miércoles, 6 de mayo de 2015

Libertad de prensa... cuando nos conviene.

El pasado domingo 26 de abril la redacción del semanario católico "Desde la Fe" publicó una editorial que, sin mencionar a ningún partido pero dejando adivinar que se refiere al PRD, critica las propuestas en pro del aborto, la legalización de la marihuana y otras más que califica de demagógicas y tramposas.
Algunas de las críticas vienen, indudablemente, por que las propuestas van en contra de los valores que la iglesia católica promueve. Otras, sin embargo, están fundadas más allá de la ideología y son bastante certeras. ¿Porqué, pregunta el semanario, se promete Wi-fi gratis cuando ya es un derecho que protege nuestra Constitución en su artículo 6°? ¿Con qué autoridad moral se proponen "comisiones de la verdad" cuando el partido, desde tiempos de René Bejarano (el señor de las ligas) y hasta la fecha con Marcelo Ebrard (que no ha explicado qué pasó en la línea 12 del metro), no ha dado la más mínima muestra de estar interesado en la transparencia? ¿Por qué se engaña con el espejismo de un salario mínimo más alto, cuando el Distrito Federal tiene una de las mayores tasas de desocupación del país?

El PRD, como ya es costumbre entre los partidos y sus políticos, no soportó un poquito de crítica constructiva y pidió a la Secretaría de Gobernación, a través del secretario de jóvenes del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, Sergio Leyva Ramírez,  que emitiera una sanción al semanario y lo retirara de la circulación.
El chiste se cuenta solo. Los mismos que hicieron un berrinche con el despido de Carmen Aristegui de MVS y se presumen defensores de la democracia y la libertad, quieren tumbar una publicación cuyo tiraje no llega a los setecientos mil y que ni siquiera tiene alcance nacional. Únicamente, por una crítica a la que no le faltaba razón.  

Lo curioso es que, además de la sanción que solicitó a la Segob, el señor Leyva Ramírez también solicitó a la Arquidiócesis Primada de México un debate público con el Cardenal Norberto Rivera, para debatir las propuestas de la agenda juvenil que impulsa su partido. Es decir, esa misma crítica que por un lado intentan desestimar, por otro lado le dan peso e importancia.

Tristemente, para la Iglesia es arriesgado aceptar esta invitación. La legislación actual prohíbe a cualquier grupo religioso hacer proselitismo político a favor o en contra de ningún candidato y aunque caminó al filo de la legalidad, su invitación a votar por "partidos y candidatos honestos, respetuosos de la vida y la dignidad humana, promotores de la solidaridad, capaces de una amplísima generación de ideas para el fomento del desarrollo integral y del servicio público como vocación, y no por quienes luchan por el poder lucrando con sus ilusiones", todavía los pone a salvo. Un debate directo con un representante de un partido le acarrearía a la Arquidiócesis más perjuicio que beneficio.


Lo cual es una lástima, porque desde mi perspectiva la Arquidiócesis debería tener todo el derecho a decir lo que piensa con absoluta libertad; igual que otros grupos, religiosos o no. La libertad de expresión no puede aplicarse sólo cuando nos conviene. O es universal, o no existe del todo. Así, en lugar de tener a dos grupos empantanados en una pesadilla de relaciones públicas que no resuelve nada, podríamos tener un debate abierto sobre los temas críticos para la juventud mexicana, que fue lo que inició todo este drama.

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