miércoles, 27 de junio de 2018

¿Hasta cuando?


Yo no sé que está pensando Manuel Velasco o hasta dónde cree que llegan sus atribuciones como gobernador de Chiapas. Ciertamente no incluyen retirarle la obligación de someterse a la ley a un grupo de privilegiados, a pesar de que es justo lo que hizo el pasado sábado 23 de junio.

Luego de 17 días de plantones, bloqueos, protestas y desmanes, el gobierno que encabeza Velasco firmó un acuerdo con los dirigentes de las secciones 7 y 40 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Las protestas, para que se de una idea, incluyeron la toma de gasolineras, y el robo y repartición de combustible; delito que ya se considera de índole federal y que acarrearía, para el mexicano de a pie, prisión por hasta 25 años y multas por hasta 2 millones de pesos. Pero no a los angelitos de la CNTE.

¿Qué ganaron entonces?

Básicamente, Manuel Velasco se comprometió a incorporar a la nómina estatal a 782 profesores no reconocidos por la SEP. Sus calificaciones para ocupar el cargo, si la plantilla de maestros está o no cubierta, en dónde y a quién darían clases… nada de eso parece importar.

También quedó en el acuerdo el financiamiento a algo que llaman “Proyecto de Educación Alternativa”, con 24 flamantes plazas nuevas para definir sus propias evaluaciones y planes de estudios. ¿En qué consiste y por qué dejamos que sea la CNTE la que dicte la política educativa del país? Sabrá Dios.

No habrá represión laboral, jurídica o económica contra participantes en protestas. Aunque sea evidente que han violado la ley para presionar y conseguir el acuerdo, a pesar de que el Estado tenía todo el derecho de utilizar a la fuerza pública para detenerlos y juzgarlos como delincuentes.

Tampoco se sancionará a maestros que faltaron a clases durante el paro. Total, si usted y yo faltamos 17 días a trabajar arguyendo que vamos a “defender nuestros derechos” laborales seguro nos entienden nuestros jefes ¿No?

Aplicar "usos y costumbres" en los ascensos y promociones de maestros de las secciones chiapanecas. ¿Qué necesidad hay de tener una meritocracia que valga la pena, de premiar a los mejores y a los que verdaderamente podrían impulsar las cosas para nuestros niños y prepararlos bien para el futuro? Y no se ve pa’cuando porque parte del convenio incluye...

No aplicar la evaluación educativa en los últimos seis meses del gobierno estatal. Nótese que esto está como punto aparte en el acuerdo. El discurso original era que estaban a favor de una evaluación que les ayudara a mejorar pero que no resultara punitiva. SI ya conseguiste que avalen tus “usos y costumbres” (lo que sea que eso signifique) en ascensos y promociones ¿para qué insistir en este punto?
Respeto a la operación que hace el CNTE de la Caja de Ahorro y Préstamos, así como el Fondo de Ahorro y Beneficio Social. ¿Si no de dónde jinetean la lana, pues?

Si hubiera un ápice de sentido común y decencia entre los miembros del gobierno federal, el acuerdo habría sido de inmediato rechazado y desmantelado, porque viola reformas estructurales que, le guste o no a la Coordinadora, ya son ley, y socava la autoridad de la SEP para definir el rumbo de la política educativa en el país. Pero el mutis que hace Otto Granados Roldán es ensordecedor.

La reacción de la sociedad civil, sin embargo, ha sido alta y clara. Mexicanos Primero, una AC dedicada al tema de la educación en México, señaló lo evidente: El acuerdo viola la Constitución, atenta contra el derecho a la educación de los niños y sabotea la labor de buenos maestros que no pueden ser promovidos porque no hay criterios transparentes para avanzar en la profesión docente. ¡Y lo peor es que hay evidencia! ¡Según datos recopilados por la asociación, la brecha educativa entre los estados que avanzan y Chiapas no hace sino ensancharse!

¿Hasta cuando tendremos un país en donde se privilegie la ley por encima de unos cuantos? ¿Hasta cuando?

miércoles, 20 de junio de 2018

¿¡¿Privatizaron el agua?!?

Quienes me conocen saben que no soy muy pambolero. Aún así, disfruté como enano (y sufrí con el corazón en la mano los últimos 20 minutos) del partido México - Alemania que terminó en histórico triunfo para los nuestros. ¿Qué puedo decir? Me agrada ver al equipo de todos finalmente con la confianza que da una mentalidad ganadora y me ilusiona lo que pueda pasar con la participación mexicana en este mundial. A ver si así se nos quita algo de ese derrotismo nacional. (Si tienen chance, vean la entrevista que le hace David Faitelson al Chicharito, es un imperdible “¡Pensemos cosas chingonas!”)

Aparentemente, sin embargo y según los activistas de sillón, haber tenido esa distracción durante las dos horas que duró la transmisión me convirtió en algo así como un traidor a la patria. ¡Tragedia! Mientras el país se desentendía mirando la caja idiota, el tres veces maldito Congreso de la Unión conspiró para repartirse la riqueza natural de la nación y privatizó el agua. ¿Dónde estaba yo para defender lo que es nuestro? preguntaban mientras se rasgaban las vestiduras ¿Con qué derecho festejaba cuando nos habían desposeído?



La nota me llamó muchísimo la atención. No solo porque me pareció curioso que el congreso se reuniera cuando el periodo de sesiones concluyó en abril, sino porque aparentemente habían podido ponerse de acuerdo en algo en menos de dos horas. Y eso cuando menos, era un dato anecdótico muy curioso. Así que, sobra decir, me puse a investigar el asunto.

Me bastaron 5 minutos de indagar en Internet para desmentirlo todo.

En primer lugar, lo que anuncian que ocurrió durante las dos horas del partido, en realidad fue anunciado por el presidente el día 5 de junio y publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 6. Y no fue obra del Congreso, fue por decreto presidencial. Así que no, estimados lectores pamboleros, no tienen por qué sentirse culpables por disfrutar de algo que les gusta. Y a quienes se desgarran las vestiduras ¡Gracias por darse cuenta a tiempo y avisar de manera oportuna, chavos!

En segundo lugar, lo que se autorizó no fue “la privatización del agua”, sino su uso responsable y privilegiando la conservación de las cuencas. Efectivamente, levantar la veda implica que esa agua pueda usarse para actividades productivas, pero bajo un esquema que la Secretaría del Medio Ambiente, Conagua, la UNAM y hasta organizaciones internacionales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund) han aplaudido por ser sumamente respetuoso con el medio ambiente y estableciendo volúmenes mínimos (70% en promedio, y hasta el 93%) de agua que deberán quedan intactos para proteger la biodiversidad de dichas áreas.
En otras palabras, su mentada privatización en realidad sólo permite que el gobierno concesione el 29% del agua de las cuencas para diferentes actividades. (Idealmente, eso sí, con un proceso transparente, con rendición de cuentas y favoreciendo el desarrollo sustentable)

¿Queda claro que se trata de una maniobra de desinformación? ¿Si?

Va, porque ahora viene la parte interesante. Estamos en periodo electoral y es dificil no pensar mal. ¿Cui bono? ¿Quién se beneficia con que esta información falsa circule? ¿Quién se beneficia con el ambiente de indignación, de confrontación que generó esta noticia falsa?
¿Hay algún candidato cuyo motor de campaña sea precisamente, la indignación? ¿Le cuadra? Se la dejo botando y de tarea para que la mastique con calma, porque quien quiere un México dividido, entonces no ama a México y no nos conviene en la silla.

Y a los que se rasgan las vestiduras y les gusta subirse en su ladrillo de superioridad moral porque ellos no ven fútbol y si están enterados de todo lo que pasa en el país (aunque sea con dos semanas de retraso y se dejen engañar por lo que leen en medios como Regeneración y Sin Embargo MX), les recuerdo que el sábado 23 de junio vuelve a jugar la selección. Ahí les encargamos el changarro, no vaya a ser que nos quieran atorar o privatizar algo más. ¿Qué se yo? El petróleo, el dólar, los crayones que se borran del INE o en una de esas el agua salada, el mole o la música de mariachi.

¡Confiamos en ustedes!

miércoles, 13 de junio de 2018

¿Por quién votas y por qué?

Escribo estas líneas apenas terminado el tercer y último debate presidencial. Me arrepiento de verlo. ¡Qué bodrio de candidatos, los cuatro! 
Si hoy votase según lo que me indica el estómago, anulaba mi voto o ni siquiera me presentaba en la casilla. Sin embargo, como mencionaba la semana pasada, hay que luchar contra ese impulso, votar con la cabeza y tratar de encontrar entre el pútrido buffet que se nos ofrece, algo medianamente comestible.



Mencionaba en la entrada anterior que había que partir de la visión que uno tiene para el país, del ejercicio imaginario de qué y cómo podrían funcionar las políticas públicas que nos lleven al país que queremos. 
En mi caso, me identifico como libertario. No me extenderé demasiado cuando hay una magnífica Declaración de Principios en la página del Movimiento Libertario de México, pero básicamente, defiendo la libertad y la responsabilidad individual por encima de cualquier otro valor o derecho. Priorizo el derecho a la propiedad privada, a la autodeterminación y a la igualdad ante la ley, abogo por el libre intercambio de bienes e ideas y la colaboración voluntaria. Y considero que cualquier otro derecho, cualquier otro "bien común" que precise vulnerar los derechos de otro (así se trate de un solo individuo) es inadmisible. 
Según la visión libertaria, el ideal es una economía de libre mercado a través de intercambios voluntarios con una participación inexistente o mínima de parte del gobierno. Los impuestos en particular, son una violación directa al derecho a la propiedad privada pues arrebatan a una persona lo que con su trabajo ha conseguido 

Con este trasfondo es evidente que ninguno de los candidatos me representa de manera ideal, ni mucho menos. Pero definitivamente habrá alguno con el que tenga más puntos en común que con los demás. Cuando yo lo encuentre y le entregue mi voto, no será desde la postura del que se abraza a "su gallo" y siente que ha encontrado en él la panacea personificada a todos los problemas del país. Será más bien un acuerdo tácito. "No confío en ti, pero tienes algunas ideas que podría valer la pena poner en práctica. Te estaré vigilando"

Entonces ¿Quién es este avatar que mejor representa mis intereses y mis ideas?

No es López Obrador, evidentemente. Su "austeridad republicana", si la consigue, estará toda enfocada a engrosar y fortalecer al aparato gubernamental y a incrementar su participación en la vida diaria de la nación. Subsidios a los productores del campo, créditos de palabra a los pescadores, precios de garantía a los productos agrícolas, la manía de producir en México todo lo que consumimos, congelar el precio de las gasolinas; todas esas son propuestas que contravienen directamente mi predilección por los intercambios voluntarios de libre mercado y que suponen un fuerte gasto. Y lo siento, ni siquiera su propia gente cree que pueda hacerlo todo sin "una reforma fiscal de gran envergadura a mitad del sexenio" lo que implicaría un incremento de impuestos al que tajantemente me opongo.
Otra parte de su plataforma tiene mucho que ver con el tema educativo. Ahí tampoco encuentro nada que valga la pena. Becar a jóvenes rechazados de las universidades, eliminar los exámenes de admisión, llamarle "cuento" al concepto de "excelencia educativa" y la cancelación de la Reforma en la materia (empoderando con ello al Sindicato y a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, agrupaciones que se han cansado de aplastar derechos individuales para defender sus privilegios colectivos) acabará por impactar directa y profundamente en el tipo de fuerza laboral que tendremos en el futuro. Con gente poco preparada (a pesar de que todos puedan tener su título de licenciatura) es menos probable que se instalen en México empresas de alta tecnología, que ofrezcan empleos especializados y muy bien pagados.
Pero es sobre todo su actitud, la que de plano no comparto. Andrés Manuel construye y ofrece un proyecto que parte y termina en él; particularmente, en él en el poder. Centralizando poderes y destruyendo contrapesos institucionales (¿Una guardia nacional que unifique ejército, marina y policía?) y que funcionará (si es que funciona) solamente porque está él. (¿Qué pasa una vez que acabe de "limpiar las escaleras" de corrupción y se apague su liderazgo?)

Está también José Antonio Meade, que es un caso muy particular. Para que una persona haya estado al frente de cinco secretarías de estado bajo los gobiernos de dos partidos diferentes, es porque es una persona brillante y muy capaz... o porque tiene la capacidad dejar pasar algunas cosas sin hacer preguntas incómodas. La Estafa Maestra, Odebrecht... ¿Pretende hacernos creer que nunca notó nada estando en posiciones clave? Por otro lado, esa misma preparación y experiencia que son su mejor arma, representan el más grave talón de Aquiles de todas sus propuestas. ¿Por qué no las hizo cuando estuvo al frente de las dependencias correspondientes?
En cuanto a su propuesta, vuelve a ser el fortalecimiento del estado como eje central. Fiscalías generales estatales, una Agencia de Investigación Especializada, cuadruplicar la capacidad de investigación del Estado... todo ello involucra ampliar la burocracia y dilapidación de recursos con resultados inciertos. Su programa Avanzar Contigo es el epítome de un estado paternalista y el discurso con el que Meade lo presentó me parece trágico:
"Se trata de alinear los instrumentos de gobierno en este país desigual para poder acceder a los derechos... pasar de un país de derecho a un país de acceso de derechos". - José Antonio Meade 
¿Perdón? ¿Acceso a qué derechos? ¿Y pretende hacer un seguimiento individual? ¿De más de 120 millones de mexicanos? Muy desafortunada también su elección de palabras. ¿Acaso no es deseable un país de derecho, de respeto a la ley?

Finalmente está Ricardo Anaya. A su favor tiene su juventud y el hecho de que es uno de los candidatos que mejor entiende las tendencias mundiales. Aún así su proyecto de nación no acaba de convencerme. En temas económicos: La creación de un Ingreso Básico Universal también tiene toda la marca de ser una medida asistencialista, pero si, como se ha dicho, se aplica en sustitución de todo el resto de los programas, no lo veo tan grave. Que se exente de ISR a quienes ganas menos de $10,000, me parece una idea maravillosa y el apoyo a emprendedores, aunque creo que debería limitarse a simplificar los trámites y requisitos para instalar y operar un negocio, me habla de que Anaya al menos entiende que es la iniciativa privada la que realmente mueve al país. Me desagrada, honestamente, que pretenda incrementar el salario mínimo, en lugar de quitar lastres como el 2% sobre nómina y otros impuestos que encarecen el trabajo y afectan al trabajador. Pretende incrementar la inversión pública al 5% del PIB (incrementar la participación del estado) pero también trabajar para traer inversión privada (25% del PIB). La puntada del último debate (celulares para todos) es absolutamente absurda, porque si bien comparto la idea de que el acceso a la tecnología puede ser motor de desarrollo, también se que hay comunidades en muchas partes del país que no tienen ni agua potable ni energía eléctrica. 
En tema de derechos civiles, sin embargo, ha sido el único que abiertamente ha dicho que respetará lo que la Suprema Corte ya ha juzgado y tiene una visión muy progresiva que va de acuerdo con la filosofía libertaria laissez faire, laissez passer.

Por eliminación pues, y aunque no me termine de convencer ni sea del todo fan, he de votar por Anaya y como ciudadano tendré que avocarme a cuidar mi voto, a exigirle a Anaya que respete y cumpla con las promesas por las cuales lo elegí.

Es absolutamente trágico, sin embargo que estemos en un clima político en el que, para ganar las elecciones, las opciones insisten en parecerse entre sí, en lugar de diferenciarse. Absolutamente todas tienen una vena populista, unas más expuesta que otras. Seguir así, que nos sigan dando la misma píldora disfrazada de emociones para que sigamos votando con el estómago en lugar de con la cabeza... ese es el verdadero peligro para México.

Addendum:

Ah, si, también está Jaime Rodriguez Calderón "El Bronco" Ciertamente es quien tiene la agenda más libertaria: propone disminuir el IVA y el ISR, eliminar el salario mínimo, una segunda vuelta electoral (que hace muchísima falta), eliminar el financiamiento público de los partidos y el asistencialismo. Me pasa con él algo parecido a lo que me pasó con Cuadri la vez pasada. Pero me resulta imposible ignorar el hecho de que se trata de una persona que ha violado la ley para estar en la boleta, que se jacta de ello y que además tiene una muy mala política en temas de libertades civiles

miércoles, 6 de junio de 2018

Votar con la cabeza...



Faltan menos de treinta días para que estemos frente a frente con la boleta electoral y tengamos una oportunidad, aunque sea pequeña e insuficiente, de influir en el destino de nuestro país, de ver qué queremos para México. 

Nuestro país es una nación joven, que apenas empezó a experimentar la miel (y la hiel) de vivir en una democracia por ahí del 2000, año en que se permitió la alternancia, el debate y la construcción de instituciones que fueran más allá del presidencialismo y la estructura del partido en el poder. Es normal, en estas circunstancias, que como electores tengamos aún muchísimo que aprender. México hoy vota con el estómago, con el sentimiento. Vota por X porque no quiere a Y, porque hay que darle una oportunidad a Z y ver cómo nos va, porque está cansado de T, porque V y U son más corruptos, o menos ratas, o ponga usted el calificativo que prefiera. Para muestra, basta revisar los “argumentos” para reventar a uno u a otro en redes sociales. El entrecomillado es a propósito. No hay argumentos, todo son imágenes, a veces con textos alarmistas y todos en mayúsculas. El objetivo no es convencerte de una idea, es hacerte sentir algo: miedo, enojo, frustración; y confiar que ese sentimiento te empuje a votar por uno u otro candidato.

Pero votar con el estómago varios inconvenientes. De entrada, nos hace sumamente manipulables. La emoción nubla el juicio, nos imposibilita a ver todo el panorama y a votar sin hacer las consideraciones importantes. Además, polariza enormemente a la sociedad, porque cualquier argumento en contra parece un intento de demeritar lo que siento, de negar mi experiencia y en ese momento la reacción natural no es argumentar, es ponerse a la defensiva e insultar. En tercer sitio, hacen imposible el diálogo aún si logramos superar ese impulso defensivo. ¿Cómo explicar cómo y por qué siento miedo por una propuesta en particular? ¿Cómo defiendo mi postura si lo único que tengo a mi favor es que el candidato “me da confianza”? Y finalmente, promueve el caudillismo. Gana la elección el líder carismático que puede aprovechar y encausar mejor los sentimientos de la población.

Si queremos que la cultura democrática se arraigue y florezca, hay que evitar a toda costa votar con el estómago y promover que se vote con la cabeza. No es sencillo. Se requiere que cada uno de nosotros, como ciudadanos, tengamos varias cosas en la mente. Para empezar: cuál es el país que tenemos y cual el que queremos. 

El primero es un análisis basado en hechos concretos, en datos duros. Hay que leer los periódicos, interesarnos por la política todos los días, no únicamente seis meses, cada seis años. Hay que estar al tanto de cómo están los indicadores nacionales y como es que llegamos a ellos. Es probable que se requiera empezar a autoeducarse en temas de economía, ciencias sociales, política... Parafraseando a Murray Rothbrard: No es un crimen ser ignorante, pero si es totalmente irresponsable tener una opinión radical y vociferante mientras se está en ese estado de ignorancia.

El segundo, es un ejercicio imaginario de cómo nos gustaría ver al país, apoyado en el bagaje cultural que menciono en el párrafo anterior, en lo que ha funcionado a través de la historia y en lo que no. Es este modelo personalísimo el que tendremos que comparar cada seis años con los candidatos en turno y de manera fría, revisar con qué ideas comulgamos y con cuales no. Si accedemos a votar por uno u otro, será porque su proyecto se parece en mayor o menor medida a lo que nosotros queremos. Eso nos permite separarnos emocionalmente del asunto, entender que el candidato no es perfecto; en lugar de abrazar ciegamente el proyecto de nación del primer advenedizo y consagrarnos a él en cuerpo y alma porque nosotros no tenemos una idea propia.

Con esto en la cabeza, usted ¿Ya definió su voto? ¿Está votando con la cabeza o con el estómago? ¿Le gustó su proceso de toma de decisión o siente que lo puede hacer mejor? Quédese con las preguntas en la cabeza y, si le parece, le invito a que me acompañe la próxima semana, donde intentaré explicar mi propio proceso, mis propios argumentos, buenos o malos de por quién voy a votar y por qué.

Con la cabeza, no con el estómago.

¡Nos vemos el miércoles!