millones de pesos e implican el trabajo de 28 mil 800 personas que laboran en prácticamente todas las áreas en las secretarías de Bienestar, Economía, Relaciones Exteriores, la Marina, la Sedena, Cultura y Educación, así como en Bancomext, Nacional Financiera, Banobras, el INEA y en centros de investigación.
Y eso sí, cuando le recordaron del tema y su incongruencia el presidente prometió basificar a todos esos trabajadores y contratarlos “a la buena”. Eso sí, van a esperar a que se apruebe la reforma sobre el tema. ¡Pues es que hay que cuidar el presupuesto!
Con este gobierno se está haciendo costumbre ofrecer soluciones que son peores que la enfermedad. La pauperización del trabajo es un problema grave, pero no va a resolverse pauperizando al país, su economía y sus empresas.
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