Agárrense de sus asientos, damas y caballeros. A pesar de que falta bastante más de un año para la eleccón federal, las piezas ya se están moviendo en el tablero, los presidenciables lucen el plumaje intentando convencer y lucir fuertes, los chapulines de siempre comienzan a saltar tratando de anticiparse y ver por dónde puede caer el mejor hueso y quienes actualmente ocupan gubernaturas, alcaldías y palacios municipales, empiezan a mover los hilos para acumular capital y arrancar con ventaja la carrera. (¿O qué? ¿Creían que las campañas se pagaban solas?)
Este año tenemos las elecciones “preliminares” en Coahuila, Nayarit, Veracruz y el Estado de México. Normalmente la casta política del país les presta particular atención, porque funcionan como radiografía de la escena nacional con miras a 2018 —el Estado de México es el más poblado del país, Veracruz es el tercero—. Abundarán las triquiñuelas y sacarán a relucir todas las artimañas. Para muestra un botón en Jalisco, estado que ni siquiera tiene elecciones programadas este año.
El día de hoy el periódico Mural señaló que el Reglamento de Construcción de Zapopan —aprobado este año y que entró en vigor el 17 de febrero— contempla que toda obra menor está obligada a obtener un permiso de parte de la Dirección de Obras Públicas del municipio. “Pudiendo tratarse de enjarres, pisos, pinturas, cristales, herrería, aluminio, carpintería, o instalaciones de cualquier tipo que sean realizadas al interior de un predio” (No contempla instalaciones eléctricas ¡qué afortunado! ¡Puede usted cambiar ese foco fundido sin dar aviso a las autoridades!)
El interesado en arreglar por fin esa puerta del baño que quedó descuadrada desde que la montó, tiene ahora que elaborar una solicitud firmada por el propietario del inmueble, acreditar su propiedad y estar al corriente de su pago predial. Porque aquí en México eso de que alguien pueda sencillamente ponerse a trabajar sin tener que saltar algún obstáculo es absolutamente insólito, así sea en propiedad privada y a puerta cerrada.
Pero la regulación no acaba ahí. De hecho, la parte más maquiavélica aún está por venir. Según el reglamento, la Dirección de Inspección y Vigilancia estará al pendiente de las obras y cualquier desacato en “informar” oportunamente ameritaría apercibimiento, multa o la clausura de dicha obra. Y ahí es donde está el gancho. El reglamento entró en vigor el 17 de febrero. Apenas hoy, 8 de marzo, se le dió difusión al contenido de semejante despropósito legislativo. ¿A cuántos incautos habrán agarrado, o pensaban agarrar, para clavarles tremendas multotas por darle una manita de gato a la fachada de su casa, arreglar el machuelo de su banqueta, o reparar la puerta de la cochera que se estaba viniendo abajo?
Sacar dinero es la única expliación medianamente plausible para el engendro que propusieron, porque el municipio no gana absolutamente nada sabiendo que el vecino piensa pasar su domingo instalando un retrete nuevo. Al contrario es sólo más papeleo. Quizás estoy mal, quizás sí haya una explicación razonable (en cuyo caso, quisiera escucharla) Puede ser que quieran simplemente tomar nota de cada mejora que le haces a tu casita por si llegaran a aplicar aquello tan sonado del impuesto a la plusvalía… ¡Ups! ¡Mejor no doy ideas!
Hablando en serio. Esta legislación entorpece la labor libre de los ciudadanos que, cuidando lo suyo, dándole mantenimiento a sus hogares y embelleciéndolos, contribuyen a mantener el valor y la apariencia de toda la colonia. Trabajando así, respetando lo ajeno y cuidando lo propio, podríamos avanzar a pasos agigantados, a pesar de legislaciones tontas.
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