¿Es terrorismo fiscal lo que propone el presidente en la Miscelánea Fiscal 2022 avalada ayer en lo general por el pleno de la Cámara de Disputados?
Quizá. Al menos en algunos de sus puntos. Y merece un debate más amplio y profundo que el categórico y problemático “es lo que le conviene al pueblo” que soltó en su mañanera, así que aquí estamos, tratando de desmenuzar las modificaciones que más ruido han causado entre la opinión pública.
1.- Se hace obligatorio tramitar el Registro Federal de Contribuyentes apenas cumplir los 18 años.
No me opongo, per se. México necesita más y mejor cultura fiscal. Necesita que su población se de cuenta de que si todos aportamos, la carga se aligera; y que la evasión fiscal no es un crimen sin víctima. El problema es que eso no se va a resolver acercando a los jóvenes al SAT y expidiéndoles a todos un RFC que probablemente no vuelvan a utilizar en su vida, porque su changarro es un irregular puesto de fruta en el tianguis local.
La medida me parece inútil mientras el SAT siga teniendo por auditores a buitres que nomás ven cómo le sacan tajada al contribuyente y mientras la perspectiva general es que el dinero aportado desparece en el bolsillo de algún político, o se despilfarra en tonterías.
Además, no estoy seguro que el SAT tenga la capacidad instalada para darle registro a los miles de jóvenes que año con año cumplen la mayoría de edad.
2.- Se crea el Régimen Simplificado de Confianza
Para las personas físicas con actividad empresarial, emprendedores y pequeños negocios cuyos ingresos no rebasen los 3.5 millones de pesos anuales, tienen un nuevo esquema de contribución. Pagarán una tasa del impuesto sobre la renta (ISR) de entre 1% y el 2.5% dependiendo de sus ingresos sin derecho a deducciones de gastos.
De nuevo, me parece loable la intención de incentivar la incorporación legal con un régimen muy simplificado. Me preocupa que nada sea deducible para estos pequeños contribuyentes y que el impuesto se calculará sobre el ingreso bruto, no sobre la utilidad. Eso depredará sobre los negocios con un margen de utilidad muy bajo.
3.- Aumenta el precio de los pasaportes hasta un 23%.
No sorprende, dado que la estrategia del actual gobierno es el aislamiento y empobrecimiento generalizado de la población. Es también una manera menos escandalosa de aumentar la recaudación. Bajita la mano, de enero a julio de este año se han expedido 1 millón 600 mil pasaportes, según la plataforma de “Datos Abiertos México”. Al nuevo precio ($3,500 por un pasaporte a 10 años) los ingresos por la emisión de esa identificación podrían ascender a 5 mil 500 millones de pesos; nomás en la primera mitad del año.
4.- Se limita la deducción de impuestos por donativos a OSC’s.
La más grave de las disposiciones. Es curioso cómo el presidente presente a las empresas como agentes corruptores, que sólo buscan el lucro y no el bien del pueblo; pero cuando se trata de este tema señale que “hacer filantropía no es función de las empresas”. La manera en la que pinta a la iniciativa privada según le conviene debería ser suficiente para señalar su inconsistencia ideológica y hacernos dudar de esta modificación en la ley.
En palabras de Pablo Majluf: “La sociedad civil es una de las mejores vías para darle la vuelta al populismo autoritario. Nos permite prescindir de él, ayudándonos.” Y eso es precisamente lo que les cala, que siquiera se nos ocurra la idea de que no los necesitamos. Por eso el activismo es enemigo natural del caudillismo, porque no permite que sean SUS causas, SU justicia y SUS mecanismos y SU visión del país las que dominen y prevalezcan en el inconsciente colectivo, además de evidenciarlos a tal grado que sea la misma sociedad la que tenga que entrar a tapar los huecos de su incompetencia.
Y pues eso es la Miscelánea Fiscal para el año entrante, a muy, muy grandes rasgos.
Para que la iniciativa quede completamente aprobada aún falta darle salida a los más de 500 reservas que se presentaron en el pleno, que tendrán que ser discutidas punto por punto. Habrá que estar atentos al teje maneje en San Lázaro. Y usted, ciudadano ¿Ya le habló a su legislador para decirle lo que opina? ¿O se va a limitar a lamentarse cuando la aprueben?
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