En una plática de sobremesa el pasado lunes se tocó, como no podía ser de otra forma en los tiempos que corren, el tema político. Y mientras nos terminábamos el café antes de volver a la oficina, uno de los comensales expuso su sentir respecto a PEMEX y sus circunstancias.
“A PEMEX no debe vérsele como una empresa” dijo “Es una institución, como el ejército. La necesitas ahí. PEMEX no tiene pérdidas, está para alimentar la mitad del presupuesto”
De conversaciones anteriores se que quien emite esta opinión es pro-gobierno, aunque algo más moderado y razonable que el promedio de los aplaudidores de la presente administración. Tiene también estudios de maestría en el extranjero y un puesto razonablemente importante en una empresa internacional. Con estos antecedentes, quise darle el beneficio de la duda y considerar con calma la aseveración. Además, se nos acababa el tiempo para ahondar en el tema. Pagamos la cuenta y ya no dije nada.
El problema es, que mientras más lo mastico más ridículo me parece el argumento y más creo que obedece a una visión vieja de México y al trauma eterno con nuestra “riqueza petrolera”.
Por un lado, está el argumento numérico: La paraestatal está lejos de aportar la mitad del presupuesto federal desde hace años. Si, es un contribuyente importante, pero también consume una cantidad importante de recursos. Para 2021 se aprobó un presupuesto de 544,598 mdp para Pemex, mientras los ingresos petroleros generados en enero-noviembre de 2020 sumaron 496,525 mdp, refieren datos de la SHCP. Es una pérdida neta para el gobierno.
La economía mexicana, creciendo poco a poco, también ha ido dejando de depender de la extracción de petróleo y gas. La aportación de esta actividad al PIB cayó de 9.2% en 1996 a 3.2% en el primer trimestre de 2019. Y la perspectiva es que siga cayendo.
Por otro lado, está el argumento de concepto. Si pretendes que la paraestatal genere recursos no hay de otra, hay que tratarla como una empresa. Hay que asegurarse de que su actividad sea productiva, no sólo para que “alimente la mitad del presupuesto” sino para que pueda reinviertir y garantizar su sustentabilidad en el tiempo. Hay que asegurar que tenga los márgenes de utilidad y de eficiencia que necesitas. Sangrarle una utilidad que no tiene sólo es adquirir deudas con pasos extras (y vaya si está endeudada, PEMEX reportó a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión una deuda externa en 2020 de 96 mil 598 millones de dólares, aproximadamente 4 veces la aportación anual de PEMEX al presupuesto)
Sospecho que PEMEX, y otras tantas empresas paraestatales, nos han torcido los conceptos. Es al gobierno al que no se le debe verse como un negocio. Su función es esencialmente distinta. El gobierno no pretende (ni puede) generar utilidades. Debe administrar y maximizar un presupuesto limitado obtenido, idealmente, de las aportaciones de un esquema tributario justo.
La visión y enfoque que se requieren para manejar un negocio y para manejar un gobierno son tan distintas como el agua y el aceite. ¿Por qué entonces insistimos en que este haga las funciones y tareas de aquel, en lugar de enfocarse en su tarea? La solución, en opinión de este humilde columnista, está en irle permitiendo al Gobierno que se desembarazase de sus lastres. Que regule a las empresas que quieran participar de la explotación de los recursos naturales del país. Que el esquema tributario para estas sea agresivo y oneroso, si es indispensable; pero que no se tome actividades que le son contra-natura, por más que las haya venido haciendo y tratando como elefante blanco durante los últimos cien años. PEMEX necesita más a México de lo que México necesita a PEMEX, y eso es un problema gigantesco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu opinión es muy importante ¡Súmate al debate y déjanos un comentario!