El lunes, el hombre de negocios más acaudalado e influyente del país llamó a conferencia de prensa. Carlos Slim Helú departió con periodistas durante casi cuatro horas, en una charla que abordó muchísimos temas y que dejó a muchos con una sensación extraña. ¿A cuenta de qué un personaje del calibre del ingeniero Slim dedica tanto tiempo a responder preguntas sin aparentemente tener nada concreto que comunicar?
Podemos asumir, sin embargo, que el mexicano más rico del planeta no amasó su fortuna haciendo las cosas por ocurrencia, sin un propósito claro. Si le pareció que tenía que salir personalmente a dar un mensaje respecto a su relación con el presidente, al balance que hace del sexenio, a lo que anticipa para el sexenio que viene y a lo que está pasando con sus empresas; es porque quería que alguien lo escuchara. Es sólo que nosotros no somos su público objetivo. No, Carlos Slim está hablando con el resto de los actores políticos. Las candidatas en primer lugar y los grupos que las respaldan.
¿Quieren mi apoyo? Pobre Telmex, que no ha tenido ganancias en los últimos diez años porque las autoridades no le han permitido entrar al mercado de televisión de paga. El marco regulatorio de la reforma a las telecomunicaciones de 2013/2014 la tiene en números rojos.
¿Mi compromiso con el presidente López? “No veo qué beneficio me haya dado este gobierno”. Difícilmente puedo ser el empresario más beneficiado del sexenio, lo único que hemos hecho de obra pública es la etapa 2 del Tren Maya. Tengo mis diferencias con el presidente, que ya platicaremos cuando salga.
¿El actual rumbo del país y del gobierno? La inseguridad es “una tarea pendiente que todos estamos esperando que se resuelva” […] “Salvo el asunto este [de la seguridad], yo creo que todo lo demás está bien y va a seguir muy bien”
¿El último paquete de reformas? “Hay algunos en los que obviamente me parecen bien y otros que me parecen mal […] algo que me parece estupendo, y es que se me hace estupendo que la Suprema Corte, que los tres Poderes de la Nación, del Estado, tengan diferencias”
¿La participación del Ejército? “Yo creo que las Fuerzas Armadas son excelentes, pero creo que es demasiado. Por ejemplo, cuando se invitó a que participen en la construcción, fue muy bueno, porque […] han resultado algunos ingenieros militares excelentes, y es mejor que muchos soldados, en lugar de estar en el cuartel, estén trabajando” pero: “Que los estemos metiendo en tantas cosas es un exceso”.
¿Acusaciones de corrupción, intentos de amedrentarme? La línea 12 trabajó durante 12 años, transportando a 900 millones de personas y de repente hay un problema. No lo veo como una falla de origen, no tiene nada que ver conmigo o mis empresas.
¿Se ve por dónde va la dinámica y el mensaje del ingeniero? No es que se haya peleado con el presidente López Obrador, ni que esté abiertamente en su contra, pero quiere marcar una clara línea en la arena y un distanciamiento. Lo que se negoció, se cumplió y se agotó. Y al no ver a una clara ganadora entre las dos candidatas, prefiere elogiar a las dos (“Yo creo que las dos son muy comprometidas y se ve que tienen entusiasmo de llegar a gobernar, lo cual ya implica mucho compromiso, valor y deseo de hacer las cosas bien”) y poner sus condiciones y sus temas sobre la mesa. El empresario está dispuesto a sentarse con quien se acerque y le atienda sus inquietudes.
Quien busque en el ingeniero Slim a un salvador o a un filántropo dispuesto a usar sus recursos a favor de uno u otro, váyase sentando. Slim Helú es primero que nada un empresario y le da igual navegar los términos de uno u otro político, tratando de que le vaya bien primero a él, luego a los suyos y finalmente a sus empresas.
Lo que debería animar a la oposición es que la lectura del ingeniero respecto al futuro del país sea lo suficientemente turbia como para no decidir apostar todas sus canicas por un evidente ganador; la apertura a negociar, a escuchar términos desde ambos bandos. Significa que la batalla es más cerrada de lo que las encuestas y el partido en el poder pretenden hacernos creer. Significa que la moneda aún está en el aire y que la presente administración, pese a todo el aire y saliva que gasta cada mañana, está siendo cada vez más irrelevante. Tan es así que los empresarios están moviendo ficha antes de que acabe su sexenio y no necesariamente lo hacen por su gallo, sino para poner distancia.
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