miércoles, 26 de junio de 2019

¡Larga vida a la libre empresa!

Desde sus comienzos, allá por diciembre de 2014, este espacio ha defendido el rol estratégico crítico que juegan las empresas privadas en el desarrollo del país. Su influencia no sólo se siente en el aspecto económico (en la generación de empleo, riqueza, productos y servicios, así como sus contribuciones tributarias) sino también en el social (menor criminalidad, preparación profesional y capacitación a los colaboradores, así como la oportunidad de realizarse) y hasta tecnológico (la competencia obliga a la mejora constante de procesos y, productos).
Sin importar lo que diga el discurso político o lo que un eslogan sexenal nos quiera vender (¡saludos a Peña y a su “Mover a México”!) el motor de una nación es su iniciativa privada.

Por eso, dedicamos la columna de esta semana al Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM), que apenas el jueves pasado recibió su sentencia de muerte a manos del Senado; 57 votos a favor y 44 en contra.

El INADEM fue creado el sexenio pasado, como evolución natural a los programas de apoyo a las PyMEs que venían desde Fox (por aquel entonces la estrategia era institucionalizar y fortalecer lo que funcionaba y no hacer justo lo contrario, como en la presente administración). El rediseño incluyó la posibilidad de crear fondos de inversión, fomentar empresas de alto impacto y trabajar en conjunto con incubadoras y aceleradoras de empresas. También funcionaba como garante de empresas que juzgaba con potencial para que pudieran conseguir créditos de la banca tradicional con mejores condiciones.
El ambicioso proyecto tuvo sus problemas, pero trabajó año con año para resolverlos e incluso fue elogiado y apoyado por instituciones internacionales como la OCDE y el Banco Mundial. Con él, el ecosistema emprendedor en México se transformó.


Hoy MORENA sentencia a muerte a una institución más que, sin ser perfecta, contribuía a tener un país más próspero. Los argumentos son los mismos de siempre: una supuesta corrupción rampante dentro del instituto (que no han podido demostrar) y la necesidad de cortar intermediarios para “ahorrar”, prefiriendo dar apoyos directamente. 
Tres mil millones de pesos en microcréditos, anuncian. No solo la cifra se queda muy, muy corta comparada con el presupuesto que ofrecía el fallecido instituto; sino que el modo en que se pretende distribuir (microcrédito) revela el paupérrimo entendimiento que tiene el nuevo gobierno de las necesidades de un emprendedor y las adversidades que enfrenta. Se vuelve, además, sumamente complicado hacer la auditoria y ejercer transparencia en el uso de los recursos entregados si falta, precisamente, un instituto encargado que rinda cuentas. No hay garantías de que la supuesta corrupción desaparezca sólo porque la Secretaría de Economía ha absorbido las funciones del INADEM

Así las cosas, querido lector. Un país en donde no hay competencia ni nuevos emprendimientos disruptivos es un país en donde las grandes corporaciones tienen más oportunidad de desarrollar mono u oligopolios, donde la calidad del producto o servicio ofrecido disminuye y donde (trágicamente) el campo para la corrupción es más fértil. A falta de apoyo gubernamental, tocará a la red empresarial y a la sociedad civil nutrir y fortalecer el ambiente emprendedor en México. Porque no podemos dejar de hacerlo, porque sería un paso hacia atrás monumental y porque no merecemos las terribles consecuencias que traería detener toda iniciativa emprendedora en el país. ¡Larga vida a la libre empresa!

miércoles, 19 de junio de 2019

Censura vs. Debate

Hasta finales de la semana pasada, yo no tenía idea de quiénes eran Agustín Laje y Nicolás Márquez. Sin miedo a equivocarme podría decir que el 90% de los mexicanos estaba en idéntica situación. Esto, repito, era verdad hasta finales de la semana pasada, antes de que estallara la bomba mediática que fue la cancelación de su charla: “El Peligro de los falsos derechos. Deconstruyendo el feminismo radical, la ideología de género y el aborto” que tenían programada para el día 13 de junio en las instalaciones de la Universidad La Salle, en un pequeño espacio para no más de 50 personas.

Agustín Laje y Nicolás Márquez son politólogos argentinos, invitados al país por el Consejo Mexicano de la Familia y autores de “El Libro Negro de la Nueva Izquierda”. Llegaron al país para dar una gira de conferencias en diferentes ciudades de la República y habrían pasado grandemente inadvertidos de no ser por la atención que el mismo bloque LGBTTTI+ les prestó.


Desde antes de su llegada, el colectivo exigió al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a la Secretaría de Gobernación, a la de Relaciones Exteriores, al Instituto Nacional de Migración y a la Conapred que prohibieran la entrada de los conferencistas al país. El argumento es que “representan un peligro para la seguridad nacional y la seguridad pública de los mexicanos”. Aunque siendo francos, desde que uno ve que levantan la denuncia frente a tres o cuatro autoridades al mismo tiempo, que no tienen idea de lo que están exigiendo y la jugada es más bien ver si es “chicle y pega”. 

Al mismo tiempo, agrupaciones locales hacían cabildeo para quitarles los espacios, con fatales resultados. Aunque consiguieron que la Universidad La Salle cerrara sus puertas, terminaron dando la conferencia en en la sede de la Arquidiócesis de México, con un auditorio de 350 personas. Aquí en Guadalajara, para su presentación de ayer martes en PALCCO, se reportó agotado el boletaje.

Celebro que ambos politólogos hayan querido permanecer en el país y concluir su gira a pesar de las presiones. Celebro que hayan venido a debatir con ideas sobre la igualdad sustantiva, los derechos sexuales y cómo se manipula a la sociedad a través de la narrativa (algo que sucede no solo en el caso de la ideología de género). 
Me parece lamentable que el colectivo LGBTTTI+ no pueda responder con ese mismo nivel. Un debate no se gana silenciando a la oposición, sino presentando argumentos más sólidos. Francamente, acusar a los conferencistas de “incitaciones al odio y volación de los derechos humanos” me parece hasta hipócrita. ¿Dónde quedó su derecho a la libre expresión? ¿Tanto miedo tenían a lo que este par de argentinos pudiera decir?

En el pecado han llevado la penitencia. No sólo consiguieron enterar a más personas del ciclo de conferencias, sino que al intentar censurar a los conferencistas, les han dado la razón: El sector que clama tolerancia y respeto, es el primero en negarse a ofrecerlo. Y además, han dado la impresión de que no tienen argumentos contra ellos, porque en lugar de debatirles, han preferido censurarles.
¿Qué se ganaba con esa estrategia pues?

martes, 11 de junio de 2019

¿Qué celebramos?

La pregunta va en serio. ¿Qué celebró López este sábado en Tijuana, exactamente?

Juzgando por los discursos triunfalistas y las autocongratulaciones, pareciera que se consiguió que Estados Unidos devolviese Texas y el resto de los territorios entregados por el tratado Guadalupe-Hidalgo. En realidad, conseguimos que el matón del salón nos volviera a poner en el suelo y nos dejara en paz (al menos por hoy) luego de que hubiera prometido dejarnos el ojo amoratado y la nariz sangrante.

Cierto, que entraran en vigor los aranceles propuestos por Trump habría significado una tremenda catástrofe económica para México (y en menor medida, para el mismo Estados Unidos) y había que darle respuesta y evitarlo de alguna manera. Sólo me pregunto si dichas consecuencias justificaban reaccionar como se reaccionó y ceder en todo lo que se cedió; y si estamos conscientes de que el peligro no ha pasado, que a pesar de lo negociado el matoncito puede volver en cualquier momento a alzarnos el puño, hacernos calzón chino, o encerrarnos en un casillero.

Recapitulemos, porque esto no empezó de la noche a la mañana con un tuitazo sin pensar.
López desde campaña posicionó su política migratoria como de puertas abiertas. Candil de la calle y oscuridad en su casa, López prometió a las caravanas migrantes visas humanitarias de trabajo, un ambicioso plan de desarrollo para los países centroamericanos y “santuario” en su viaje a los Estados Unidos. Previsiblemente, el flujo de migrantes se incrementó y dicha situación fue inmediatamente recogida y aprovechada en Estados Unidos.

Trump, que ya está pensando en reelegirse, volvió a encontrar en México el blanco fácil para incendiar a sus bases. Amenazó varias veces con cerrar la frontera, aumentó el número de agentes migratorios, envió soldados a las garitas e incluso redujo el número de carriles que cruzaban. Ninguno de estos mensajes fue atendido por un gobierno mexicano ensimismado y empequeñecido. Las cifras de detenidos en la frontera sur de EUA no dejaron de crecer y el flujo desde México seguía subiendo (este año han entrado entre 500 mil y 700 mil migrantes indocumentados, tratando de llegar a Estados Unidos)

Entonces cae el tuitazo y la amenaza de los aranceles. México responde con una tibia carta (que es prontamente ignorada) y enviando a su flamante Secretario de Relaciones Exteriores ese mismo fin de semana. ¡Oh sorpresa! Trump y su gabinete más cercano están de gira europea y hay que esperar a que regresen. Cuatro días después, por fin los reciben y arrancan las negociaciones, con los resultados que ya sabemos. Estados Unidos se salió con la suya y obligó al gobierno mexicano a aplicar con rigor su propia ley migratoria y a retener a los migrantes en su territorio hasta que Estados Unidos desahogue sus juicios de asilo. Postergamos, que no detuvimos, la caída de la guillotina económica. Los avances de México en la materia serán evaluados por Estados Unidos, que unilateralmente podrá decidir en 45 días si de todas formas aplica los aranceles.

En la analogía más cruda, conseguimos la liberación de un pariente secuestrado a cambio de rescate y estamos amenazados de que nos lo vuelvan a secuestrar 45 días después ¿Qué celebran pues? ¿Por qué, ante la amenaza del presidente matón, seguimos arrinconados en nuestro terruño? ¿No sería la hora en que nuestro presidente se ponga los pantalones y asista al G20 a buscar aliados, comerciales y políticos? ¿No sería la hora de que el presidente saliera a defender a México y a los mexicanos?

El próximo año cuando Trump esté en campaña lo primero que saldrá de su boca en todos sus discursos será que consiguió que se hiciera el muro. Qué México ES el muro. Y habrá que tragarselo. Peña, con todos sus defectos, por lo menos fue categórico y preciso. Cuando a López le preguntaron su opinión sobre la frase del presidente Trump: “México necesita a Estados Unidos y no Estados Unidos a México”, el titular del ejecutivo cobardemente guardó silencio mientras hacía la seña de “amor y paz”...

miércoles, 5 de junio de 2019

Radiografía Electoral

Seis meses después de haber tomado posesión, el nuevo régimen se enfrentó de nuevo a las urnas el pasado domingo. La cita democrática, como siempre, era importante. Esta vez le estábamos tomando el pulso a un país que ya había tenido seis meses del régimen de Morena y de sus cuestionables resultados. A saber: Recortes burocráticos sin lógica ni razón que paralizan a las instituciones públicas y perjudican la participación de científicos y atletas en el extranjero; desabasto de combustible por pésima planeación; la cancelación de las estancias infantiles; la violencia que no para y que tuvo su expresión más cruda en lo que va del sexenio el 19 de abril en Minatitlán; numerosos ajustes y cambios a un aeropuerto que nos juraron estaba listo para construirse y era alternativa viable; una refinería imposible a la que ninguna empresa privada le quiere entrar; turbulencias en el gabinete, rumores de salidas, renuncias rechazadas y las salidas confirmadas del director del IMSS y la titular de la SEMARNAT; la pérdida sistemática de autoridad del ejército mexicano en las últimas dos semanas y permitir que se le realizara un homenaje a un líder religioso en el Palacio de Bellas Artes (líder que, por cierto, hoy está detenido en estados unidos acusado de abuso sexual infantil). ¿Cómo estaba el ánimo del país después de todo esto? Revisemos los resultados de la radiografía y veamos si podemos diagnosticar al paciente:

MoReNa arrasó en Baja California. Se llevó la gubernatura, diputaciones y alcaldías con márgenes de más de 20 puntos sobre su más cercano competidor. Arrebató también la gubernatura de Puebla repartiendo las alcaldías municipales en disputa con el PRI e impuso a sus candidatos en el congreso local de Quintana Roo. Tres victorias importantes. 
Acción Nacional apenas metió las manos. Perdió las gubernaturas en sus bastiones importante, pero ganó la mayoría de las alcaldías y capitales en Aguascalientes y Durango. Su triunfo importante pudo haber sido el congreso local de Tamaulipas, pero como se consigue a costa del que ya tenía en Quintana Roo, la realidad es que apenas sale tablas.
Los demás partidos, ni pintaron.

El indicador más preocupante quizá sea el abstencionismo. Baja California registró una participación del 29.63% En Puebla participó solo el 33.4% del padrón. A manera de referencia, la fallecida gobernadora Martha Erika Alonso, ganó con 66% de participación el año pasado. ¿Qué motiva este tremendo bajón? ¿Por qué la victoria morenista, siendo que el PAN impulsaba una candidatura relativamente independiente y Miguel Barbosa es, francamente, un impresentable?

No veo un desencanto con MORENA, que es quizá en donde mucha gente tenía puestas sus esperanzas. Si este existe, se traduce más bien en un desencanto con el sistema político y electoral general. López se vendió como LA alternativa a una camarilla partidista que no nos gustaba. Cuando esta alternativa no funcionó, nos volvió a invadir la apatía, la búsqueda del siguiente gran caudillo. 
Mientras tanto, los Morenistas pueden poner a la vieja estructura del PRI, que ahora les pertenece, a trabajar. La baja participación les funciona bien, implica que tienen que movilizarse menos y hacer menos esfuerzo para ganar ahí donde quieren. Lo hemos visto en los programas clientelares del gobierno federal. Están armando y fortaleciendo la estructura para cuando lleguen retos más interesantes; 2021 y 2024.

Pero ojo, no todas son malas noticias. Un pueblo desencantado es también un terreno fértil en donde empezar a sembrar a una verdadera ciudadanía, una que ya no se deje encandilar por las figuras populistas de cada seis años y que haga más que cruzar boletas y ponerse camisetas de colores esperando que alguien más lo saque del barranco. La tarea es titánica, pero probablemente no se repita en un largo tiempo y la ventana de oportunidad es pequeña, pero hay que hacer el esfuerzo.