miércoles, 25 de julio de 2018

Por los demás... miembros del partido


Es indispensable, antes de empezar a discutir el fideicomiso “Por los demás”, entender por qué el tema es particularente relevante y por qué se le está dando tanta atención en la narrativa nacional. Se trata creo, de manejo de expectativas y de imagen proyectada y MORENA no tiene a nadie a quién culpar sino a sí mismos.
Las campañas de Andrés Manuel (las tres) se basaron, sobre todo, en su carisma personal y en la imagen que habilmente ha sabido cultivar de persona honesta, en contraste contra los políticos corruptos de siempre. “No mentir, no robar, no traicionar al pueblo” fue una máxima que repitió en incontables ocasiones. La gente que votó por él votó por ese cambio, por esa diferenciación. Y el fideicomiso, aún visto bajo la luz más favorecedora, es dolorosa evidencia de que esos principios no son regla general para todo MORENA, o no siempre aplican; por decir lo menos. Hay una disonancia congnitiva entre lo que esperábamos del candidato y lo que la realidad nos está presentando. Y eso es lo que genera la crisis (cuyo manejo además ha sido peor que malo).

La historia comienza luego de la tragedia que fue el sismo del 19 de septiembre del año pasado. Morena, a través de un video protagonizado por Andrés Manuel, entonces presidente del partido, anuncia la creación del fideicomiso “Por los demás” para asistir a los damnificados y apoyar en la reconstrucción. Así mismo, anunciaba la donación de la mitad del financiamiento público del partido para las campañas electorales de 2018 y encomiaba a funcionarios y legisladores del partido a donar la mitad de su salario. 

Es muy dificil argumentar que se trata de una cuenta privada, ajena y fuera de las atribuciones de fiscalización del INE. El fideicomiso se constituyó por acuerdo del Consejo Nacional de MORENA, fue publicitado en diferentes medios de comunicación y redes sociales por su precandidato y su comité técnico estaba enteramente formado por personajes con fuertes lazos al partido. Vaya, hasta su domicilio fiscal coincide con el del instituto político.
Pero aún suponiendo que no fuera así y que realmente se trate de entidades por entero separadas, una cuenta privada SI puede ser auditada por el INE. Investigaciones y sanciones como las del Pemexgate, Amigos de Fox y Monex fueron posibles gracias a la insistencia del entonces IFE, que venció cientos de recursos de particulares en tribunales para superar el secreto bancario y encontrar la evidencia que necesitaba. Ese argumento entonces, queda deshecho. Entidad separada o no, el INE tiene todo el derecho de investigarlo si el manejo le parece turbio. Y hay razones de sobra para considerar que el manejo ha sido menos que prístino. 



Al fideicomiso, reveló luego la Unidad Técnica de Fiscalización del INE, entraron 78.8 millones de pesos, de los cuales 44 millones se consideran de origen desconocido, pese a que el reglamento del INE declara impedidas para realizar aportaciones a personas no identificadas y a que el mismo contrato del fideicomiso especificaba que no permitiría depósitos en efectivo, precisamente porque era dificil identificarlos.
44% de esos 78.8 millones, ingresaron en un periodo de siete días, en tan solo 16 sucursales de Banco Afirme. En la sucursal San Ángel por ejemplo, el día 28 de diciembre, seis personas hicieron 28 operaciones consecutivas con depósitos de 50 mil pesos. Entregaron en total 1.4 millones de pesos en un lapso de 20 minutos. ¿Sabe por qué de 50 mil en 50 mil? Por que a partir de depósitos de 100 mil pesos la institución financiera te pedirá demostrar el origen de los recursos que estás despositando. Algo que, claramente, no querían hacer. ¿De dónde salió esa lana?
Nada de esto es irrelevante. Vuelvo a remitirme a las resoluciones que sancionaron al PRI por los casos Pemexgate y Monex. En ambos casos, los patrones, lapsos y cantidades se consideraron indicios muy importantes para llegar a la sanción final.

Aún más preocupante de cómo entró el dinero, está la cuestión de cómo salió. El dinero fue retirado via cheques de caja expedidos a 70 personas, 80% de ellas, dirigentes y candidatos de MORENA, haciendo imposible acreditar el destino final de los recursos. Y ahí entramos en una encrucijada. Si el dinero no llegó a los damnificados. ¿Dónde quedó y para qué se usó? De ahí sale la teoría de que se usó para financiar campañas electorales del partido.
Si, como explica MORENA, se les hizo finalmente llegar a los damnificados a la sazón de $2,400 pesos para cada persona de su censo, la problemática es que se haya repartido ese dinero, por miembros del partido, en plena encrucijada electoral. Fatal ¿No?

A eso súmele el montón de irregularidades, verdades a medias y mentiras completas que han plagado el proceso. Que si AMLO donó lo de sus libros (aunque no aparecen esos ingresos ante Hacienda), pero lo hizo a través de su mujer. Que MORENA como tal no entregó la mitad de los recursos de su campaña, como había prometido (de haberlos entregado el argumento de que se trata de una cuenta privada no fiscalizable se cae solo). Que si se trata de un complot vengativo de parte del INE (imposible, cuando consideramos que la Unidad Técnica de Fiscalización se guardó de hacer público el expediente y la sanción hasta después de las elecciones) entre otras muchas cosas.

En cualquier caso, cuando digo que la culpa completa se la lleva MORENA, me refiero a que, aún asumiendo todas sus buenas intenciones, un manejo verdaderamente transparente dando aviso a las autoridades pertinentes los hubiera sacado de cualquier apuro. De ser todo legal, aún hoy podrían hacer pública absolutamente toda la documentación y limpiarse ante la opinión pública. Y sin embargo, no lo han hecho. Es más, se negaron a una petición expresa.

El INE quizá se ha quedado corto en probar categoricamente un uso ilegal de los recursos, pero hay suficientes elementos como para poner en duda la integridad del fideicomiso y que la FEPADE abra un expediente de investigación. Más aún cuando la respuesta de los señalados ha sido la de cerrar las puertas, no la de colaboración con la justicia. ¿El que nada debe nada teme, no? 
La disonancia cognitiva seguirá agitando las aguas de la vida nacional un rato más. Con algo de suerte, será el choque eléctrico que el país necesitaba para percatarse de que no porque Andrés Manuel haya llegado al poder significa que hay que confiar ciegamente que las viejas prácticas han desaparecido y que la corrupción es cosa del pasado.

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