En este espacio me he cansado de abogar por el individuo y su poder transformador, por que dejemos de ver y esperar mesías entre la clase política y comencemos a responsabilizarnos de nuestras circunstancias y entorno. Por lo mismo no quería —y lo hago bajo protesta— hablar de las elecciones del pasado domingo. Me parece que es darle importancia al circo que se han montando, que —sin importar lo que ellos digan— no tiene nada que ver con defender el voto y la voluntad de los mexicanos.
Desde mi perspectiva, lo mismo da que al final se quede con el pastel el PRI, el PAN, Morena o cualquier otro. Todos son uno y lo mismo: parte del problema, no de la solución; puertas falsas y promesas vacías; buitres midiendo fuerzas para ver quién se queda con la mejor parte del moribundo.
¿No me cree? Si el objetivo es defender el voto ¿Por qué Acción Nacional, que tachaba de anti-democrático y mal perdedor a López Obrador, ahora usa estrategias similares para desestabilizar la victoria del Revolucionario Institucional en Coahuila? Si el objetivo es defender el voto ¿Por qué ambos, Martí Batres y Alejandro Encinas, mienten con la misma foto y jalan agua para su molino en redes sociales para generar descontento y polarizar al país? ¿Por qué se ha vuelto costumbre en todas las contiendas electorales que ninguno de los participantes espere y respete, según manda el deber cívico, a que la autoridad electoral revise y valide el ejercicio y nombre un ganador oficial?
¡Milagro! ¡La misma foto y la misma sábana como evidencia en diferentes municipios del EdoMex!
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¿Por qué nos abrazamos tanto a una figura que nos es lejana y ajena (como la del candidato) que sentimos la necesidad de injuriar a quien nos es cercano y familiar (como el vecino) si no comparte nuestro punto de vista? ¿Por qué hacemos nuestros los colores de gente a la que ya lo decíamos en la entrada anterior, le importan tres hectáreas del producto agrario que usted prefiera la ideología que tenga que defender o los valores del partido que lo ponga en el curul?
Así que ¿quién ganó, quien tranzó, quién lleva la razón? No pienso entrar al debate. Las circunstancias inmediatas de la gente de Coahuila o del Estado de México no van a cambiar de inmediato con la alternancia política. Porque lo único que cambia es el color de la capa del vampiro que sangra los bolsillos y las carteras de los ciudadanos.
Entonces ¿No hay nada que hacer? Si, se puede, pero es un proceso más largo. Coincide que esta semana nos dieron ejemplo de cómo hacerlo.
A través del esfuerzo y la presión social que ejerció la ciudadanía, en Jalisco aprobaron la iniciativa #SinVotoNoHayDinero, presentada por el diputado local independiente, Pedro Kumamoto. Ya había explicado sus virtudes en otra entrada, así que me limitaré a decir que es una manera en la que le quitamos poder a los partidos políticos, o al menos, los obligamos a ver más al elector, a ser más convincentes.
Iniciativas como esa, que le quiten poder a los organismo nacionales, lo descentralicen y se lo devuelvan a la gente es lo que hace falta. Porque ya se ve que nuestro voto, lejos de ser nuestra arma más efectiva y modo de control, se ha vuelto un miserable trámite.
Cambiemos las cosas.
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