miércoles, 21 de diciembre de 2016

Lupus est homo homini

Se le conoce como la Tregua de Navidad y ocurrió durante uno de los eventos más negros de la humanidad: la Primera Guerra Mundial. En medio de un campo de batalla herido por las trincheras, los disparos de la artillería y kilómetros de tierra de nadie, soldados del Imperio Alemán comenzaron a cantar “Noche de Paz” durante la Nochebuena de 1914. Al reconocer la melodía, las tropas británicas respondieron a coro en inglés.


Si la cosa hubiera acabado ahí, el hecho se hubiera podido achacar a una tropa extremadamente celosa, que no iba a permitirle al enemigo ni siquiera la pequeña victoria de cantar más armoniosa o con más intensidad. Pero a la mañana siguiente algún valiente no importa realmente quién o de qué bando salió de la relativa seguridad de su trinchera y cruzó el campo de batalla para desbaratar el mito de que el ser humano como especie es irredimible, intrínsecamente malvado o predispuesto a cometer atrocidades si la ocasión lo amerita y la oportunidad es buena.


Durante el resto de aquel día se intercambiaron pequeños regalos, se permitió recuperar los cuerpos de los caídos y hay evidencia de que se llevó a cabo por lo menos un partido amistoso de fútbol entre los soldados de ambos bandos (Ganó Alemania, por si sentían curiosidad). En la mayoría de la franja en disputa la tregua informal (sin el aval ni respaldo de los altos mandos militares) duró apenas esas 24 horas, pero en otros puntos se extendió hasta Año Nuevo e incluso más tiempo

"El fútbol, es un deporte en el que juegan once contra once y al final siempre gana Alemania”.

Ese día se olvidó la geopolítica, la diferencia ideológica, los deseos de venganza. Ese día un pequeño acto valiente detuvo las ambiciones de las superpotencias y puso en pausa la guerra más terrible que el mundo hubiera visto hasta entonces. Ese día, prevalecieron valores esenciales y una atmósfera de entendimiento, sobre cualquier ambición o sentimiento negativo. Con un pequeño acto valiente…


Volvamos al presente, a lo que se ha vuelto efectivamente, una segunda Guerra Fría. Volvamos a Siria, a Somalia, a Palestina y el resto del Oriente Medio, al África Subsahariana, al mismo México y su oleada de terrorismo criminal, y detengámonos. ¿No sería un milagro extraordinario que, inspirados por ese mismo Espíritu que contagió a los combatientes de la Primera Guerra Mundial, se le pudiera conceder al mundo un segundo de respiro en paz?


Habrá quien diga que son sueños idealistas, quienes ven imposible este milagro utilizan como pesada losa la frase de Plauto: Lupus est homo homini” (Lobo es el hombre para el hombre); Pero convenientemente olvidan la segunda parte del adagio:


Lupus est homo homini, quom qualis sit non novit
“Lobo es el hombre para el hombre, cuando desconoce quién es el otro”


El milagro es posible, pero necesitamos pequeños actos valientes. Urgen.
Si sentimos demasiado lejos, o demasiado ajenos los conflictos del mundo, empecemos por nuestros propios conflictos, con nuestro hermano, con nuestro compañero de trabajo, o con quienes tengamos cualquier desavenencia. Tratemos de entenderlo; sus necesidades, sus preocupaciones. Tratemos de encontrar una conexión con él y entonces, aprovechemos una temporada tan propicia como esta, para intentar dejar la bronca de lado para bien.
Quien sabe, quizá a través de pequeños actos valientes consigamos repetir el milagro de aquella Nochebuena de 1914


¡Felices fiestas!

martes, 13 de diciembre de 2016

Fallas de orígen, la Constitución de la CDMX

No me cabe la menor duda de que la Reforma Política del Distrito Federal será causa de intenso estudio de parte de todos los analistas y estudiantes de ciencia política en el futuro. Representó un triunfo tremendo para la izquierda, en concreto para Miguel Ángel Mancera, quien fue quien la propuso originalmente. Se trata, además, de un experimento histórico en México el hecho de que un grupo ubicado mayoritariamente en el extremo izquierdo del espectro político tenga en sus manos la formación desde sus cimientos de lo que es, efectivamente, el estado número 32 de nuestra federación.


Desafortunadamente, el hecho de que darle rienda suelta a la izquierda con una responsabilidad de semejante calibre sea un experimento histórico en México, no significa que lo sea a nivel mundial, donde ya varias naciones tienen sus muy duros antecedentes, ahí están Rusia, Cuba, China, Corea del Norte, Venezuela, Bolivia... ¿Nota cierto patrón? Ninguna de ellas ha logrado hacer funcionar el modelo.

Conforme avanza la conformación de esta nueva entidad federativa nos empezamos a percatar de que lo que se vendió como el siguiente gran paso para el desarrollo de nuestra capital, ser una trampa mortal para todos sus habitantes. Lo que les vendieron como la oportunidad de libertad y autodeterminación se tradujo en la obligación sujetarse al capricho de una Asamblea Constituyente que ya lo dijeron el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria y el Instituto de Acción Ciudadana para la Justicia y la Democracia— no tiene representación ciudadana efectiva debido a que los integrantes de la misma serán elegidos sólo por partidos políticos. (Se vieron bien demócratas, las izquierdas)

Así tenemos joyas como el artículo 21 inciso C, fracciones 1 y 7 del proyecto de Constitución; que indican, respectivamente que “la Constitución reconoce la función social del suelo y la propiedad y que: “Los incrementos en el valor del suelo derivados del proceso de urbanización se considerarán parte de la riqueza pública de la ciudad.  O maravillas como lo expuesto en su artículo 22, que reconoce: "la actividad económica como un bien público que debe ser tutelado. Las autoridades proveerán lo necesario para que los emprendimientos económicos sean objeto de la protección y acompañamiento institucional",

Enunciados que básicamente no reconocen la propiedad privada, que atentan contra principios básicos de competencia económica o que dan pie a nuevos impuestos que no tienen ninguna razón de ser porque ya se cobra un impuesto predial sobre el valor de nuestras propiedades. Esto es lo que exuda la propuesta de Constitución Política de la Ciudad de México y es para alarmar a todos los habitantes de la capital, desde Polanco y la Condesa hasta Peralvillo y la Merced.

Es tiempo de reconocer que la Ciudad de México, como entidad federativa, tiene fallas de origen. No se diseñó con la intención de mejorar la calidad de vida de sus habitantes, sino como instrumento político para disparar la carrera de su actual jefe de gobierno. No sólo es un golpe mediático que puede presentar como logro en una futura (pero no tan hipotética) campaña por la presidencia. También le da acceso, como la imagen de su tweet tan claramente expone, a más presupuesto federal y a más libertad de recaudación (indispensables para financiarse) así como a más libertad para gastarlo (indispensable para desviarlo hacia su campaña).

¿Qué se puede hacer? Estar atentos, tratar de hacer ruido y ser escuchados. Pero si la legislación pasa, el amparo ante disposiciones inconstitucionales es una opción. Lo mismo con la Ley de Vivienda de la Ciudad de México, que se ha vuelto refugio del mentadísimo impuesto a la plusvalía.
No, no les corresponde únicamente a los capitalinos esta defensa de nuestros derechos más elementales. Lo que hoy aplican ahí, mañana podría ser iniciativa de ley en otros Estados. ¿Vamos a permitirlo?


miércoles, 7 de diciembre de 2016

¡Falta año y medio! ¡Estense quietos!

Faltan 571 días para las próximas elecciones presidenciales (asumiendo que fueran el domingo 1 de julio de 2018) Sin embargo, al menos mi noticiero matutino de cabecera, ya está inundado de especulación, presidenciables, dimes y diretes.

Acción Nacional es el principal culpable. Aunque la traten de vender como un ejercicio democrático que los pone por encima de la elección “al dedazo” de otros partidos, la pelea interna por ser el abanderado del PAN en la carrera por la grande está irritando al electorado. Para cuando el INE finalmente haga oficial la temporada de elecciones, cualquiera que llegue lo hará desgastado, probablemente con un partido fraccionado y sin la certeza de contar con el respaldo que necesita (sirva como referencia, Josefina Vázquez Mota)

La situación se agrava porque es el actuar del mismo presidente del partido, Ricardo Anaya, el que lo está provocando. Cuando él impulsa su imagen a través de pautas comerciales supuestamente del partido, pero que giran alrededor de su persona y carisma, el resto de los precandidatos recurren a cualquier medio a su alcance para contrarrestar ese avance y no perder terreno entre los votantes ya sea aprovechando coyunturas (la FIL y el libro de Margarita Zavala) o de plano creando oportunidades de publicidad (la revista de Rafael Moreno Valle).

Algunas de esas acciones apenas pasan raspando los criterios definidos como actos anticipados de campaña y entonces surge otro problema: el que se involucra y desgasta es el INE. Justo en el momento en el que se debería de proteger su imagen de árbitro competente y mediador independiente, el juego interno del partido golpea su credibilidad. Cuando intenta imponer una sanción, el candidato afectado recurre al Tribunal Electoral y comienzan los roces y la guerra de declaraciones.

Y aunque el PAN es el ejemplo más reciente de esta circunstancia, tampoco es el único. Osorio Chong ya ha comenzado a utilizar sus redes sociales (que tienen un enorme alcance, por la posición que ocupa) para pulir y promocionar su imagen y Andrés Manuel lleva ya casi 18 años de campaña ininterrumpida sin que nadie le diga nada.

El INE se creó con la intención de reemplazar a un muy desacreditado IFE, para dar certeza a las elecciones y recuperar la confianza del electorado. Pero estas condiciones amenazan con robarle toda credibilidad antes siquiera de su primera elección presidencial ¿Con qué autoridad llegará el INE al 2018? ¿Estará en condiciones de dar un resultado incontestable la madrugada del día siguiente a la elección?

¿La solución? Dando por perdida mi primera opción la abolición de los partidos políticos o por lo menos de su financiamiento público, exagerado hasta la indignación las elecciones son las únicas instancias en las que abogaría por controles y legislaciones más restrictivas, normativas que aseguren la confrontación de ideas, no la confrontación de presupuestos.

Se me ocurre, por ejemplo, limitar la aparición de los candidatos a debates o pautas oficiales en la televisión, gestionadas por el mismo INE. Restringir el uso de basura y propaganda, que de cualquier manera no convencen a nadie, y sustituirla por un portal en internet (una vez más, montado por el INE) con las propuestas en cada rubro de cada candidato. También podrían incluir ahí su #3de3 y su experiencia previa. Que el proceso para elegir a cada candidato al interior de sus respectivos partidos no sea público. Y lo más importante, reducir el tiempo que duran las campañas.

Hay que recordarle a esta gente que nos “gobierna” que no son importantes, al menos no lo suficiente como para que acaparen la atención de la nación entera a más de un año y medio de distancia de las elecciones.