Por sus frutos los conoceréis, dice la Biblia. No importa lo que los partidos “de oposición” digan, es lo que hacen lo que debe ocupar nuestra atención y amerita un espacio en nuestra memoria, mexicanos. Porque hay quienes juegan a ganar elecciones sólo en el discurso, cuando con sus acciones hacen todo lo posible por quedar segundos.
Acción Nacional está en una lucha intestina de dimes y diretes, barajando puro cartucho quemado como Santiago Creel o impresentables como Lily Téllez. Vaya, hasta Ricardo Anaya está entre los nombres “presidenciables”. Tristemente el partido ha desechado la vocación democrática que lo caracterizaba y está apuntándole a un ungido copular, elegido por arreglo entre las figuras de peso al interior de la organización. Muy similar a como trabajaron hace seis años, y a como Felipe Calderón intentó hacerlo con Ernesto Cordero hace doce.
En esta ocasión Marko Cortés, el dirigente nacional de la institución, puso incluso como barrera de entrada la recopilación de un millón de firmas para siquiera ser considerado en la contienda. Está dificil la cosa, siendo que Acción Nacional tiene apenas un cuarto de millón de militantes activos. Alguien tendría que darles una sacudida y decirles que más les vale que se abran al debate y a una candidatura elegida desde las bases, quizá a través de una elección interna. Porque de otro modo, entran capados a la contienda.
El PRI es la misma historia, pero contada de manera más sencilla. El PRI de Alito Moreno ya tiene a su candidato y es… el mismo Alito Moreno. El campechano le tomó la palabra de inmediato a su “aliado” panista y fue rápido en decir que él ya tenía las firmas… obtenidas en forma de dos millones de votos en una elección interna del tricolor. Así que, quien resulte electo en la cúpula blanquiazul tendrá todavía que lidiar con las ambiciones de este personaje. El encontronazo es de pronóstico reservado y podría darse un rompimiento que termine con la mentada alianza opositora.
Y luego está Movimiento Ciudadano (MC), que está jugando su propio juego, apostando a crecer, volviéndose gobierno en algunos estados y segunda fuerza a nivel nacional, pero sin posibilidades reales y sin interés en desbancar a Morena o detener la destrucción que representa. Son y se asumen partido pequeño, que alcanzó las gubernaturas de Jalisco y Nuevo León por una serie de circunstancias particulares difícilmente replicables en otros estados.
Para que la estrategia funcione en 2024 necesitan mantener la ficción de que son “tercera vía” (que no lo son, Delfina Gómez llegó a la presidencia municipal de Texcoco impulsada por MC) y que la alianza fracase en Coahuila y el Estado de México, para que los votantes se abran a nuevas opciones.
El primer requisito lo cubrieron bajándose del ring en Coahuila y el Estado de México, estados en donde no figura para nada y quedaría en un lejano tercer o cuarto lugar, destrozando su imagen nacional antes de tiempo. El segundo punto lo está procurando atacando al PRI, con su slogan “Con el PRI, ni a la esquina”
Por supuesto, el éxito de esta estrategia dividiría el voto opositor y le abriría la puerta a un segundo sexenio morenista.
Los tres partidos están asumiendo que el nombre y el perfil del candidato son lo de menos. Que nos resultará indiferente, como votantes, lo que se nos ofrezca en la boleta y cómo llegaron esos perfiles a ella. Que habremos de votar a quien sea, nomás por que no es Morena. Yo creo que hay que sacarlos de su error. Ni un solo voto de a gratis. Ni un solo voto “porque sí” o porque “es lo que hay”, o si no este jueguito seguirá sucediendo cada seis años, para desdicha de los mexicanos.
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