El lunes volvimos a ver escenas de violencia, volvimos a ver monumentos vandalizados y la indignación alcanzar punto de ebullición. No creo que haga falta derramar más tinta para explicar por qué está justificado (y quizá es necesario) ese grito desesperado de parte de las mujeres de este país. La postura de este espacio al respecto quedó clara desde en una entrada publicada el miércoles, 27 de noviembre de 2019 bajo el título de “Feminicidios”.
El apunte de esta semana más bien pretende ir un poquito más allá. Pretende reconocer que vino y se fue otro ocho de marzo “histórico”, como macabro Día de la Marmota, sin que las cosas cambien para el sector de la población que está exigiendo justicia. En algunos puntos, vamos incluso peor (el número de mujeres desaparecidas en lo que va del sexenio de López casi duplica al registrado en el mismo periodo del sexenio de Peña, por poner un ejemplo). Y pretende señalar también que nada cambiará si nos quedamos en esa postura “buenaondita” de “quémenlo todo” y “nosotros nos callamos para que ustedes hablen”
Una sociedad prospera en la diversidad, se nutre de ella. Es la interacción y cruce de las perspectivas de diferentes circunstancias y con diferentes habilidades la que nos permite hacer sinergia para cubrir las precariedades y paliar las dificultades de distintos grupos sociales, e individuos. Trabajar juntos, con empatía y civilidad, nos hace fuertes.
Si ante una situación crítica de uno de los grupos, lo mejor que podemos hacer es suscribir y validar la expresión de furia, frustración y enojo sin esforzarnos por lograr soluciones reales a esa expresión, estamos ahí nomás por el postureo y para vernos bonitos. Y se nota.
Leía por ahí el ejemplo: Imagine a una persona atrapada en la oscuridad de un pozo, gritando desesperada por poder salir. Usted, desde afuera del pozo y en condiciones de ayudar, se acerca. Pero al llegar al pozo en lugar de arrojarle una cuerda, o facilitarle una escalera, se avienta al fondo del pozo, igualando su circunstancia con la de ella, por ser "empático". ¿No le parece un completo desperdicio y un uso muy pobre de sus facultades? ¿No sería mejor aprovechar que a usted no le nubla el dolor y la rabia para conseguir facilitarle las cosas a la víctima?
Cito textual las palabras de este tuitero:
Circunstancias diferentes permiten abordajes diferentes. Para eso formamos comunidades: para alternarnos. Para subsidiarnos. Para apoyarnos. Para orientarnos. Para CONTENERNOS Y ACOMPAÑARNOS.
¿Qué estamos haciendo, pues? ¿Además de arrojarnos inútilmente como “aliades” quedabien? ¿Qué hemos propuesto o cómo hemos transformado nuestras comunidades más íntimas (familia y amistades) y no tanto (lugares de trabajo, municipios)? Hay harto que hacer en muchísimos ejes distintos. Van algunas ideas:
- Promover la auténtica prevención del delito con educación, recreación y ambientes familiares y comunitarios que alejen de conductas contra la mujer.
- Implementación de tecnología para que las mujeres puedan andar seguras por la calle. Espacios vigilados, bien iluminados. Acceso y capacitación en herramientas disuasorias: gas pimienta, porras colapsables; además del marco legal para utilizarlas. No tendrían que ser necesarias, y eventualmente cuando el cambio social completo se de, no lo serán. Pero facilitarían la transición.
- Fiscalías de primer mundo, servidores públicos suficientes y adecuadamente capacitados, con mecanismos de control de confianza y consecuencias ejemplares para quien abuse de su posición. Es encolerizante que haya chicas que van a denunciar abuso y terminen abusadas en las mismas comisarías.
- Cultura de la Denuncia: Para dimensionar la tragedia, para que las mujeres tengan la certeza de que se les tomará en serio y serán protegidas de represalias, para que se abran expedientes contra todos y cada uno de los infractores.
- Castigar en las urnas la presencia en la boleta de violadores, abusadores y traficantes de personas, como está ocurriendo en Guerrero y en otras partes del país.
No sé, son ideas. Seguro a usted se le ocurren más y mejores. Se trata de empezar a hacer, de tomar responsabilidad ciudadana y no de quedarnos con los brazos cruzados o limitarnos al irresponsable “Si amiga, tú quémalo todo”
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