Han pasado cinco meses desde que, apoyados exclusivamente con los resultados de un “ejercicio democrático” de legitimidad muy cuestionable, la actual administración anunció la completa cancelación del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco, en favor de un proyecto de ampliación y adaptación a la base militar de Santa Lucía.
Debió ser la última palabra del asunto. El gobierno entrante de la cuarta transformación (4-T), honesto y transparente, ofreció maravillas: un aeropuerto funcional, viable, y que estaría listo en dos años (antes que el proyecto original) y a una fracción del costo original. ¡Fantástico! Entonces ¿por qué tenemos que volver a tocar el tema en este espacio semanal?
Pues porque las mentiras de la 4-T con las que tan finamente adoraron sus discursos se están cayendo a pedazos y es necesario señalarlo muy puntualmente.
Nunca se presentó denuncia alguna por los supuestos actos de corrupción del NAICM, a pesar de que estos, calculaba el mismo Andrés Manuel en su campaña constituían un daño al erario por 17 mil millones de pesos. El mismo Javier Jiménez Espriú, mencionó frente al Senado que la cancelación del aeropuerto no respondía a hechos de corrupción.
Se nos dijo que construir el aeropuerto en Texcoco representaba dejar sin agua a las poblaciones aledañas y que por eso se cambiaría de sitio. Ayer mismo Luis Cárdenas en su Primera Emisión de MVS Noticias, entrevistó a Arturo Hernández Buendía, vecino de la nueva ubicación elegida, quien precisamente tocó el tema de la Cuenca del Valle de México y de un estudio geohidrológico de la zona que tienen en su poder en donde se detalla que el acuífero ya es víctima de sobrexplotación y que de seguir con la ampliación propuesta pudiera ser necesario traer agua desde Tula.
Se nos aseguró también que el nuevo gobierno contaba con todos los estudios aeronáuticos, de impacto ambiental y de uso de suelos que garantizaban la viabilidad del proyecto propuesto. Hoy sabemos, por El Economista, que el plan original tendrá que sufrir ajustes a causa del Cerro de Paula, que estorba una de las pistas así como las tenían pronosticadas y que elevará los costos en un 11.7%. La construcción de Santa Lucía tendría entonces un costo total de 172 mil millones de pesos, cifra que ya está por encima de los 168 mil 880 millones que se proyectaron originalmente para Texcoco.
También nos enteramos que la Organización de Aviación Civil Internacional jamás ha dado su visto bueno al proyecto y que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) avaló el 29 de marzo el "Aviso de no Requerimiento de Autorización en Materia de Impacto Ambiental" que presentó la Sedena. Osea, que disque no se necesita ningún estudio de impacto ambiental, dicen… (aunque sea requisito legal)
Por si fuera poco el descaro, se echaron un evento oficial en Santa Lucía como si fuera el arranque de la obra, cuando en realidad se trató solamente de “Ceremonia de Inicio de Estudios Preliminares”. Osea, que no tienen idea de dónde empezar a cavar siquiera y que no tienen listo estudio alguno. Entre el tiempo que tomen los estudios y la construcción misma, la fecha de entrega que nos ofreció el gobierno federal es un imposible.
En esa misma “Ceremonia”, AMLO aseguró que se habían realizado las encuestas para obtener el permiso y visto bueno de las comunidades aledañas al terreno. Una mentira gorda, pues el consejo consultivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha recibido cientos de quejas de pobladores y han habido manifestaciones en diferentes municipios, como Tecamác, Edo. de México.
Santa Lucía ni es ahorro, ni es una mejor opción para la calidad de vida de los habitantes de la ciudad de México, ni es garantía de que se realice una obra de infraestructura sin corrupción (el ejército puede ocultar los números y costos bajo pretexto de que se trata de la seguridad nacional). Por si fuera poco, ahora se sabe que el mismo Carlos Slim envió carta de su puño y letra al presidente para proponerle continuar la obra de Texcoco con capital exclusivamente privado. No hay una sola razón económica lógica para la cancelación de Texcoco. Sólo la política, solo la necesidad de un hombre muy pequeño de dar un manotazo en la mesa para sentirse grande, así se lleve al país entre las patas.
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