Concluyó hoy, insatisfactoriamente, el Proceso Interno de Selección de Responsable Nacional Para la Construcción del Frente Amplio por México. Hay una ganadora, sí; pero en lugar de salir fortalecida y arropada por una votación ciudadana a su favor, su designación es negociada entre las cúpulas.
Hasta hoy, el proceso había sido relativamente exitoso: incluyó a la sociedad, presentó perfiles y alternativas, difundió ideas, permitió medir a los aspirantes. Todo para perder lo construido en una tarde.
Ya había señales de alarma desde antes que invitaban a pensar que podía ser así. ¿Por qué, si la elección iba a ser este domingo, no había un esfuerzo enorme de difusión de las ubicaciones de las casillas? ¿Por qué no se hizo pública la cifra de inscritos al padrón para votar? ¿Por qué no se usó el número de inscritos (2,297,529) como ancla para legitimar el proceso de selección?
La causa más probable es porque nunca se pensó en llegar hasta la votación. Le tantearían el agua a los camotes con una o dos encuestas, y en base a ellas se sentarían a negociar y a decidir quién declina por quién y a cambio de qué. Sin una verdadera elección que respalde y despeje las dudas, queda el regusto de que todo fue teatro y faramalla. Y se le da la razón y un arma más al titular del ejecutivo, Xóchitl acabó designada por dedazo; tocando sus posibilidades en la elección presidencial.
No es una opinión que me sea exclusiva. El mismo priismo, a través del Frente Amplio de Renovación (FAR), integrado por exgobernadores y exlegisladores de ese partido, señalaron su preocupación por la posibilidad de concluir anticipadamente el proceso interno. En sus palabras, la contienda interna “no le pertenece a los partidos políticos ni a la dirigencia de su partido [...] es de la ciudadanía y no puede ser expropiado por cálculos mezquinos de índole alguna”.
Entonces, en lugar de un proceso democrático y sólido, tenemos una reedición cutre de un fenómeno político de creación priista: La Cargada. Alrededor del destapado, luego de las negociaciones, se agrupaban todos los sectores del priismo (hoy, la Oposición). El destapado, futuro presidente, era el garante de que todos los acuerdos que lo encumbraron llegaran a buen término, el tensor de decenas de fuerzas e intereses.
Hoy a Xóchitl se le está cargando esa expectativa, esa loza de compromisos adquiridos por las cúpulas partidistas, en lugar de llegar a la boleta con la fortaleza del apoyo ciudadano independiente y libre.
¿Y a cambio de qué se negoció la retirada de Beatríz Paredes Rangel? No lo sé. Pero ya salió Alito Moreno, presidente nacional del Revolucionario Institucional, a declarar su intención de ir por la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Por la mañana el líder tricolor aseguró en la entrevista que el Grupo Parlamentario del PRI buscará construir acuerdos “con el más amplio consenso” entre hoy y mañana para definir quién será el o la próxima presidenta de la Cámara de Diputados. Hoy por la noche nos enteramos de la declinación de Beatriz Paredes. Los tiempos son curiosos, cuando menos.
Mal por el Frente, que permite que Alito le imponga sus prioridades políticas. Tristes noticias para nuestras oportunidades en 2024, porque la candidata llega comprometida y debilitada. Lamentable que se pierda un esfuerzo ciudadano por democratizar la vida política de nuestro país y marcar la diferencia con el oficialismo.
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