martes, 30 de octubre de 2018

Las batallas que vienen

De manera deliberada esperé hasta esta semana antes de tocar el tema del aeropuerto porque, como cualquier padre o madre de hijos pequeños sabe muy bien, tratar de dialogar con un niño haciendo una rabieta es una pérdida monumental de tiempo y energía.
Participar en el debate del aeropuerto era un poco así. Andrés Manuel supo presentar las cosas en una falsa dicotomía en donde las únicas opciones eran A, o B. Texcoco, o Santa Lucía. El régimen corrupto, o la cuarta transformación. Una mezcla muy extraña en donde la ideología política se mezclaba con el dato técnico y la realidad dura. López transformó la que debía ser una estudiada decisión de expertos, en un circo mediático que le diera la justificación para hacer lo que quería hacer desde el principio y calificó a todo el tinglado de “ejercicio democrático”


Tampoco fui a votar a su pseudoconsulta. Para mi estaba claro que se trata de hacer el circo con tal de poder anunciar lo que López quiere hacer sin necesidad de comprometerse con lo que decía, ni cargar las culpas de lo que su decisión implica. La encontré falta de los elementos esenciales mínimos para que pudiera confiarse en la validez de sus resultados. Votó menos gente en cuatro días que la que participó como funcionaria de casilla el 1° de julio. Boletas sin folio, elección sesgada de los puntos de consulta, cero candados para asegurar una participación única por ciudadano, cero protocolo para resguardar las urnas de un día para otro, una absoluta ignorancia de parte de los organizadores para el tratamiento de datos personales son solo algunos de los peros que podemos ponerle al ejercicio.
Y sin embargo el lunes, después de conocer los resultados de una encuesta visiblemente amañada y sin validez a todo el mundo pareció inundarlo una sensación de abatimiento y derrotismo ¿Por qué?

Esto no se trata del aeropuerto, se trata de cómo reaccionamos a lo que pasa en nuestro país. En concreto, de como reaccionamos con cualquier cosa relacionada con López. Es probable que la reacción de los mercados el lunes si haya sido, en parte, por los disparates del señor, pero otro tanto bien pudieron haber sido en respuesta a una sociedad que no sabe hacerle frente a su gobierno. Y no lo culpo, es normal. Llevamos años bajo la filosofía del “papá gobierno” que nos da miedo andar de contestones con papá y es así precisamente como nos quieren.

Vengo a recordarle que López todavía no se sube a la silla y que hasta entonces podrá decir misa, lo mismo da. Que el mamarracho de pseudoconsulta que esgrime como argumento incontestable no tiene valor alguno porque estuvo hecha con las patas y que “la opinión de la gente” no es una causa incluida en la Ley de Obra para cancelar contratos válidos, legales y vigentes. Hoy por hoy, la construcción del NAICM en Texcoco sigue y lo único que se ha movido y lo único que se ha gastado, es la saliva de López. Que le aproveche.

No aceptemos como inevitable algo que no ha sucedido. Aún con la banda presidencial cruzándole el pecho, el presidente es apenas una de las tres instituciones en los que está repartido el poder en nuestro país. La decisión del NAICM entre muchas otras pasarán por las manos de nuestros legisladores. ¿Le preocupan las locuras de López? Ocúpese en poner a trabajar a sus representantes. ¿Ya sabe quienes son? ¿Ya sabe cómo contactarlos? Métase a www.quienmerepresenta.com y averígüelo si hace falta. Exígales que le representen adecuadamente, pídales cuentas y hágales saber su postura. Invite a sus familiares y amigos a hacer lo mismo.

Andrés Manuel un niño emberrinchado que grita, patalea y mete miedo hasta que se haga lo que él quiere. Es un hombre de ideas cambiantes y lengua suelta que se contradice continua y espectacularmente (¿Se enteraron de la última que se aventó? ¿Que Televisa era “extraordinaria” y “un orgullo” para el país? Qué bárbaro de veras). ¿Será un peligro en la presidencia? Sí, en la medida en que nos dejemos amedrentar, en la que tomemos su palabra como ley inamovible y lo dejemos hacer.
Hay que estrecharle el corral y para eso, vamos a necesitar mover al congreso, vamos a necesitar abrazar a nuestras instituciones y ponerlas a funcionar para que sean límites y no comparsas.

Despreocúpese, el tema del aeropuerto está lejos de estar zanjado, consulta o no consulta. Más bien ocúpese y prepárese para usar a su legislador como arma, se nos vienen batallas interesantes

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