miércoles, 28 de abril de 2021

Institución y Legalidad vs Autoritarismo Caudillista, la batalla.

¡Se hizo valer la ley! ¡Se sostuvieron las instituciones! Por donde se lo vea, eso merece celebración, porque es la piedra angular y el pivote desde donde México puede empezar a progresar, con verdadero estado de derecho e instituciones sólidas. Es el punto de partida de cualquier intento de escape a nuestra presente circunstancia.

A este remedo de gobierno, desde sus inicios, siempre le ha asustado la vía institucional. Cada recurso legal interpuesto contra él se les ha atragantado porque no sabe operar dentro de los márgenes de la ley y por su naturaleza caudillista depende de que al caudillo (Andrés Manuel) se le permita extenderse en sus funciones, tocarlo todo, comentarlo todo, ser categórico en sus juicios. Por su posición privilegiada de héroe popular, puede comentar que “El retiro de las candidaturas a Félix Salgado y a Raúl Morón es un atentado a la democracia” y su dicho lleva peso específico.

Por eso la resolución de ayer del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de respaldar y validar la decisión del INE, que se limitó a aplicar la ley, es tan importante y merece celebración. Porque es evidencia de que los despropósitos del presidente, lo que diga o haga como matraquero de circo cada mañana desde Palacio Nacional, no se sostiene, que el caudillo no se ha podido enraizar, que nuestras instituciones resisten al parásito.

La batalla no está ganada, ni mucho menos. La ciudadanía, la sociedad, tiene que hacer lo suyo en las urnas este 6 de junio y más allá. De una sociedad activa, proactiva y propositiva, emanarán candidatos y gobiernos con esas mismas características, no al revés.
En ese sentido, celebremos hoy, pero preparémonos para las batallas de mañana. Dos ejemplos:

A Salgado Macedonio le retiraron la candidatura por un tecnicismo legal, no por las acusaciones de violación en su contra. Tuvo más peso en su fallida candidatura el no presentar el reporte de gastos de pre-campaña que un proceso penal abierto y en curso. Es importante reconocer el camino que nos falta por recorrer en la búsqueda de un sistema legal y político funcional, justo y firme. Perder la candidatura y desaparecer del escenario público no es justo castigo, ni por asomo, para alguien que tiene dos denuncias por violación y al menos otras tres acusaciones de abuso y acoso sexual, incluida una menor de edad entre las víctimas.

Otra batalla Institución vs Autoritarismo que se avecina es la lucha contra el padrón de telefonía móvil. El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales va a interponer una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte. Esperemos el contraataque colérico desde la tribuna presidencial.

¿Qué papel va a jugar usted, señor, señora, señorita que me lee, en estos campos de batalla? ¿Cómo va a cooperar para formar esa sociedad activa, proactiva y propositiva que necesitamos con urgencia? Comience (ojo, es un comienzo, no el principio y fin de su participación) por revisar a sus candidatos, por ver qué hacen y que declaran respecto a las batallas que se están llevando a cabo en varios frentes de la vida política nacional. A partir de ahí, arránquese, hay mucho por hacer.



miércoles, 21 de abril de 2021

Mangonear la Justicia: El caso Alonso Ancira

Es de conocimiento general que en este país la justicia es muy maleable. El pobre y vulnerable pasará años en prisión por un delito que no cometió, pero cuyo proceso se extenderá indefinidamente víctima de un océano burocrático innavegable. Como contraste, el que goza de posición y caudales seguramente tendrá “opciones”: Engrasar la mano del tránsito que le detuvo, entenderse con el juez a punta de billetazos, o recurrir al amigo o al compadre para que mueva sus influencias.

Pero una cosa es que esa falta de estado de derecho, por más cultural que sea, permanezca como un secreto a voces; y otra bien distinta que sea el mismo Estado Mexicano el que la justifique, la solape y la aproveche.

Alonso Ancira es un defraudador y criminal confeso. Entregó un soborno multimillonario a Emilio Lozoya para que PEMEX adquiriera la planta productiva de Agronitrogenados a un exorbitante sobreprecio, causándole un importante perjuicio a la paraestatal. Se inició la investigación contra él en marzo de 2019 y en cuanto lo supo intentó evadirse de la justicia huyendo a España. Fue detenido en Mallorca y apenas en febrero pasado volvió a territorio nacional luego de perder todos los recursos que interpuso para evitar la deportación.
El lunes este personaje que le describo salió del Reclusorio Norte, sin ninguna restricción o medida cautelar, a bordo de una camioneta Mercedes-Benz, con una sonrisa en los labios y un puro entre los dedos. ¿La razón? Llegó un acuerdo con PEMEX para pagar 216 millones de dólares en los próximos tres años, para “reparar el daño”.

El señor se dio el lujo de hacer con la justicia mexicana lo que quiso, meramente porque tiene lana. Y todavía hay quien lo celebra, incluido el presidente.
“Yo celebró que se haya llegado a este acuerdo” dijo en su mañanera “Aquí , desde el principio, sostuvimos que se reparara el daño, nos importaba mucho que todo ese dinero regrese al pueblo”.

Dejemos algo en claro: lo que se recuperó fueron cacahuates. PEMEX perdió 480 mil millones de pesos el año pasado, más de dos mil doscientas veces lo que Ancira se comprometió a “reparar” o “devolver”. Es una gota en el océano de deudas y malas gestiones que plagan a la paraestatal.

Para conseguir esos cacahuates, se siembra el peligrosísimo antecedente de que cometer estos actos gigantescos de corrupción no tiene más consecuencia que una gentil llamada de atención y, si acaso, el inconveniente de devolver las ganancias de tus corruptelas. A sabiendas de que sólo tendrá que enfrentar estas consecuencias si lo llegan a pescar ¿No le parece mucho más atractivo intentar jugar chueco? ¿No le parece un ejemplo nefasto para el resto de la población y una validación a la cultura anti-estado de derecho, el verdadero cáncer en este país? ¿No dijo el mismo presidente, en campaña, que la corrupción era el mal primigenio y que había que terminar con ella por cualquier medio?

No entiendo qué celebramos, o por qué pretendemos que esto es algo bueno para el país y sus instituciones. Entiendo, sin embargo, que presumirán los cacahuates como si fueran las habichuelas mágicas del cuento, mientras nos ocultan otras cifras: las pérdidas de PEMEX, los muertos por la pandemia, los recursos dilapidados en proyectos sin futuro…

Acuérdese de todo esto cuando acuda a su casilla este 6 de junio.



miércoles, 7 de abril de 2021

Lodazal

Arrancaron las campañas. Preveo que sean particularmente sucias, quizá el lodazal más profundo que nos haya tocado ver en la historia del México democrático (a partir de la elección de 1997, aprox.). Esto por varias razones.

En primer lugar, el gobierno en turno no tiene a su nombre un solo logro que pueda presumir o del que pueda apoyarse. Los “incumbents” (candidatos del partido en el gobierno), que normalmente tendrían que desarrollar una plataforma de continuidad resaltando esos logros, la tendrán difícil a la hora de proponer y quedar bien. Tres años de dominio morenista absoluto en ambas cámaras y aún así llegan frente al electorado con las manos vacías ¿por qué no lo hicieron ya? Tendrán entonces que seguir colgados de un discurso de esperanzas y espejos, de futuros promisorios y sobre todo de excusas y de pintarse como “el menos peor” que irremediablemente llevan a embarrar al otro: “Si, pero… X robaba más”, “Si pero, con Z tampoco avanzábamos”, “Si, pero no podemos dejar que el PRIAN…”

En segunda instancia, porque los perfiles postulados son, en buena parte, improvisados e impresentables. Gente que no ha ejercido el servicio público jamás, pero que se cuelga de la popularidad obtenida en otras facetas de su vida para alcanzar lo que ve como una renta gubernamental segura (su sueldo) por un mínimo de trabajo y un mínimo de supervisión. Eso, o cartuchos quemados y viejos lobos de mar que se han sabido mover y chapulinear y que están protegiendo más el hueso que el ideal o el proyecto de nación. Esta gente está limitada, no podría proponer algo coherente y bien pensado así su vida dependiera de ello, por lo que su discurso también será bastante hueco; sus eventos demostraciones masivas de cariño al personaje que fueron y a la popularidad que alcanzaron, pero sin sustancia alguna. Ese tipo de perfiles son además, blancos ridículamente tentadores para ataques personales, por su historia personal y los escándalos que los rodean, o por su inexperiencia e improvisación. Una vez más, nos alejamos del elevado campo de batalla de las ideas, para quedarnos en el lodazal.

Y finalmente, porque es una elección en la que, intencionalmente, le están tirando al árbitro. Un proceso electoral en el que pretenden desprestigiarlo desde el arranque, de tal suerte que cualquier intento de la autoridad electoral por meter en cintura a candidatos y partidos sea visto por unos u otros como un movimiento mal intencionado, como una injusticia. Y para que, si los resultados les son adversos, el margen de maniobra y el impacto de desconocer resultados y armar barullo sea mayor. Si no me cree, lo invito a revisar qué ha pasado con el asunto de Félix Salgado Macedonio, el intocable del régimen cuya candidatura pende de un hilo por no dar seguimiento a una nimiedad técnica.
El individuo ha encabezado marchas y plantones haciéndose la víctima, alegando que le están “quitando sus derechos políticos a votar y ser votado” y acusando la parcialidad del INE cuando, sencillamente, no presentó el reporte de gastos de precampaña. No siguió las reglas del juego.

Así que sí, querido lector, ármese de paciencia y tómeselo con calma. Estudie bien qué se vota en su localidad y cuáles son los candidatos a cada puesto. Razone su voto y exíjale a sus candidatos. Y si no es mucha molestia, empiece a ver qué le toca hacer como ciudadano en el periodo inter-campañas, para asegurarnos de que este circo no se siga empantanando con cada nueva elección, porque eso, aunque no lo parezca, depende muchísimo de nosotros, de lo que hagamos y de lo que dejemos de hacer.