jueves, 9 de febrero de 2017

No es lo mismo 1917 que cien años después


Circula por las redes un vídeo que está levantando lo mismo indignación (con justa razón), y risas (porque no podía ser de otro modo estando en México, donde nos reímos hasta de nuestras tragedias). En el video, una entrevistadora de Grupo Imagen se acerca con varios de nuestros legisladores a hacerles preguntas que cualquier estudiante de un curso de Educación Cívica de nivel primaria de bería poder responder sin inconvenientes. ¿Qué artículo de nuestra Constitución protege el derecho a la educación? ¿Y el derecho al trabajo? ¿Cuántos artículos tiene nuestra Constitución?



Verlos derrapar con las respuestas, buscando una justificación (o una escapatoria, según se vea) es divertido hasta que uno recuerda que estos hombres y mujeres son los responsables de hacer las modificaciones a nuestra Constitución, supuestamente en beneficio de todos. Que la pregunta “¿Qué artículos modificó la Reforma Energética?” quede sin respuesta es especialmente preocupante. Luego de que dichas modificaciones dieran pie al gasolinazo de enero pasado y a las protestas y saqueos, todo lo sucedido invitaría a pensar que lo tendrían particularmente presente. Claramente no es el caso.

“El presidente, los secretarios de gobierno, estas personas juran guardar y hacer valer la Constitución al tomar el cargo” me decía mi papá cuando comentamos el punto. “¿Tú crees que pueden cumplir ese juramento si ni la conocen?”

Luego, el 5 de febrero, Grupo Reforma publicó los resultados de una Tercera Encuesta Nacional de Cultura Constitucional de la UNAM. Y ahí es donde quedó de manifiesto que el mexicano promedio está muy bueno para burlarse de la paja en el ojo del legislador, pero no ve la viga en el del ciudadano de a pie. Según la encuesta la mayoría de los mexicanos, (56.1%), considera que conoce poco de su Carta Magna; el 52.7% desconoce el año en que se aprobó y tampoco la relaciona con la Revolución Mexicana y tres de cada diez piensan que nació a partir de la Independencia de México.

Resulta que nuestra Constitución, esa que anda celebrando su centenario con moneda y billete nuevos, es un absoluto misterio para buena parte del país. Adapto la pregunta que me hacía mi padre ¿Usted cree, querido lector, que podemos defender y hacer valer nuestros derechos consagrados en dicho documento cuando no los conocemos?

Bueno, dijimos, es sólo cuestión de volver a darle una revisada. Si el deber cívico nos azuzara podríamos incluso leerla de pasta a pasta. Ajá. ¿Le ha echado una ojeada últimamente a su Carta Magna? La Constitución ha cambiado mucho en estos 100 años y probablemente no todos los cambios sean para bien.

La versión de 1917 tenía artículos sencillos, un sólo párrafo de texto claro y entendible. Tomemos el Artículo 3°, como botón de muestra. Se lee en la versión original:
“La enseñanza es libre, pero será laica la que se dé en los establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria, elemental y superior que se imparta en los establecimientos particulares. Ninguna corporación religiosa, ni ministro de ningún culto podrán establecer y dirigir escuelas de educación primaria. Las escuelas primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la vigilancia oficial. En los establecimientos oficiales se establecerá gratuitamente la enseñanza primaria”

Quizá no es el artículo perfecto, ni la redacción ideal que hubiéramos querido, pero es conciso. El engendro actual tiene nueve fracciones, 27 párrafos, varios incisos y no dice mucho más de lo que expone el artículo original. Ahora considere que esta degeneración se replica en cada uno de los 136 artículos. ¿Así pretendemos que el ciudadano mexicano conozca y haga valer su Constitución, sus derechos?

¿Qué nos toca? En primera instancia, hacer un esfuerzo por conocer la Constitución, verborrágica como pueda ser. El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimeinto, dice una máxima jurídica.
En segundo lugar, abogar por leyes más simples. Ya lo decía Tácito (historiador, cónsul y gobernador romano) "Cuánto más corrupto es el estado, más leyes tiene." ¡Cada párrafo adicional a la ley es una oportunidad de darle la vuelta, una obligación más del estado o un montón de tinta innecesaria que se plasmó ahí sólo para que nuestros legisladores tuvieran algo que presumir! ¡Pidamos leyes breves y claras!

¿No sería justo, en este mes de su cumpleaños, renovar nuestra Constitución y quitarle tanto parche?



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