La curiosidad natural por saber qué es lo que va a implementar el nuevo gobierno una vez que llegue al poder ha acaparado la sección de noticias de los principales diarios del país durante todo el mes. Este espacio, por ejemplo, ha dedicado a ello sus dos últimas entradas. Es natural. Se trata de un régimen distinto (al menos en el discurso, si miramos el fondo las diferencias son menos claras) al que siempre ha gobernado. Además de ser la primera vez que un gobierno de izquierda/centro-izquierda se instalará en el país.
No debemos olvidar, sin embargo, que buena parte del análisis de lo que pueda o no hacer Andrés Manuel al frente del ejecutivo tendrá que pasar por las condiciones del país que recibió el primero de diciembre. Y hoy esas condiciones dieron una vuelta de tuerca que no deberíamos dejar pasar.
México registró esta semana ante la Comision de Valores de Estados Unidos, una emisión de deuda por hasta diez mil millones de dólares, con la precisión de que se requieren para “propósitos generales del gobierno, incluyendo refinanciación, recompra o retiro de endeudamiento local o externo”
Ante tan endeble justificación (literalmente pedir prestado a un bolsillo para tapar el agujero del otro) uno no puede dejar de recordar la terrible tradición priista del “Año de Hidalgo” (Y chin-chin el que deje algo) porque a cuatro meses de que concluya la actual administración y con todo mundo ocupado en las tareas de la transición, se antoja muy complicado que se vaya arrancar o apuntalar algún proyecto de infraestructura o similar. Corremos el riesgo de que nos desaparezcan la lana pues.
El equipo de transición de Andrés Manuel deberá ser especialmente cuidadoso con el tema de la deuda externa, porque la administración actual ha sido un absoluto desastre en ese rubro. En el sexenio actual la deuda del sector público federal pasó de 33.8 por ciento por ciento del PIB con la que inició en 2012 a 46.4 por ciento del PIB al cierre de 2017. La razón principal, coinciden los analistas, es que este gobierno gasta más de lo que recauda (¡nombre, unos genios! sic Pepe Meade).
Según el reporte de la BBC “¿Cuánto deben los países de América Latina?” de enero pasado, México es el segundo país de la región con la mayor deuda pública. Nos tocaría apoquinarle 2 mil 827 dólares por piocha.
Como nación, aún conservamos buenas calificaciones internacionales por la prontitud de los pagos, lo que es bueno porque implica que la gente sigue dispuesta a invertir en México. Pero también es cierto que esos pagos que hacemos tan en tiempo, se van en su mayoría a cubrir intereses, no el grueso de la deuda. Y eso es preocupante.
Mientras AMLO hace maromas y numeritos para reducir el gasto y reduce subsecretarías, la deuda pública le representarán un gasto anual de 713 mil 842 millones de pesos en puros intereses, los más altos desde 1990. ¿Será que está contando centavos y descuidando los pesos?
Si vamos a exigirle responsabilidad fiscal al gobierno entrante, haríamos bien en demandársela al saliente. La aritmética básica es una musa exigente e inflexible y con ella nadie puede pasarse de listo. Si el régimen que entra no tiene margen de maniobra con las cuentas públicas, su plan de gobierno (por más descabellado que sea) tendrá un handicap injusto. Por el bien de México, hay que procurar que eso no suceda. ¿O seguiremos recurriendo a la mexicanísima frase "el de atrás paga"?
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