Ojo, Coahuila pudiera ser un avance de la película de terror que nos espera en 2018.
A un mes de las elecciones en esa entidad, el INE no ha podido esclarecer del todo las circunstancias en las que se dió la victoria del hoy gobernador electo Miguel Riquelme, del PRI. Son varias las rayas de ese tigre:
Para empezar, el mismo día de la elección el INE cometió el error de emitir un conteo rápido que daba como ganador al candidato del PAN, Guillermo Anaya. Dicho conteo, por diversas circunstancias, terminó calculándose con apenas el 55% de los datos muestrales esperados. No era un resultado oficial y debió desestimarse, pero en su lugar el detalle se convirtiió en la primera contribución al tufo de duda que se huele en toda la elección.
Luego, al acabar la jornada, resultó que el 23% (2,524) del total de los paquetes electorales fueron transportados desde las casillas hasta los centros donde se realizaría el cómputo “por fuera de los mecanismos logísticos previamente acordados”. Actualmente, el INE no ha podido determinar cuál fue la “cadena de custodia” para conocer quién entregó y quién recibió dichos paquetes electorales. Aún si queremos suponer que el contenido de dichos paquetes llegó sin alteración alguna, el INE ya no puede demostrarlo. De acuerdo con Acción Nacional, fue Fuerza Coahuila (la policía estatal) quien hizo acopio y entrega de esos paquetes. En un estado gobernado por el PRI ¿Entiende por qué la desconfianza?
Como al perro más flaco se le cargan todas las pulgas y a pesar de que el INE no necesitaba que lo ayudaran a meterse “en camisa de once varas” los partidos políticos también jugaron su papel en poner en entredicho la credibilidad del sistema electoral. Ambos candidatos punteros se declararon ganadores la misma noche de la elección, contribuyendo a la confusión.
Con el pasar de los días, además, la Unidad Técnica de Fiscalización de INE detectó que ambos candidatos habían rebasado los topes de campaña por aproximadamente la misma cantidad (5 millones de pesos, nomás), lo que, dado lo cerrado de la elección (la diferencia entre uno y otro candidato es de apenas dos puntos porcentuales) en estricta teoría daría pie a que se anularan los comicios.
¿Y entonces qué? Preguntan. Pues nada, que se repetirían las elecciones, con candidatos distintos y en circunstancias bien distintas. Las elecciones nacionales están a la vuelta de la esquina y la verdad es que, gane quien gane Coahuila, la oposición política se frota las manos por la posibilidad de tachar a ambos partidos de corruptos y de manchar la legitimidad de la elección. Así que en el amplio panorama de las cosas, avanza la izquierda y tricolores y blanquiazules se arriesgan a perder por una rabieta mucho más que aquel estado al norte del país.
Con instituciones golpeadas, pocas alternativas y cartuchos quemados en las elecciones de 2018 ¿Dejo claro por qué creo que se trata de una película de terror?
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