miércoles, 25 de marzo de 2020

Salud y economía, hermanitas de crisis

La lucha contra la pandemia de Covid-19 probablemente va a tener un efecto bola de nieve y consecuencias que se seguirán sintiendo alrededor del mundo mucho después de haber superado la crisis de salud pública. 

Uno no puede sencillamente paralizar toda la actividad de un país por un periodo prolongado de tiempo y reanudarlo como si nada hubiera pasado. Empresas y negocios, especialmente los microempresarios (léase, la fonda de la esquina, la abarrotera de Don Víctor y el pequeño taller de reparación de electrodomésticos de don Chuy) viven al día y van a sufrir por no tener los ingresos de los que dependen. Empresas igualmente pequeñas, pero que ya manejan alguna nómina y gastos más robustos corren el riesgo muy real de quebrar. A todo esto, se le añade un ambiente internacional complicado, que ya daba muestras de desaceleración económica incluso antes de comenzar con la emergencia sanitaria.

No me malinterpreten, no hay economía que valga una vida. Y el combate al virus merece ahora nuestra atención y compromiso completo, aunque haya que lidiar luego con sus funestas consecuencias. Pero si estamos ya viendo el panorama ¿por qué no empezamos a prepararnos para él?

Ahí es donde me llama la atención la actitud de la presente administración.
En estas circunstancias, la teoría económica generalmente aceptada (Keynesiana) indica que es necesario tomar medidas llamadas “anticíclicas”. Es decir, empezar a gastar para reactivar la economía, para que el dinero fluya y para que exista liquidez: Aliviar un poco la carga fiscal (que es a veces parte importante del gasto de la iniciativa privada) atraer inversión y sí, aceptar que habrá que operar con déficit al menos por un tiempo.

Que el presidente prometió en campaña no endeudarse y no puede operar con déficit, está bien. Es más, lo aplaudo. Pero eso significa que va a necesitar más que nunca a la iniciativa privada para reactivar la economía y apretarse el cinturón en serio en la administración federal. Y no está haciendo ni lo uno ni lo otro.

La única “medida” que ha tomado es adelantar las pensiones de las personas de la tercera edad y garantizar los programas sociales, lo que no es muy esperanzador. Y en cuanto a su relación con la industria privada, pues… recientemente anunció la cancelación de una inversión privada de mil quinientos millones de dólares en Mexicali que contaba ya con todos sus permisos y todos los requisitos legales; todo con base en una consulta de fiabilidad dudosa y en la que no participó ni el 5% del padrón electoral de la ciudad.

¿Con qué confianza se queda el inversionista privado de meter su dinero en México si, a pesar de seguir todas las reglas y lineamientos y pasar por todos los vericuetos legales, pueden echar abajo tu plan de negocio con una ocurrencia? ¿Quién va a querer invertir en esas condiciones?

Y no piensen ni por un momento que saldrá gratis. Con todos los pelos de la burra en la mano Constellation Brands (la empresa que construía la planta cervecera) puede ampararse de la decisión y solicitar compensación. Y así, por un delirio en un conflicto imaginado, la administración federal tendrá que destinar recursos a compensar a una empresa privada gigantesca, en lugar de dedicárselo a sus ciudadanos (y es un gobierno de izquierda y antineoliberal, dicen). Todo esto, en el contexto de unas de las peores crisis de salud y económicas de la última década.

¿Ven por qué nos preocupamos?


miércoles, 18 de marzo de 2020

Liderazgo Ausente: Covid-19

Espero, querido lector o lectora, que me esté leyendo a buen resguardo en su casa y con las manos recién lavadas. Espero que en su trabajo le hayan dado las facilidades para realizar sus labores a distancia y que cualquier compromiso que usted haya podido tener en las próximas semanas pueda llevarse a cabo vía remota a través de las actuales herramientas tecnológicas, o pueda posponerse sin consecuencias graves hasta que pase lo peor de esta nueva pandemia.

Le digo todo esto con un tono de esperanza y deseo, y no de certeza, porque en México el combate a esta amenaza viral la están encabezando la sociedad, los emprendedores y empresarios y los gobiernos locales y por lo tanto el grado de compromiso para hacerle frente puede variar drásticamente de una situación particular a otra. México está aún debatiéndose entre los que siguen pensando que la pandemia es un engaño con fines oscuros y los que en medio del pánico están dejando los anaqueles de las tiendas desprovistos de lo más elemental, como el papel de baño.

Como en casi todo la respuesta adecuada, mesurada pero efectiva, está en el punto medio. A México le ha costado trabajo encontrar dicho punto medio, en parte, por la total ausencia de un órgano coordinador coherente y científico que pueda llevar la crisis a nivel federal con comunicación efectiva y el manejo efectivo de recursos humanos, técnicos y materiales. Es decir, el gobierno federal, que debería encabezar todo esfuerzo de resistencia, brilla por su ausencia y la sociedad ha tenido que articularse por sus propias fuerzas.

El conflicto (y, digámoslo con todas sus letras, el ridículo) internacional por esta circunstancia no es menor. Cuando la presente administración da palos de ciego en temas que atañen al interior del país, el resto de los gobiernos pueden quizá mirar preocupados, pero finalmente no intervienen en asuntos que no les atañen. Pero cuando la negligencia de México podría transformar a toda la región en el epicentro de una pandemia global, tienen todo el derecho a estar molestos y a tomar medidas.

A ese respecto, por ejemplo, Raymundo Riva Palacio en su columna "Estrictamente personal" del 17 de marzo en “El Financiero”, reportó la reunión de una Comisión de Alto Nivel entre México y Estados Unidos para tratar el tema del Coronavirus que terminó en gritos y sombrerazos, porque el vocero de la delegación mexicana “cuestionó fuertemente los protocolos [...] para atacar las crisis de salud” alegando que “El riesgo no es tan alto, y México de ninguna manera cerrará fronteras o tomará acciones catastrofistas”.

El Embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, se apresuró a desmentir que dicha reunión siquiera se llevó a cabo, atacando la legitimidad del columnista. Lo curioso es que el New York Times publicó una nota que encabezaba con “Citando Coronavirus, Trump anunciará nuevos controles fronterizos estrictos: La administración, citando la amenaza del coronavirus a los centros de detención, planea devolver a todos los inmigrantes indocumentados y solicitantes de asilo a México.” Una acción unilateral drástica que nada tiene que ver con el común acuerdo alcanzado con Canadá, por ejemplo.

Otra evidencia de la rispidez que está provocando la inacción del gobierno federal se dio apenas ayer, con el agarrón que se dieron en redes sociales Nayib Bukele, presidente de El Salvador, y Marcelo Ebrard, ministro de relaciones exteriores mexicano.

Bukele indicó que cierto vuelo de Avianca procedente de México con destino en San Salvador llevaba 12 casos confirmados de Covid-19 entre sus pasajeros. Marcelo Ebrard intentó atajar señalando que se habían valorado a los pasajeros sin encontrar ningún enfermo, pero Nayib contra argumentó de manera contundente:

Secretario, es imposible que en 1 hora hayan hecho exámenes de #COVID19 a 12 personas cuando, de haberlos hecho todos al mismo tiempo, hubiera tenido que esperar 7 horas por los resultados.
No entiendo su afirmación de que no han encontrado “ningún enfermo por coronavirus”.
[...]
Le ruego que tomen medidas drásticas y contundentes ante esta pandemia, México es un país muy grande y así debería ser su responsabilidad.
De lo contrario, en 20 días el epicentro de la pandemia no será Europa, si no Norteamérica.
Dejen de ver esto como algo normal, por favor.
¿Y en respuesta a todo esto? Bueno, mientras Angela Merkel se dirige a sus conciudadanos alemanes e insiste en que: “Desde la Segunda Guerra Mundial no ha habido un desafío para nuestro país que dependa tanto de nuestra acción conjunta y solidaria”, nuestro presidente hoy presumió en su mañanera dos escapularios que lo “protegen”

Por eso le digo, lector, lectora, sin entrar en pánico: guárdese, cuídese, prepárese. Y no espere nada de una administración que brilla por su ausencia. Abracemos el reto de articularnos y actuar responsablemente como sociedad. Es más difícil, pero será más gratificante y podría sentar las bases para un cambio drástico en como vemos y tratamos al gobierno.


miércoles, 11 de marzo de 2020

Tormenta perfecta

El pasado fin de semana se le juntaron varias crisis a la presente administración. Crisis que por si mismas representaban desafíos importantes (de ahí el nombre), pero que en conjunto se antojan como el peso que terminará por partirle la espalda al proyecto encabezado por el presidente López Obrador. Si no se les presta la atención debida, el sexenio se acaba aquí; aunque termine cumpliendo el plazo legal y entregando el poder en 2024.
Algunas de estas crisis se gestaron en el extranjero, por lo menos una es “de fabricación” cien por ciento nacional, y en todas el margen de maniobra está reducido por decisiones, acciones u omisiones del mismo gobierno. Esto es importante recalcarlo porque aunque lo que ocurre allende fronteras está fuera del control del gobierno mexicano, si que está en sus manos anticiparse, prepararse y responder. Para eso está, de hecho.

La primera crisis es una de salud. Por su largo periodo de incubación y lo impreciso de sus síntomas, el coronavirus se ha vuelto uno de los agentes patógenos más contagiosos de los que se tenga registro (se calcula que entre el 40 y el 70% de la población mundial quedará infectada en algún momento). Si bien es cierto que tiene una mortalidad de apenas el 2%, el número es engañoso; resulta mucho más letal en pacientes de la tercera edad o con condiciones respiratorias previas y precisamente por eso se requiere especial cuidado para evitar su difusión. 
Supuestamente en México hay seis casos confirmados, pero el número de casos sospechosos subió a 37, de acuerdo con lo informado ayer por las autoridades y México se encuentra apenas en la primera parte de la curva de contagios. Es decir, el patrón estadístico de propagación de la enfermedad (basados en el progreso de la misma en otros países, como Italia y España), nos dice que en un descuido los casos podrían dispararse. Y aunque la mortalidad es baja, los enfermos requerirán atención y camas hospitalarias, saturando un sistema sanitario ya bajo mucha tensión y dejando a otras personas (quizá con enfermedades más graves) fuera de su capacidad de cobertura.

El coronavirus también es, en parte, responsable de la segunda crisis: la energética. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia protagonizan una disputa por desacuerdos en los topes de producción, ante la baja demanda derivada del brote de Coronavirus. En una guerra por participación de mercado, países como Arabia Saudita están ofreciendo mucho crudo, a precios tan bajos como ocho dólares por barril, desplomando los precios del energético en el resto del mundo.
Buena parte del plan económico del presidente descansaba en revitalizar y hacer más productiva la extracción de PEMEX. Pero acabamos de llegar a un punto en el que cuesta más dinero extraer el petróleo del subsuelo, que lo que recuperamos por venderlo. Hay una hemorragia de capital monumental en el que debía ser (en la cabeza del presidente) el motor del desarrollo del país y la maquinita de hacer dinero para sus programas sociales.

Aquí es donde las decisiones previas juegan en nuestra contra. PEMEX el año pasado tuvo pérdidas por 346 mil 135 millones de pesos, duplicando las pérdidas de 2018. Para ponerlo en perspectiva, es el equivalente a 2.3 aeropuertos en Texcoco, a 4.3 Refinerías en Dos Bocas o a la remuneración bruta del presidente durante 283,411 años. Pérdidas. En un año.
Se le invirtió a PEMEX millonadas con tal de incrementar la producción y tranquilizar a los inversionistas Pero ahora es matemáticamente imposible que se recupere porque pierde dinero cada que vende un barril.
Resulta que la petrolera más endeudada del planeta no puede pagar sus deudas. ¿Cómo cree que impacte esto en la calificación de grado de inversión que hacen las firmas especializadas? Y si PEMEX no puede y México (por la cancelación de la Reforma Energética) depende de PEMEX ¿Cómo cree que le vaya a México cuando le toque ser evaluado por esas mismas calificadoras? Exacto. La confianza del inversionista se desploma, nadie quiere invertir en peso y el valor de nuestra moneda se desploma. Una tormenta perfecta.

Paso a la tercera crisis; la última que toca enunciar, pero quizá la más importante: La de gobernabilidad. A López Obrador se le eligió en las urnas con dos promesas muy concretas, acabar con la corrupción y detener la rampante inseguridad. No ha resuelto ninguno de los dos problemas. De hecho, algunos se han agudizado por varias medidas de magnitud y asomado nuevas y oscuras caretas. La situación de la violencia contra la mujer y el pésimo manejo que ha hecho de toda la situación de las demostraciones del 8 y 9 de Marzo (llegando a decir ayer que, a pesar de todo, no cambiaría su estrategia de seguridad) le está costando capital político y la buena voluntad de la población. Sin resolver esta crisis, cualquier maniobra para enfrentar las otras dos será menos efectiva y costará más trabajo implementarla.

El presidente necesita ponerse a trabajar. Urge.


miércoles, 4 de marzo de 2020

Comité a Modo

Con la presente administración haciendo agua en varios temas clave (como en en economía, salud o seguridad) y ofreciendo en su primer año avances mínimos (cuando no abiertamente retrocediendo), la posibilidad de que Morena pierda a mayoría en ambas Cámaras en las elecciones intermedias del próximo año va creciendo poco a poco. Para evitar que esto se haga realidad, el partido en el poder ha ido acomodando sus piezas. Por ejemplo, en noviembre pasado se aprobó la revocación de mandato presidencial, que le permitiría al presidente aparecer en la boleta el día de la elección, y hacer campaña a favor de sus candidatos desde el poder.

La siguiente jugada, lo sabíamos y lo habíamos discutido con cierta anticipación, es adueñarse del INE, porque eso les abre la baraja y el margen de maniobra el día de la elección y garantiza que las inconformidades puedan resolverse siempre a su favor.
En ese tenor, nos enteramos de la nominación del Dr. John Mill Ackerman Rose para formar parte del Comité Técnico de Evaluación (CTE) que definirá las candidaturas a ocupar cuatro vacantes entre el Consejeros Generales del Instituto Nacional Electoral, su órgano de gobierno.

La trayectoria académica del Dr. Ackerman puede ser ejemplar y calificarlo sobradamente para la posición, pero su activismo político deja serias dudas respecto a su imparcialidad. Mexicano por naturalización, hubo que cambiar la ley (a posteriori) para que el Dr. Ackerman pudiera siquiera ser considerado. Es esposo de la secretaria de la Función Púbica, Irma Eréndira Sandoval; es entusiasta promotor del gobierno actual y, quizá más importante que todo lo anterior, es integrante del consejo del Instituto Nacional de Formación Política de Morena, lo cual contraviene la convocatoria emitida por la Cámara de Diputados para formar el Comité Técnico, que sostiene que los integrantes no pueden haber desempeñado cargos de dirección en partidos políticos en los últimos cuatro años previos a su nominación.


La misión del Dr. Ackerman en esta nueva posición, cortesía también de la 4T (fue propuesto por Rosario Piedra Ibarra, Ombdusperson de la CNDH) es clara y el académico esta metiendo prisa para cumplirla. Tan pronto como en su discurso de aceptación comenzó a lanzar las primeras balas de la ofensiva. “La sombra del fraude electoral no ha desaparecido”, acusó. Señaló categóricamente que hubo fraude en las elecciones de 2006, irregularidades y acciones fraudulentas en 2012 e “intento de fraude” en 2018, en esta macabra postverdad y narrativa que han montado para sembrar duda en una de las instituciones independientes que mejor funcionan en este país.

Lo curioso es que la designación, a pesar de sus irregularidades, pasó como agua. El Comité quedó integrado el día 28 y las bancadas del PRI, PRD y MC no metieron ni las manos, pese a haber anunciado que impugnarían la designación. ¿Qué clase de acuerdo político alcanzaron? Quién sabe, pero fue amplio:

"Me parece que tenemos que darle la vuelta a este tema para evitar la descalificación de personas o de perfiles y ver hacia adelante" comentó la coordinadora del PRD en San Lázaro, Verónica Juárez.

"Hoy me felicito y los felicito por haber aceptado esta responsabilidad con el país (...) Nadie tiene la verdad absoluta, nadie la tiene, nadie la posee" opinó el líder priista, René Juárez; a pesar de que los hechos son evidentes y públicos.

¿Se ve ya por dónde van los tiros? ¿Así o más claro que todos son lo mismo, independientemente de colores?