jueves, 10 de agosto de 2017

Lo cortés no quita lo valiente

El Washington Post reprodujo y difundió esta semana transcipciones íntegras de las conversaciones telefónicas que Donald Trump sostuvo con los mandatarios de México y Australia a finales de enero de éste año. Dando comienzo así a una semana de tragedia para el presidente norteamericano.


Por supuesto que con el puro texto, no puedo sino imaginar el tono y cadencia que adoptó Trump en su charla con el presidente Peña; pero si a mi me lo preguntaran, yo diría que el multimillonario que ahora despacha en el Salón Oval estaba desesperado. Una opinión sin duda contrastante con lo que en su momento algunos medios nacionales pretendieron hacernos pensar (Dolia Estévez, por ejemplo, utilizó los calificativos “humillante” y “amenazante” para referirse a la actitud del estadounidense.)


Si, Trump arranca fuerte diciendo que pensaba seriamente imponer aranceles a todos los productos mexicanos; utiliza técnicas interesantes para menguar la autoridad de su interlocutor durante la conversación, como dirigirse a él por su primer nombre, “Enrique” (que aunque es cada vez más frecuente en la iniciativa privada, sigue siendo muy extraño escucharlo en charlas diplomáticas), e incluso interrumpe en un par de ocasiones al presidente Peña.  Pero nada de eso importa porque la amenaza de los aranceles.


Pero, al leer la conversación completa y ver cómo suelta datos al azar, falsos o fuera de contexto y sin relevancia: su campaña, el tamaño de sus mitines, su victoria electoral con el voto latino, el déficit intercambiario que tiene con México (y que todos los expertos señalan que no es algo malo para Estados Unidos per se), las fábricas que se han perdido por mudarse a México (y los ejemplos que puso son de producciones que se mudaron a otros estados, dentro del mismo Estados Unidos) Uno se da cuenta de que es, verdaderamente, el mismo bocafloja de poca sustancia que vimos en campaña.


Quizá la evidencia más reveladora de la efectividad de este “tremendo negociador” sea el tema del mentadísimo muro; tema que Peña intentó superar una y otra vez, ofreciendo dejar de hablar del tema en público y girar la atención a otras áreas en donde pudieran mostrar logros de la relación bilateral.

Trump: El hecho es que estamos los dos atorados políticamente, porque yo necesito que México pague por el muro. Lo necesito. He estado hablando de ello por un periodo de dos años.
Peña: Esto es lo que propongo, Sr. Presidente, dejemos de hablar del muro. He reconocido el derecho de todo gobierno a proteger sus fronteras como crea necesario y conveniente. Pero mi posición ha sido y seguirá siendo muy firme diciendo que México no puede pagar ese muro.
Trump: Pero no puedes decir eso a la prensa. La prensa tomará eso y yo no puedo vivir con eso. No puedo negociar en esas circunstancias.
Peña: Entiendo este punto tan crítico para usted y su país, Sr. Presidente. Busquemos maneras creativas de solventar el obstáculo. [...] Para México es algo que va más allá del tema económico porque es un asunto relacionado con la dignidad de México y con el orgullo nacional de mi país.
Traducción propia


No sé. ¿Le parece esto agachón, le parece que Peña no defendió los intereses nacionales? ¿Que se vió tibio? No soy ningún experto en diplomacia internacional, pero a mi me parece una muy razonable posición la del presidente. ¿O qué preferiría? ¿Franca oposición? ¿Aún viendo el ejemplo de Corea del Norte, que abiertamente se le opone y al que amenazan con “furia y fuego”?
Por una vez, creo que el presidente lo ha hecho bien y creo que esta será la manera correcta de lidiar con Trump mientras dure su mandato. Después de todo, bien dicen que lo cortés no quita lo valiente.


Si usted quiere leer toda la conversación, puede hacerlo en la siguiente liga:

jueves, 3 de agosto de 2017

La medalla de la maternidad.


Aunque sin duda queda mucho camino por andar, es innegable que las mujeres han hecho progresos agigantados en su lucha por conseguir derechos civiles igualitarios, salarios más justos y una presencia más notable en puestos directivos y gerenciales en empresas de todos los tamaños. La liberación femenina también ha impulsado a muchas niñas a perseguir sueños que antes parecían restringidos para varones: convertirse en astronautas, presidentas, científicas, notables deportistas etc.


Que haya mujeres notables rompiendo fronteras y haciendo historia me parece maravilloso. Creo que las damas, como los caballeros, tienen derecho a hacer cuanto esté en su mano para perseguir su felicidad. Si encuentran esa dicha y autorealización en el entorno profesional, genial. Lo que ya no me parece tan genial es que, derivado de esta misma liberación, de pronto exista un estigma en una de las labores más trascendentales que una mujeres puede desempeñar en una sociedad: la de ser madre y formar a una familia. (formar en ambos sentidos, la conformación física de la familia y el desarrollo educativo y humano de sus miembros)

Esta semana, la marca de bebidas deportivas Gatorade publicó una imagen en Twitter en donde felicita a Paola Espinoza, notable clavadista mexicana, por el reciente nacimiento de su hija Ivanna. “Paola, felicidades por obtener la medalla más grande de todas: ser mamá”, rezaba el desplegado.

La reacción de algunas feministas en redes sociales fue nefasta y virulenta. Se atacó a la marca por todos lados. Se calificó el mensaje de sexista, machista y “heteropatriarcal”. Basten dos botones como ejemplo:





Perdón, no. Lo han entendido todo mal. Creo que lo que se está minimizando no es a Paola, que es una mujer extraordinaria que ha alcanzado soberbios logros deportivos. Lo que las feministas están tratando de minimizar es la maternidad. Para estas chicas aparentemente dar la vida por formar a una nueva generación, por asegurarse de que sea gente de bien, por brindar estabilidad y cariño a un ambiente que le permita a ella y a otros cercanos a ella desarrollarse y crecer… aparentemente nada de eso vale.

El ser humano, desde sus orígenes cavernarios, mucho antes de que se instalara cualquier tipo de “sociedad moderna” valoraba y veneraba figuras maternas. Las mujeres en su rol de madres han sido, son y serán transformadoras de la sociedad, con un efecto más silencioso pero tanto o más poderoso que el de cualquier pensador social, guerrillero, reformista o dictador.

Que haya mujeres que no quieran enfrentar este reto, o que prefieran brillar en otras esferas está muy bien y lo aplaudo. De hecho, mejor así. Para ser una buena madre se requiere vocación, querer ser madre, sacrificio completo al mejoramiento de la sociedad, de hombres y mujeres. Es un rol que muchos hombres no hemos querido aceptar del todo, pero que es tan valioso que bien deberíamos ir integrándonos más.

Lo que no pienso permitir es que, en su afán por darse importancia, estas falsas feministas menosprecien el trabajo que millones de madres realizan en beneficio de todos, con un amor que nadie puede igualar. ¡Gracias mamás!


“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.Sin embargo.., en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño,perdurará siempre la huella del camino enseñado.”

-Madre Teresa de Calcuta-


Addendum
Por cierto, lo que usted y yo opinemos de la experiencia de Paola, y de si la maternidad es o no es su más grande medalla pasa a segundo plano. Es finalmente ella la que tendría que valorar si lo es o no. Y para nuestra fortuna, ya se ha decantado al respecto: