El miércoles pasado, los chicos de la preparatoria Majory Stoneman Douglas en Florida tuvieron un San Valentín de pesadilla cuando Nikolas Cruz (un exalumno recientemente expulsado) comenzó a disparar a estudiantes y miembros del cuerpo docente con un rifle semiautomático. Diecisiete personas murieron en el incidente, otras catorce resultaron heridas.
El atentado, porque hay que llamarlo como lo que es, es el séptimo en lo que va del año (de a uno por semana, más o menos) y uno de incidentes escolares más mortiferos que se tienen registrados. Estados Unidos tiene un serio problema a dos frentes
El primero y quizá el que mejores probabilidades tenga de resolverse en el corto plazo (aunque ojo, no será fácil en absoluto) es el frente legislativo.
La legislación en materia de control de armas en Estados Unidos es confusa, cuando no abiertamente contradictoria. Independientemente de que se apoye la portación de armas o no, algo está roto en el sistema si un militar debe pasar por extenso adiestramiento físico y mental antes de que pongan en sus manos un rifle AR-15; pero un chico de 19 años puede adquirir una variante de la misma arma de manera legal y en una tarde.
La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) es en gran medida responsable de este desorden legislativo. A base de cabildear con diferentes legisladores ha conseguido una y otra vez que diferentes propuestas de ley sean modificadas, aprobadas o desechadas por completo según convenga a sus intereses. Su pecado más grande, sin embargo, es que por miedo a lo que pudiera descubirse, ha conseguido restringir la investigación respecto a la violencia con arma de fuego, sus causas, consecuencias y maneras de prevenirla al menos los últimos 20 años; de tal manera que todo el debate político respecto al control de armas se hace sin información, sin evidencia, a ciegas. Es dificil combatir un problema que no se entiende y que no se conoce.
El otro frente, tiene que ver con el espíritu mismo de los Estados Unidos y su gente.
Casos extremos que terminan en tragedia, como el de Florida, gracias a Dios son proporcionalmente pocos en un país con más de 320 millones de habitantes, pero la manera de pensar de Cruz, sus ideas y las condiciones que lo engendraron están latentes a todo lo largo y ancho del país y lejos de combatirlas, la administración Trump es el principal responsable de proliferarlas.
El terrorista de Florida era un convencido de la supremacía blanca, tenía fuertes y desagradables opiniones respecto a las personas de color, a los practicantes del islam, a los judíos y a los homosexuales. Era un inestable mental con cierta fascinación por el poder de las armas de fuego y si, un partidario de la administración Trumpista, que varias veces ha llamado a los integrantes de estos grupos extremistas “very fine people”
A este paso, las gorras rojas de la campaña de Donald Trump; esas que dicen “Make America great again” se convertirán en el equivalente de nuestro siglo a la capucha del Ku Klux Klan o la banda nazi.
Revisar la legislación en materia de armas puede ayudar mucho, pero no hay manera de que estas tragedias dejen de suceder si no cambia el chip y la cultura norteamericana en muchos aspectos. ¿Quiere un botón de muestra? Le presento a Dinesh D’Souza, un comentarista político conservador, autor y cineasta indio-americano.
Los chicos sobrevivientes del atentado de Florida se han destacado por sacar valor de la tragedia y encausar su ira a hacer activismo en favor de la prohibición de rifles de asalto en su estado. Los legisladores, por circunstancias que ya tocamos (NRA) rechazaron la iniciativa.
Dinesh tiene tan torcidos sus principios morales y políticos que siente la necesidad de reafirmarse frente a un grupo de niños que, luego de ver morir a amigos, compañeros y maestros, están tratando de hacer algo al respecto para que no vuelva a ocurrir. ¿El mensaje? “Adultos 1, Niños 0” Claramente al tipo le faltó cariño cuando era chiquito.
En ese punto estamos. Así el nivel del debate. Así el espíritu en los Estados Unidos de Donald Trump.
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