La relación de este gobierno con el crimen organizado es... curiosa. Y cuando digo curiosa quiero decir turbia, sospechosamente pasiva y, dirían los malpensados, hasta sumisa y servil.
Este lunes por la noche, la Oficina de la Presidencia informó que el presidente Andrés Manuel López Obrador viajará este fin de semana a Badiraguato, Sinaloa (tierra natal del “Chapo” Guzmán) para supervisar la construcción de la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo. La obra, de 140 km de largo, parece demandar una porción significativa de la atención y tiempo de nuestro presidente. Será la tercera visita que realice a los trabajos desde que tomó posesión. Ya lo ha hecho antes en febrero de 2019 y también en marzo del 2020. En esa última ocasión fue cuando se dio el controvertido encuentro con Consuelo Loera Pérez, la madre del Chapo, con saludo de mano y toda la cosa.
Tal parece que ahora no quiere arriesgarse a que la prensa lo vuelva a pescar en desventaja. Se ha anunciado que el evento será “privado”, no habrá acceso a los reporteros y tampoco estarán presentes los miembros del Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (Cepropie) ni fotógrafos de la presidencia. El pretexto, dicen, es respetar la veda por la consulta popular que se llevará a cabo este fin de semana. (Consulta que, aprovecho el interludio para aclarar, no tiene ni pies ni cabeza. La aplicación de la ley no se consulta)
El trato preferencial y acomedido de esta administración con el Cártel del Pacífico, su fundador y su familia directa, es de largo aliento:
Ya en alguna mañanera en Octubre del 2020 el presidente López Obrador ofreció una disculpa por llamar “El Chapo” al narcotraficante.
“Se llegó a decir de que El Chapo estaba entre, no me gusta decirle así; Guzmán Loera, ofrezco disculpa, estaba entre los hombres más ricos del mundo”, declaró el mandatario. Externando un respeto inusual para con el criminal.
También se le oyó sorprendentemente respetuoso con la madre del narcotraficante más famoso de este país durante aquella entrevista que mencionábamos. “Te saludo, no te bajes, no te bajes, ya recibí tu carta”. Acuse de recibido de parte del presidente de México en persona, de una comunicación escrita.
La carta, luego supimos, era una petición formal para que el Gobierno de México solicitara la repatriación de su retoño, preso desde Julio de 2019 en una cárcel de super máxima seguridad en Florence, Colorado. La administración hizo cuanta gestión pudo, pero al final sólo consiguió un visado humanitario para que la señora pudiera visitarlo allá.
“Doy gracias al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la embajada de Estados Unidos porque me dieron el permiso”, dijo Consuelo Loera al obtener el permiso.
Y por supuesto, el elefante en la habitación, la liberación de Ovidio Guzmán en octubre de 2019, luego de un operativo en Culiacán. “Yo ordené que se detuviera ese operativo y que se dejara en libertad a este presunto delincuente”, dijo después.
Luego uno revisa los resultados de las elecciones intermedias de este 2021 y observa el corredor de gubernaturas que se llevó Morena en Guerrero, Michoacán, Colima, Nayarit, Sinaloa y Sonora y se pone a pensar. Y pues se acuerda uno de dos refranes muy ad hoc. Por un lado, "No hagas cosas buenas que parezcan malas", pero por el otro "Piensa mal y acertarás".
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