Tratándose de finanzas
personales, hay unas cuantas reglas de oro que conviene seguir para evitar
problemas. Ahorra, no gastes más de lo que ganas y si vas a pedir un préstamo, revisa
la letra chiquita y asegúrate de poder pagarlo. Para el ciudadano de a pie, el
dinero cuesta, tiene que trabajar por él y tiene que ser muy cuidadoso en cómo
lo administra. La relación coste/beneficio de cada desembolso debe ser
considerada y estudiada en proporción al monto del gasto, so pena de perder
dinero. Comete suficientes errores y quedarás desahuciado. El dinero, no aparece por arte de magia y el
mundo actual es implacable con quien no se administra. Pregúntenle a quienes se
atrasan con sus tarjetas de crédito.
Estos conceptos, sin embargo,
parecen incapaces de cuajar en la mente de quienes administran los capitales de
entes gubernamentales por tres razones. La primera, porque no trabajan por ese
capital, se lo arrebatan a la población que gobiernan a través de los
impuestos. Como no es suyo, no tienen ningún interés en cuidarlo. En segunda
instancia, gastar los hace populares. Es más fácil ganar una elección prometiendo
desembolsos en forma de ayudas, subsidios y pensiones, que una administración
austera y esbelta. Y en tercer lugar, por lo efímero del mandato. Cuando una
persona yerra, acarrea las consecuencias (graves o frívolas) durante toda su
vida. Cuando los políticos fallan, cargan
el bulto sólo hasta que termina su periodo.
Ayer martes Grecia entró en cesación
de pagos al no poder cumplir sus obligaciones contraídas con el Fondo Monetario
Internacional y realizar el pago de 1,600 millones de euros que adeuda. Grecia
debe actualmente 315,000 millones de euros (un 170% de su PIB) porque ha tenido
déficits continuos desde 2005. ¿Por qué? La respuesta corta es porque no han
seguido las reglas de oro de las finanzas personales. La respuesta larga son
una serie de medidas y programas incomprensibles: Jubilaciones a los 50 o 55
años, hijas solteras de funcionarios que heredan la pensión de sus padres,
fraudes en el cobro de pensiones (pensionistas muertos siguen cobrando),
evasión y fraude fiscal, una burocracia
espeluznante (1 millón de burócratas en un país de 11 millones de habitantes)
con altísimos sueldos, entre otras razones.
Pero a pesar de los intentos tres
intentos de la Troika (el grupo formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central
Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) por "sacar al buey
de la barranca", la población griega ha sido menos que receptiva a su
situación actual y tienden a victimizarse (a pesar de que una de las intentonas
incluyó una condonación de deuda privada de 100,000 millones de euros) No
aceptan las condiciones de austeridad y las garantías que, con toda lógica, les
exigen sus prestamistas. Se han acomodado a un estilo de vida en el que ven al
gobierno como proveedor de bienestar, pero no parecen entender la relación que
tiene ese bienestar con la capacidad de la economía privada de generar riqueza.
¿Y en México? Todavía estamos lejos de la situación griega, pero para allá vamos. Ya tenemos una deuda que equivale al 50% de nuestro PIB; ya estamos cayendo en esa actitud comodina de quien espera que el gobierno le resuelva la vida y no estoy tan seguro de que entendamos que es la iniciativa privada el motor de la generación de riqueza de un país.
Que las reglas de oro se sigan con más cuidado en el plano personal que en el gubernamental. ¿No es evidencia suficiente de que mientras menos administre el gobierno, mejor?
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