miércoles, 25 de abril de 2018

Pistoletazo de salida.



El domingo se transmitió el primero de los tres debates programados para este proceso electoral. Era la oportunidad perfecta de dar un segundo pistoletazo de salida a unas campañas que, aunque habían arrancado tres semanas antes, seguían sin alcanzar al votante promedio más allá de la imparable avalancha de spots en radio y televisión que a todo mundo cansa y que no comunica nada de importancia. Era, finalmente, la oportunidad de poner a los candidatos frente a frente, contrastar ideas, perspectivas, escuchar propuestas y marcar diferencias. Hasta cierto punto, cumplió.

debate-presidencial

La cultura del debate en México está en pañales, pero hay que reconocer al INE porque el nuevo formato le dió a los candidatos mucho más margen de maniobra, permitió la confrontación, el uso de la estrategia en el manejo de los tiempos y de las intervenciones. Hubo quien se quejó, pero el cronómetro fue parejo para todos, el orden de las intervenciones elegido al azar no benefició a nadie en particular y a los moderadores se les dio algo más de libertad para ser incisivos. Todo ello redundó en una experiencia más dinámica, con más personalidad y más útil para el elector promedio. Si el debate quedó a deber no fue por el formato, ni por culpa de la logística del INE, fue culpa de los candidatos.

La falta de propuestas, el único punto en donde los cinco participantes parecieron ponerse de acuerdo, ahogó la discusión y la transformó en un intercambio de acusaciones y en una repetición de frases hechas. No hubo argumentos para elegir a nadie, solo para descartar a quienes de plano no pudieron manejarse adecuadamente o quedaron muy evidenciados. No hubo un proyecto o idea de nación diferenciado detrás de cada rostro y por lo tanto estamos eligiendo por eliminación. Sigue siendo punto de mejora para el futuro de nuestra democracia, aunque no se vaya a corregir pronto; los candidatos ya están ahí y la estructura política mexicana es lo que produce, candidatos de medio pelo, no más. No hay estadistas, no hay visionarios. 

En cuanto al desempeño de los candidatos, voy por orden alfabético, para no herir las suceptibilidades de nadie:

Andrés Manuel López Obrador.

Quien se queje de que le hicieron montón, es porque no entiende de qué se trata el ejercicio. Debate es confrontación y él es el puntero en las encuestas y con una ventaja cómoda, además. Era natural y estaba cantado que se le fueran a la yugular. 
Habiendo dicho esto, la estrategia de López fue la de administrar su ventaja, salir a no perder. No hizo ningún esfuerzo por resultar atractivo a nuevos votantes y la mayoría de sus intervenciones fueron frases prefabricadas que ya hemos escuchado hasta el cansancio en sus spots. Frases que además sus contrincantes supieron capitalizar. (¿Vas a limpiar al país con el ejemplo, como se limpian las escaleras? ¿Y qué pasó con Imaz, Bejarano y Gustavo Ponce? ¿Por qué no siguieron tu ejemplo?)
No se engarzó en confrontación y eso probablemente fue un acierto, porque debatir no se le dá. Lo noté cansado, poco preparado, se le acababa el tiempo constantemente y no salió de su zona de confort. Es decepcionante porque el Proyecto de Nación que tanto cacarea y en donde supuestamente han participado y avalado cientos de expertos es precisamente el que mejor se puede diferenciar. De hecho, con lo poco que ha dicho (amnistía) fue suficiente para marcar una clara línea en el debate. Hubiera sido refrescante verlo proponer, explicarse, exponer, en lugar de verlo en su papel limitado de saco de boxeo.
No creo que pierda ni gane puntos. La gente que lo apoya lo hace o por una convicción desmedida, o sencillamente porque está cansada de pan con lo mismo y para ellos el debate no va a pesar en su decisión de voto.

Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón “El Bronco”

¿Qué hace este hombre ahí? Fue disruptivo, le dió sabor al debate y fue ocasión de cientos de memes en redes sociales, pero hasta ahí. Que en pleno debate te veas forzado a decir “Mandenme WhatsApp raza ¡No sé qué hacer!” cuando te preguntan por tu estrategia de seguridad es alarmante. Por otro lado, las propuestas que sí sabe, están absolutamente fuera de la realidad. ¿Militarizar las preparatorias? ¿Cortarle la mano a los políticos corruptos? (que, por cierto, sería anticonstitucional) Puntadas como la de mentirle a su esposa si la va o no a llevar al cine...
Como estrategia, creo que le funcionó; aprovechó para causar impacto en la audiencia que no lo conocía (que es la gran mayoría) pero se quedó muy, muy corto en todo lo demás. Seguramente habrá quien le haga segunda y muy probablemente gane votos, pero está lejos de ser una opción real; empezando por la manera tramposa que lo llevó a la boleta.

José Antonio Meade Kuribreña

El ejemplo perfecto de cómo se pueden hacer las cosas bien, tener una digna participación en el debate y aún así perder en el gran esquema de las cosas.
Entre Meade y Anaya había un empate técnico que tenía que romperse. El público tenía que saber quién de los dos tenía posibilidades más claras de vencer al puntero y aprovechar el voto útil, que volverá a ser clave. Ese era el reto particular de Meade en este debate y, para su desgracia, el frentista le ganó la partida en prácticamente todos los aspectos.
Mucho tuvo que ver la personalidad de José Antonio: Un robot sería más empático con el electorado. No importa que sea el candidato mejor preparado o con más experiencia en el servicio público, se vio gris, falto de emoción, mecánico, poco apasionado. Sus propuestas están recicladas (el Código Penal Único lo han fue propuesta tanto de Calderón como de Peña y en el congreso no lo han dejado pasar; quitarle el fuero al presidente ya está en discusión en el Senado). Le pesa demasiado la losa del partido que lo candidatea y no tiene el carisma o la personalidad para echárselo a cuestas y sacarlo adelante.
Hizo su papel, se presentó como un candidato de continuidad y propositivo y hasta ahí. Intentó atacar al puntero, pero se vió menos contundente que Anaya; no pudo meterse directamente con Anaya, que estaba bien metido en su propia estrategia. Al final, quedó bien parado pero poco relevante. Creo que perderá puntos a favor del frentista.

Margarita Ester Zavala Gómez del Campo

Empezó fuerte, con buen lenguaje corporal y un emotivo y viceral discurso. Desafortunadamente se fue desdibujando conforme avanzaba el debate. Transmitía su emoción, su pasión, pero trastabillaba en su oratoria y más de una vez el tartamudeo hizo notorio su nerviosismo.
Fue una de las pocas que no recibió ataques directos, pero si sufrió el antecedente del sexenio de su marido que bien o mal tiene la etiqueta de ser el culpable de la escalada en la ola de violencia y el derramamiento de sangre. Abrazó la política calderonista y eso hay que reconocéselo, sabe que ahí tiene una base y así buscó diferenciarse. 
Creo que va a perder puntos, porque aunque consiguió establecer su postura, también se hizo evidente que no tiene el aplomo ni la fuerza necesaria para ser una opción real. Incluso entre los calderonistas hay quienes considerarían su presidencia casi como una reelección así que su base hipotética ni siquiera tiene el tamaño para impulsarla. El argumento de que es mujer tampoco parece ganarle muchas adeptas.

Ricardo Anaya Cortés

Probablemente al que le fue mejor. Ya se sabía de la capacidad retórica y de oratoria de Anaya y no decepcionó. Traía la consigna de posicionarse como la opción viable para el voto útil de los que no quieren a López y lo consiguió. Se fue directamente contra el puntero e ignoró a los demás, siendo consistente con su discurso de que la elección es entre dos.
Administró sus tiempos, le recetó varios rectos a su rival directo y varias veces lo increpó sin que el tabasqueño pudiera contestar, anotándose puntos en el marcador. En resumen, una participación redonda.
Aún así, no tiene ni la mitad de la batalla ganada. Algunas de las cifras que ofreció fueron puestas en entredicho y ha tenido que salir a aclararlas, matizarlas o citar sus fuentes; e ignorar a los otros tres oponentes no significa que estos no existan. Creo que gana puntos a costa de Meade y de Margarita.


En conclusión. Es temprano para que cualquiera se declare ganador. Faltan dos meses de campañas y dos debates más. Eso, en política, es un mundo de tiempo. Y mientras unos son fuertes en el debate y la oratoria, otros tienen otro tipo de estrategias. Habrá que esperar, habrá que ver, habrá que analizar y votar.


Addendum

A causa de un viaje personal que me ilusiona mucho, esta columna descansará las próximas dos semanas. ¡Volvemos a leernos el miércoles 16 de mayo!

miércoles, 18 de abril de 2018

La peor amenaza para la Democracia

Encontré en Netflix un talk-show conducido por David Letterman. El programa se llama “Mi siguiente invitado no necesita presentación” y cada episodio consiste en una entrevista de más o menos una hora con alguna personalidad o personaje destacado en su campo. El primer invitado del programa fue Barack Obama quien, efectivamente y como el nombre del programa indica, no necesita mayor presentación.

La conversación con el expresidente (que no he acabado de ver porque ya era tarde) es amena, natural y entretenida, sin que por ello sufra el contenido, que es muy rico. Se charla lo mismo del movimiento de Derechos Civiles en Estados Unidos, que del papel de la primera dama y la experiencia de ser un expresidente.


Entre las preguntas que me llamaron la atención estaba una bola curva de parte del presentador. ¿Cuál cree que sea actualmente el mayor riesgo para la democracia? Digo que era una bola curva porque, aunque no puedo citar exactamente las palabras que el presentador usó, si tiró un par de líneas fáciles para que el expresidente picara. Mencionó la intervención de Rusia en las elecciones, por ejemplo. Sin embargo Obama, siempre el estadista, ignoró la salida fácil y dio una respuesta que me pareció cargada de razón y digna de análisis. 

La amenaza más importante para la democracia, para Barack Obama, es nuestra incapacidad para buscar y reconocer los hechos, los datos duros. La polarización de la sociedad es tal, que mucha gente empieza a sostener conceptos erróneos con tal de soportar sus ideas y argumentos, en lugar de construir sus argumentos sobre el cimiento sólido de la verdad. 
“Operamos en universos de información completamente diferentes” explica. “Si ves Fox News, estás viviendo en un planeta diferente de lo que eres si escuchas NPR en la radio". Y por lo tanto la sociedad se sigue separando. Para muestra, el botón de nuestras elecciones. 
"Si estás obteniendo toda tu información de los algoritmos en un teléfono, simplemente estás reforzando los prejuicios que tienes [...] En cierto punto, uno acaba por vivir en una burbuja”
El problema es que la burbuja no sólo la generan los algoritmos de Facebook, la generan también los mismos candidatos que ven en ella una oportunidad.

¿Qué necesidad tiene Andres Manuel de mentir en su propuesta de “acabar con los sueldos de 600 mil pesos mensuales para los altos funcionarios públicos” cuando el Presupuesto de Egresos de la Federación 2018 indica que el salario más alto de un funcionario es de 393 mil? (que ojo, sigue siendo criminalmente alto) ¿Por qué Meade recurre al engaño cuando habla de la Reforma Energética y cómo nos ha vuelto competitivos si tras la rmisma, Pemex creó seis nuevas subsidiarias, de las cuales cinco le generaron pérdidas netas de 63 mil 305 millones de pesos?

¿Por qué no podemos hablar con la verdad? ¿Por qué no podemos apoyarnos en el dato duro? Sin la verdad de nuestro lado no hay diagnóstico real, sin diagnóstico no hay solución y cualquier intento de diálogo constructivo se estanca. Por eso hoy aplaudo y reconozco iniciativas como “El Sabueso”, de Animal Político; “Del dicho al hecho” de Grupo Reforma y “Verificado.mx” que buscan precisamente eso, sacarnos de nuestra burbuja y obligarnos a mirar el panorama completo.

La mentira es cómoda, suave, moledable, fácil de moldear, conveniente. La verdad es dura, puntiaguda, díficl de abrazar; pero vale la pena hacerlo. 

miércoles, 11 de abril de 2018

La bronca con el Bronco

Nos levantamos este martes con la noticia de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación había decidido, con cuatro votos a favor y tres en contra, echar para atrás la decisión del INE de negarle a Jaime Rodriguez Calderón, “El Bronco”, su oportunidad de aparecer en la boleta electoral de este primero de julio.


En el mejor de los casos, es una noticia desafortunada, un tirón de orejas al INE y golpe bajo a su credibilidad como organizador y árbitro de la contienda electoral. Eso no le ayuda a nadie. En el peor de los casos, es una verdadera tragedia porque es el mismo tribunal aplastando la normativa electoral para meter al candidato como cuña a diez días de arrancada la contienda.

Si la votación hubiera sido unánime, la lógica indicaría que entre los magistrados hay certeza absoluta de que algo se pasó por alto, que algún principio se ignoró o quebrantó y que se cometió una injusticia. Pero la decisión fue dividida (bastante reñida, además) y eso necesariamente implica que la fortaleza del argumento legal utilizado para resucitar las aspiraciones presidenciales del Bronco está lejos de ser la ideal; que da lugar a diferentes interpretaciones vaya, y por lo tanto, a especulación.

El argumento, señaló el magistrado Felipe Alfredo Fuentes, es que el quejoso no contó con elementos suficientes para ejercer su derecho a defenderse, alegando omisión y arbitrariedad por parte de la autoridad electoral. 
La presidenta del Tribunal, Janine Madeline Otálora, sin embargo; votó en contra de la resolución pues en repetidas ocasiones Rodriguez Calderón no aprovechó su derecho de audiencia cuando el INE estaba haciendo las evaluaciones preliminares.

¿Y de qué se tendría que defender el Bronco, de haberlo hecho todo a la derecha?
Según enumera el periódico Reforma, tendría que haber respondido por dos cuestiones, la calidad de las firmas recolectadas y la forma en que se hizo con ellas.

Tendría que haber explicado por qué el 58% de las firmas que recolectó fueron apócrifas. 810 mil no fueron encontradas en la lista nominal de electores. 158 mil fueron simulaciones de firmas. 205 mil fueron fotocopias de firmas. 23 mil documentos presentados no eran válidos.

Por otro lado, al hacer auditoría de su precampaña y su proceso de recolección de apoyos se detectó que: 17 millones de pesos fueron provenientes de financiamiento sospechoso, al menos 680 mil pesos fueron triangulados por empresas sospechosas, omitió reportar gastos por 1.6 millones de pesos; además de acusársele de usar a funcionarios del gobierno de Nuevo León en días y horas hábiles para recabar las firmas.

La sentencia no acredita que “El Bronco” haya conseguido las firmas válidas suficientes, tampoco valida que su manejo financiero haya sido conforme a derecho y verdaderamente ciudadano. Se sostiene únicamente en la “presunción de que el aspirante cuenta con el numero necesario para alcanzar su registro”

Entiendo que la presunción de inocencia sea importante, pero no se vale que en su nombre se pisotee la legalidad. La investigación no está concluida, la Fiscalía Especializada para la Atención a los Delitos Electorales (FEPADE) sigue realizando indagatorias y el Bronco, hasta que el proceso no se aclare, no debería tener forma de estar en la boleta. Porque si lo hubiera hecho a la derecha, ni siquiera habría necesitado para defenderse un “debido proceso”

miércoles, 4 de abril de 2018

Ley negociable

A propósito del arranque de las campañas… Entre las promesas que Enrique Peña Nieto hizo antes de salir electo en 2012 se incluía el cambiar la tan criticada estrategia de Felipe Calderón respecto a la lucha contra el narcotráfico.
Ciertamente, hubo un cambio en la estrategia este sexenio, al menos mediáticamente hablando. Los diarios dejaron de llevar la cuenta diaria de los muertos, la nota roja relacionada con el narco desapareció de los principales noticiarios del país y en general se pretendió hacer como que el problema ya no existía.

La estrategia no funcionó, por supuesto. Pretender que no hay cocodrilo no evitará que te atrape si te acercas demasiado al río. El promedio anual de asesinatos dolosos en México por sexenio es mayor en el de Peña que en el de Calderón. 2017 fue el año más violento en la historia reciente de este país y Acapulco (por poner un ejemplo crudo) tiene el dudoso honor de ser la segunda ciudad más violenta del mundo calculando el número de homicidios por habitante. 

El estrategia de Peña también vio nacer diferentes movimientos que, convencidos de que el gobierno no estaba por la labor de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, tomaron el asunto en sus propias manos. Digan lo que quieran de Felipe Calderón y su estrategia (probablemente tendrán razón), pero bajo su mandato no hubo nada parecido a las autodefensas de Michoacán y Guerrero.
Peña reconoció en las autodefensas una fuerza paramilitar y un actor mediático que no le convenían a su administración e hizo lo posible por desarmarlas, al punto de arrestar a sus líderes. No le faltaba razón al decir que no era válido ni legal que un grupo hiciera justicia por su propia mano; pero tampoco hizo mucho por hacer valer el estado de derecho y que fuera el gobierno el que hiciera justicia.

Lo cual nos trae al último capítulo de este drama. Harto de la inacción, el obispo de la diócesis de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza, subió a la sierra guerrerense a entrevistarse con un “alto capo de la droga” para gestionar la reinstalación de agua y luz en un poblado del municipio de Heliodoro Castillo. Aprovechando la oportunidad, el prelado dijo también que había negociado una especie de tregua para evitar que se siguiera asesinando a candidatos locales (desde septiembre del año pasado, han sido acribillados a balazos al menos 12 aspirantes a alcaldes en Guerrero).


El hecho podría parecer una raya más al tigre, pero si levanta cuestionamientos más bien importantes: ¿En qué país vivimos que un sacerdote tiene que negociar la liberación de servicios básicos de una población, porque el gobierno no puede hacerlo? ¿Cómo es que una nación en vías de desarrollo como México no puede garantizar el ejercicio libre de los derechos políticos de sus ciudadanos? ¿Hasta qué punto está contaminada la estructura gubernamental local si el crimen organizado puede matar impunemente candidatos que no le acomodan? En opinión del prelado los narcotraficantes están llenando el vacío que dejó el gobierno “ellos ya lo ocuparon, de hecho, ellos son los dueños de Guerrero”

Bien o mal, lo que el obispo Salvador Rangel está intentando hacer es en respuesta a una necesidad apremiante de su comunidad, necesidad que el gobierno no ha podido/querido atender. Por ello tiene gracia que tanto el Secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, como el gobernador de la entidad, el priista Héctor Astudillo, hayan criticado su intervención con el argumento de que “la ley no se negocia” 

Bueno, si no se negocia.. ¿¿Por qué no se aplica??