miércoles, 29 de enero de 2020

Un mínimo de empatía

Después de tres días de caminata desde Cuernavaca, Morelos, la Marcha por la Paz, la Verdad y la Justicia tuvo el domingo su última etapa. Encabezada por Javier Sicilia y Adrián Le Barón, la comitiva avanzó sobre Paseo de la Reforma desde la Estela de Luz y la entrada del Bosque de Chapultepec hasta desembocar en la plancha del Zócalo en donde, sin embargo, ya había gente esperándolos.

De alguna forma, el dolor por el fallecimiento de un hijo (Sicilia), o por perder a cuatro nietos calcinados (LeBarón), o el dolor de los cientos de mexicanos que los acompañaban y que de algún han modo sido tocados por la violencia y la inseguridad imperantes en el país, se volvieron blanco de ataques verbales. “Que se vayan a Estados Unidos”, “Fuera LeBarón”, e incluso “Es un honor, estar con Obrador”, eran las consignas. 

Al parecer en México la política nos ha robado esa capacidad tan nuestra de hermanarnos en las desgracias. Atrás quedaron las escenas conmovedoras luego de los terremotos de 2017, en donde cerrábamos filas y hombro con hombro nos poníamos a trabajar para rescatar gente o, cuando se confirmaba lo peor, ofrecíamos un hombro, un abrazo y toda nuestra empatía.
No, a pesar de que el monstruo del narcotráfico es un enemigo mucho más mortífero que cualquier sismo (500 vs 34,000 muertos); un adversario mucho más grande, generalizado y que nos ha afectado por mucho más tiempo, no podemos conjurar ese mismo espíritu de compasión, porque en esta desgracia va de por medio la tajada política. Porque esta tragedia tiene culpables claros y nos resulta más importante proteger a nuestro político favorito de salir embarrado que ponernos en los zapatos de una víctima; a pesar de que existan cientos.

Y no. Mi crítica y mi reclamo no van únicamente hacia los defensores de López que ayer se apersonaron en el zócalo. Son sólo el ejemplo más reciente (y más crudo) del desinterés por el otro y sus circunstancias. Del otro lado del espectro político también hay ejemplos en donde se sacrifican principios tan elementales como la empatía y la civilidad, no necesariamente en temas de seguridad. ¿Qué hay del justo reclamo por condiciones laborales dignas y equitativas? ¿Por el reconocimiento a otras expresiones de cariño y personalidad?

Si no podemos partir de una base de ver al otro como persona, entender sus tragedias y sus circunstancias y ver cómo nos ayudamos entre todos, estamos fregados, mexicanos. Si pretendemos resolver los problemas de los de abajo preocupándonos únicamente de quién queda arriba, mal vamos. Y si no podemos ponernos de acuerdo para exigir que se resuelva un mal tan extendido y que deja a tantos tan profundamente heridos como la violencia, abandonemos toda esperanza.

Oye, pero es que Sicilia y LeBarón también son políticos; me dirán algunos ¡No, caramba! No. A Sicilia se le podrán criticar muchas cosas, pero la motivación de su lucha ha sido siempre transparente y lleva en ella desde 2011: Le mataron a un hijo. Y desde el principio pidió la renuncia de García Luna (Secretario de Seguridad). El hoy presidente López en su momento incluso “se sumó a su exigencia”.
Pero antier lunes, ya desde el poder, AMLO sentencia que la marcha que Sicilia encabezó era de “conservadores hipócritas que no cuestionaron a García Luna”. ¿Quién es el político? Pregunto

¡Tantita coherencia! ¡Un mínimo de empatía, en aras de un México mejor! No es tan difícil ¿O sí?


miércoles, 22 de enero de 2020

Seguridad vs. Libertad

Según un informe de México Evalúa presentado en la segunda mitad de 2019, el 94% de los delitos denunciados en México quedan impunes y se denuncian apenas siete de cada cien. El dato no es nuevo, es una estadística terrorífica que venimos arrastrando de sexenios anteriores. 

Eso significa, sin embargo, que la administración entrante tenía dos ventajas: 1) En materia de impartición de justicia, era difícil hacerlo peor que como se había venido haciendo y 2) Habiendo tanta área de oportunidad probablemente podrían presumir una mejora haciendo más bien poco. Son ventajas importantes e incluso de alcances electoreros. La seguridad pasó a ocupar el primer sitio en la mente de los mexicanos como el principal problema del país (38% de los encuestados así lo señalaron, 23% cree que es la corrupción y un tímido 14% que es la economía. La encuesta es de julio de 2019, y la realizó México Elige)

Y sin embargo, la presente administración dilapida esas oportunidades, e insiste en hacerlo incluso peor que sus antecesores.

Un informe realizado por especialistas de cinco organizaciones civiles y del instituto de investigaciones Jurídicas de la UNAM titulado “¿1 año de justicia y autonomía de la Fiscalía General de la República (FGR)?” advierte una serie de fallas en el primer año de la gestión del fiscal Gertz Manero. Desde omisiones y falta de transparencia, hasta acciones contrarias a las disposiciones incluidas en la Ley Orgánica de la FGR.

Podría asumirse que se trata de un cañón suelto en medio del barco de la 4T, yéndose por su lado y desestabilizando el barco. Pero no, aparentemente forma parte de la estrategia. Gertz Manero contó con el apoyo del equipo jurídico del presidente para ir al Senado a presentar nueve iniciativas de ley en materia de seguridad y justicia que, francamente, deberían dejarnos a todos tiesos.

Entre los cambios que plantean está dotar al Ministerio Público de la capacidad de ordenar detenciones en casos urgentes (ya no tendrían que presentar el caso a un juez y esperar la orden de aprehensión), ampliar la posibilidad de arraigo (detener sin pruebas) a todos los delitos por un periodo máximo de 40 días, e incluso presumir la responsabilidad de una persona en un delito si no se somete a peritajes (una “revisión” sin la orden correspondiente) de la autoridad. (¿Se acuerdan de aquel documental títulado “Presunto Culpable”? Pues va pa’trás todo lo conseguido por los activistas en materia de presunción de inocencia).
Por último, las reformas pretenden que las violaciones graves a derechos humanos no invaliden las pruebas obtenidas. Es decir: evidencia obtenida mediante tortura o intimidación, testimonios falsos, fabricación de evidencia; todo será válido. Todo será legal

Bajita la mano, como se dice en la calle, se trata de las bases de un estado policiaco. Un estado con la capacidad legal de detener bajo cualquier pretexto a una persona, asumir que es culpable de “algo” y retenerlo durante cuarenta días en lo que “prepara el expediente” (que ahora puede incluir evidencia fabricada o una confesión extraída mediante tortura). Todo esto sin que un juez haya siquiera visto el caso.

Después del año más violento en México desde el fin de la Revolución, pudiera parecer razonable ofrecerle más poderes a la Fiscalía para ponerle un alto al crímen organizado. Pero esa es una falsa disyuntiva. Una que ha demostrado ser catastrófica en muchos otros países: Sacrificar libertad buscando seguridad es el camino a un estado totalitario. Mucho ojo.

"Quien sacrifica libertad por seguridad no merecen tener ninguna de las dos"
- Benjamin Franklin.


miércoles, 15 de enero de 2020

Deuda y Pactos Fáusticos

El lunes, de boca del embajador de China en México, Zhu Qingqiao, nos enteramos que la potencia asiática, a través del Banco de China y del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC por sus siglas en inglés), había otorgado al país crédito por el equivalente a 600 millones de dólares para la construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco. El mero anuncio debería estar provocando cierta incomodidad y cejas enarcadas, dado que el presidente juró y perjuró durante la campaña que no endeudaría al país. Pero las consecuencias políticas que pudiera tener a largo plazo que el acreedor sea China es la que debería estar disparando alarmas.

China ya se ha ofrecido antes a ser socio en la revitalización del sector energético de un país. El caso concreto es Venezuela (las comparaciones son odiosas, pero en esta administración insisten en seguir el librito). Hugo Chávez, en un intento de separarse de la influencia de Estados Unidos y volver a su país una potencia regional, aceptó participación de capital Chino en empresas mixtas con la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Venezuela, sin embargo, no tenía dinero, así que el modelo de colaboración consistía en pagar con petróleo crudo por la prestación de servicios.

Así, durante años, Venezuela ha estado entregando prácticamente toda su producción de petróleo a China (y Rusia, que también consiguió participación) a precios risibles. Mal por Venezuela, pero eso ¿cómo nos toca?

Resulta que desde hace algunos años, se viene fraguando una coyuntura interesante. De acuerdo con los datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la producción de crudo de Venezuela se ha desplomado hasta un mínimo histórico de 734.000 barriles diarios. Revertir esa situación requiere una inversión fuerte, pero el gobierno chino se la está pensando. La situación política de Venezuela de un tiempo acá se ha vuelto muy inestable. Invertir fuerte no tiene sentido si existe el riesgo de perder esa inversión. 

Por otro lado China no puede quedarse de brazos cruzados. Las importaciones de petróleo de China en 2019 crecieron un 9,5% respecto al año previo, marcando un récord por decimoséptimo año consecutivo. Importó 506 millones de toneladas de crudo, según datos de la Administración General de Aduanas; el equivalente a 10,12 millones de barriles por día. La demanda existe y crece año con año. ¿De dónde va a sacar los barriles a precios de ganga, si Venezuela ya no los produce?

Exacto. Por eso hace su movida en México.

Así que, ¿todo ese rollo de la soberanía energética? Un taquito de lengua de nuestro señor presidente. ¿El escándalo matraquero de que la Reforma Energética entregaba el petróleo a intereses extranjeros? No entiendo por qué no está sonando justo ahora a tambor batiente. ¿La promesa de no endeudar al país? Bien, gracias.

Todo apunta a qué la refinería termine operada por mano de obra y tecnologías chinas. Al menos así pasa en Venezuela. Hay una enorme diferencia, sin embargo. Venezuela no tiene más de tres mil kilómetros de frontera inmediata con Estados Unidos. Ignorar a ese jugador y sus intereses, sobre todo ahora con el T-MEC aprobado, no es una buena idea.

Habrá que ver si realmente estudiaron el tema y qué reacción hay desde Washington.


miércoles, 8 de enero de 2020

¿Pretenden que aplaudamos?

Hola de nuevo a mis cuatro fieles lectores, gracias por estar de vuelta. Espero hayan tenido unas muy felices fiestas y que su 2020 sea próspero y estimulante. Hay mucho que hacer en muchos frentes.

Empezamos un año movidito. El primero de enero entró en operación el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que no es otra cosa sino la aplicación, ahora en el Sector Salud, de la filosofía de gestión del presidente: “Si algo es imperfecto o puede mejorarse, mejor desecharlo por completo para construir algo completamente inservible e implementado con las patas” (Referirse, de ser necesario, a las estancias infantiles y a otros tantos ejemplos de programas que ahora se entregan “directamente a los beneficiarios”)

En este caso la víctima fue el Seguro Popular, fundado en el 2003 y que vino a cambiar la manera en que se abordaba la problemática de Salud Pública. Era una política pública descentralizada basada en coordinación intergubernamental, combinando el financiamiento federal y la provisión descentralizada de los servicios en los sistemas de salud de cada entidad de federativa. Cambió además la lógica del financiamiento. En lugar de asignar recursos a discreción para garantizar la oferta en función a la infraestructura médico-hospitalaria instalada, financia la demanda mediante un padrón de asegurados. 

Esta nueva mecánica de operación tuvo varios efectos palpables y demostrables. En primera instancia, garantizó cierto equilibrio en la distribución del recurso entre las regiones y promovió un gasto más equitativo entre los asegurados y los no asegurados En 1994 el 80% del presupuesto se destinaba a la población con seguridad social. Para 2013, ese número se había reducido a 55.7%.
En segundo lugar, protegió las finanzas de los mexicanos. Según datos de la OECD, el nivel de gasto por motivos de salud en México se redujo de 52.9 por ciento en 2004 a 49 por ciento en 2011. Finalmente, la iniciativa hizo más atractiva la utilización de servicios de salud, sobre todo entre la población más pobre. En consecuencia, indicadores como la tasa de la mortalidad infantil experimentaron reducciones significativas.

Tenía sus problemas, es cierto. La afiliación era un proceso que tenía que llevarse a cabo de manera cuidadosa y sistemática, por el incentivo económico que representaba para los estados. También es cierto que el nivel de la atención dependía mucho del estado en que te atendieras. La provisión de los servicios quedaba en manos estatales, que pueden llegar a tener capacidades de atención muy dispares de acuerdo a sus instalaciones y eso complicaba garantizar un estándar de servicio o mejorarlo. Y seguramente hay más casos de corrupción a nivel estatal de los que en su momento nos enteramos (Eruviel Ávila “perdió” 900 millones de pesos destinados a este servicio en 2016)

El punto es, el sistema implementado funcionaba. Perfectible y todo, significó una revolución en la manera en que cobijábamos a más de la mitad de los mexicanos. Si un auto presenta desperfectos, lo revisas, lo afinas, lo ajustas; no lo descartas y empiezas a usar una confiable carreta

Porque ese es otro problema. Descartamos nuestro destartalado bocho en favor de ¿Qué? Me encantaría poder decirle cómo va a funcionar el INSABI, pero (como ya es costumbre en esta administración) se está poniendo en marcha sin reglas de operación claras y en medio de una confusión general catastrófica. Ni siquiera puedo decirle qué enfermedades quedan cubiertas y cuáles no, o a qué precios, aunque el río de rumores lleva sonando desde el primer día de este 2020. 
Apenas ayer la Secretaría de Salud emitió un comunicado en donde especifica que sólo cubrirá atención de primer y segundo nivel y eso significa que una larga lista de padecimientos que antes sí quedaban cubiertos, de pronto ya no lo están: Malformaciones congénitas cardíacas, espina bífida, estenosis uretral, cánceres y linfomas, infartos, SIDA…

Yo pregunto ¿Pretenden que aplaudamos cuando nos quitaron la tercera parte de la cobija?