Asístí a la protesta pública de este domingo primero de diciembre, en Guadalajara. No había asistido a ninguna demostración del estilo desde la #MarchaDelSilencio del pasado mayo; curiosamente, convocada por las mismas agrupaciones de la sociedad civil.
Ahora, como entonces, salí a la calle en respuesta a un sentimiento de deber cívico, a un sentimiento de que la coyuntura del país requiere de una participación más activa de parte de todos sus ciudadanos. Salí también para encontrarme con otros que pudieran tener la misma idea y para tomarle el pulso a esto que pretende pararse en el templete nacional como “oposición”
La verdad es que volví a casa preocupado.
La presente administración tiene muchísimos puntos flacos y está dejando descubiertos tantos frentes que prácticamente en cualquier área de responsabilidad de su gobierno pueden hacérsele críticas válidas. Y esto es un arma de doble filo. Por un lado, genera más inconformidad conforme pasa el tiempo. Esto fue notorio en la cantidad de asistentes a la manifestación y el hartazgo generalizado entre los mismos. Hay más interés en hacer “algo”.
Sin embargo, del otro lado de la moneda, significa también que los intereses y objetivos de los manifestantes son cada vez más diversos. Una narrativa formal, desde los organizadores, que cohesione esos intereses y concentre los esfuerzos se hace más necesaria. Los organizadores intentaron definir esa narrativa alrededor de la situación de seguridad, pero se quedaron cortísimos.
El manifiesto que compartieron y para el que solicitaron firmas habla lo mismo del desmantelamiento y coptación de instituciones (INE, CRE, SCJN, CNDH), los cochupos e ilegalidades a través de los que se está llevando a cabo dicho desmantelamiento, el retiro de recursos a viejos programas sociales de comprobada efectividad y el uso clientelar y opaco de los nuevos programas. Un poco más adelante se habla de los ataques a la libertad de expresión y a la prensa durante las mañaneras, así como la polarización resultante. Y se termina con cinco “demandas”, esas sí, relacionadas con el tema de la seguridad apenas tangencialmente mencionadas en el manifiesto.
A eso añádale las iniciativas que cada manifestante llevaba. Ví pancartas contra el presupuesto 2020, solicitando ayuda para encontrar a un desaparecido, en apoyo a la familia LeBarón y hasta un “A mis hijos los educo yo” perdido por ahí.
Creo que mi punto quedó perfectamente ejemplificado en un momento de la movilización, en donde desde el templete, se gritó: "¿Venimos a pedir qué?", evidentemente esperando respuesta de los manifestantes y que la única respuesta fuera confusión generalizada.
Son muchos temas, lo entiendo, pero para que la presión haga mella necesitas concentrarla en un punto, de preferencia el más débil o el más incontestable (seguridad era un buen ejemplo, el 1ero de Diciembre fue el día más violento del año con 127 homicidios registrados) y así forzar una respuesta desde el poder.
Otra cosa que hizo falta y que me hubiera gustado ver de parte de los organizadores, es el rechazo absoluto a la intervención de las figuras públicas emblemáticas de los partidos. Su intervención, aunque pretendía sumar, dinamitó la credibilidad de una protesta “ciudadana”. Y para demostrarlo basta ver los titulares. Forbes encabezó su nota “PAN, PRD y LeBarón lideran marcha y piden renuncia de AMLO” (y esa petición ni siquiera estaba en el manifiesto). Animal Político tuiteo: “Grupos y partidos opositores se reunen en el Ángel de la Independencia para protestar en contra del gobierno”
Les comieron el mandado a los organizadores. Se minimizó la participación ciudadana, que fue muy real y dieron pie a que el mismo presidente desestimara el reclamo legítimo con una declaración absurda: Que los que habían protestado eran los partidos conservadores, no los ciudadanos.
Así que sí, volví a casa preocupado. Nos falta muchísimo para tener una oposición ciudadana organizada. Habrá que trabajar mucho y pensar aún más. Quizá las marchas no sean la opción más efectiva. No se le gana al enemigo en el campo de batalla que el elige, y es evidente que el presidente domina la plaza pública y las narrativas pre y post manifestación. Empecemos a cuestionarnos si una oposición legal e institucional no nos resulta más efectiva. ¿Cómo y por dónde, mexicanos? Esa es la cuestión
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu opinión es muy importante ¡Súmate al debate y déjanos un comentario!