Hay infinidad de evidencia para desmoronar la narrativa oficialista respecto a PEMEX, su rescate, viabilidad financiera y como motor de desarrollo para el país. El problema es que reconocerla, entenderla y unir los puntos requiere de cierta atención y algo de conocimiento financiero. La presente administración lo sabe, así como sabe que Juanito Pueblo Vivealdía (nuestro connacional promedio, pues) carece de esas herramientas.
Así, por ejemplo, el presidente anuncia con bombo y platillo la inauguración de un bloque de oficinas en Dos Bocas y lo llama de manera rimbombante la “primera etapa de construcción”, perjurando que lo que sigue es una “etapa de pruebas”. Las tomas aéreas en su video celebratorio, sin embargo, pinta una imagen bien distinta. No hay forma que esa refinería inicie pruebas (ya no digamos produzca nada) por al menos otros 18 meses. Las diferentes estructuras no están conectadas entre ellas, no se ven gasoductos ni accesos de agua y la planta eléctrica apenas pasó el proceso de aprobación.
Inauguraron un cascarón hueco e incompleto, lo hicieron pasar por la panacea a los problemas de PEMEX encumbrándolo con palabras bonitas como “soberanía energética” y alimentó su narrativa. Los feligreses del ciudadano presidente, encantados.
Una semana después la cruda realidad viene a darle en la torre a esa fantasía sostenida con alfileres y el poder mediático del estado. En silencio, sin video celebratorio ni mucha alharaca más que para los que se interesan en esas cosas, Moody's Investors Service rebaja la calificación de Petróleos Mexicanos a B1 desde Ba3, lo que significa que prestarle dinero a la paraestatal es “Altamente Especulativo”, una riesgosa apuesta pues. En opinión de Moody’s, no hay nada al interior de PEMEX que de la certeza de que vaya a pagar sus deudas, siquiera.
Esto estaba casi cantado. Ya desde principios de junio Petróleos Mexicanos fracasó en colocar los bonos que pretendía para recaudar dos mil millones de dólares, a pesar de estarlos ofreciendo con una tasa de interés del 9.25% anual. Es decir, aún con esa tasa de interés ridículamente alta, los inversionistas se la pensaron en jugarse su dinero ahí. No ayuda para nada el hecho de que la emisión de deuda era para pagar a proveedores (nomás para operar, no para hacer alguna inversión importante o estratégica) clara señal de que le falta liquidez.
Para colmo, se le está echando dinero bueno al malo. La inversión en refinación representa un riesgo por el tema de rentabilidad. De octubre a diciembre de 2019, el margen variable del Sistema Nacional de Refinación de Pemex fue negativo a -2.64 dólares por barril, según el reporte de resultados financieros. Es decir, perdíamos dinero por cada barril refinado. En el tercer trimestre de 2021, PEMEX Transformación Industrial, registró pérdidas por más de $111 mil millones; cifra que es 2,800% mayor a las pérdidas registradas en el mismo periodo de 2018.
La refinación no es negocio para PEMEX, pero se le está dando prioridad e invirtiendo millonadas y para lo que sí es negocio, la exploración y explotación de yacimientos, ¡ya no hay lana!. En marzo de 2021, el presidente anunció un nuevo complejo petrolero en Tabasco con un yacimiento “gigante”. Ese día, funcionarios federales aseguraron que el campo generaba expectativas para 2021 al 2023 con la estimación de perforar 65 pozos en ese periodo, con una producción estimada de 138 mil barriles de aceite y mil 349 millones de pies cúbicos de gas por día. Poco les faltó para repetir la frase de José López Portillo, que había que prepararse para “Administrar la Abundancia”
Hoy admite Octavio Romero Oropeza, director de la paraestatal, que le faltan 2 mil millones de pesos para poner en marcha el campo petrolero y que existe “un desfase” en el desarrollo de algunos proyectos. Lo que no dice, y hay que sacarle con tirabuzón al Instituto de Acceso a la Información Pública es que durante los primeros cinco meses del año, la inversión física en actividades de Pemex fue 18.1% más baja comparada con la realizada en el mismo lapso de 2021. ¿A qué jugamos pues?
Dato mata relato, siempre. Pero el dato no siempre sale anunciado en la tele, ni tiene una mañanera diaria. Nos corresponde a los ciudadanos buscarlo, compartirlo, comentarlo y difundirlo en beneficio de todos. Sin dato, sin el diagnóstico claro y la visión transparente de la realidad, no hay manera de avanzar.
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