Siempre he tenido la impresión de
que buena parte de la etiqueta que lleva el sexenio de Felipe Calderón (de
haber sido sangriento y terrible en el tema de la seguridad) se la debe a sus
asesores de imagen pública y al compromiso de defender siempre la libertad de
expresión, dejando a la prensa nacional sin correa.
No minimizo la terrorífica cifra
de muertos, que según diferentes fuentes anda entre los ochenta y los cien mil.
Me parece, por supuesto, que cualquier homicidio doloso está de más y por supuesto
me duelen las 344 mil víctimas "invisibles" (huérfanos, viudas,
padres, amigos) que calcula el Centro de Análisis de Políticas Públicas de la
organización México Evalúa.
Entiendo los argumentos de que la
estrategia no era la correcta, de que faltó inteligencia y tacto, de que quizá
realmente no era necesaria una intervención a esa escala de parte del ejército
y la armada. Podemos debatir largamente los detalles de la estrategia de
Calderón. Sin embargo, hay que reconocerle al menos una cosa: que tuvo el valor
para sostenerse en sus ideas, para hablarle de frente a la ciudadanía y ser
transparente en cómo veía el problema y qué pensaba hacer para solucionarlo.
Hay que reconocer que tenía pantalones.
Volvamos al presente. Mientras la
ONU señala que en México la práctica de la tortura es generalizada y se
practica en un contexto de impunidad, el gobierno se apresura a negarlo a
través de su embajador en la ONU, Jorge Lomónaco. Mientras que James Cameron,
primer ministro británico, dando voz a toda la comunidad internacional, increpa
al presidente por el tema de los Derechos Humanos, Enrique Peña sigue levantándose
el cuello con sus reformas estructurales (de las que aún no vemos resultados
concretos).
La estrategia de esta
administración es esconder, cubrir, ignorar. No es la actitud valiente de quien
hace frente a la adversidad, bien o mal según su capacidad y defiende sus
ideales contra la opinión pública si hace falta. Es la actitud de quien quiere
manipular dicha opinión, torcerla sin hacer ningún mérito.
Sin embargo, como con cualquier
mentira, ocasionales deslices nos permiten destapar la cloaca que tan desesperadamente
intentan cubrir. Como por ejemplo el hecho de que la cifra de muertos en apenas
el primer tercio del sexenio ya está entre los cuarenta y los cincuenta mil,
dependiendo de a quién se le pregunte. Por ejemplo el hecho de que en Michoacán
y en otros estados sigan en pie de guerra los grupos de autodefensas; a veces
con resultados surrealistas como la reciente liberación de dos líderes, Antonio
Torres "El Americano" e Hipólito Mora, después de que hubiera una
balacera entre ambos en el municipio de La Ruana. ¿Quiere aún más surrealismo? Hipólito
Mora está negociando una candidatura a diputado federal con Movimiento Ciudadano.
"Por supuesto que estamos aprovechando su valentía, por supuesto que
estamos aprovechando su historia de vida" señala el líder estatal del
partido, Daniel Moncada Sánchez "Necesitamos en el Congreso de la Unión,
en el Congreso del Estado, en el Gobierno del Estado y en los Ayuntamientos más
voces como las de estos hombres."
Por ejemplo, los cuarenta y tres
estudiantes normalistas que la misma policía se encargó de hacer desaparecer en
circunstancias aún no esclarecidas y en las que pudo haber estado involucrado
el ejército.
Y mientras todo esto pasa, Osorio
Chong dice ayer a los medios que Iguala no es México, llama a que "veamos
la realidad del país" e insiste en que estamos mejor que antes, cuando
había más muertes, más violencia. Mientras todo esto pasa, Videgaray Caso
publica hoy en las páginas de Reforma una editorial explicando los beneficios
de la reforma financiera, medalla y nave insignia de esta administración que
nomás no ha podido soltar amarras. Mientras todo esto pasa, nuestro presidente
viaja a Gran Bretaña acompañado de toda su familia, acomoda a su amigo Murillo
Karam en una secretaría donde no llame tanto la atención, después de su
mamarracho en la Procuraduría, y sigue cubriéndose los ojos a la realidad de un
país que todavía sangra, aunque ya no se anuncie en los periódicos ni cubra
buena parte del noticiario de la noche, quizá también por instrucciones de la misma presidencia.
Definitivamente, a esta
administración le hacen falta pantalones.
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